La energía ha sido un pilar fundamental del enorme progreso mundial. La reducción de la pobreza extrema en los últimos dos siglos (del 90% de la población mundial a menos del 10% en la actualidad), el aumento de la expectativa de vida, la provisión de alimentos y de materiales a una población en aumento a costos cada vez menores, son solo algunas de las tendencias claras de este progreso. Todas ellas se apuntalan en formas de energía cada vez más eficientes, abundantes y baratas. Las energías renovables (hidroeléctrica, eólica, solar, biocombustibles y otras formas en desarrollo), como así también la nuclear y, necesariamente, los combustibles fósiles, todas tienen roles importantes que cumplir en una transición energética que no frene los avances en el bienestar humano.
Tres elementos centrales que la minería aporta a la energía son: uranio (para generarla), cobre (para transportarla) y litio (para almacenarla). Argentina cuenta con significativos recursos de estos tres metales y emerge como un actor importante en la reducción de las emisiones de carbono.
La minería argentina hoy y su historia reciente
En la actualidad, tratando exclusivamente de la minería metalífera, Argentina produce oro, plata y litio. Fue productora de uranio y de cobre pero hoy, por diversos motivos, esas operaciones han cesado. La producción de otros metales como níquel, plomo, cinc, estaño y hierro, también con historia y potencial en la vasta geología argentina, es insignificante o nula.
El uranio es el principal combustible de los reactores de fisión nuclear, generadores de electricidad. En Argentina existe un entramado de empresas estatales, privadas y mixtas en el sector nuclear que operan con altísimos estándares internacionales y son exportadoras de tecnología. El prototipo CAREM, en etapa de construcción, es uno de los más avanzados SMR (reactores modulares pequeños, por sus siglas en inglés) y promete ser competitivo en este sector de crecimiento internacional. Las centrales de Atucha y Embalse producen casi el 10% de la energía del país (Francia, el mayor usuario en términos relativos, utiliza un 70% de energía nuclear). A pesar de esto y, aunque hasta la década de 1990 Argentina fue productor, el país importa todo el uranio que consume. Yacimientos conocidos desde hace décadas, especialmente en las despobladas mesetas patagónicas, son similares (en geología y escala potencial) a los de los principales productores mundiales de uranio. La minería de uranio en Argentina es un sector tan olvidado como prometedor para la inversión, la creación de empleos de calidad, y un eslabón primario en las tecnologías nucleares que puede reactivarse con relativa facilidad.
El cobre, presente en todo desarrollo humano moderno por su altísima conductividad para transportar la electricidad, es otra de las historias de éxito efímero en Argentina con enorme potencial de resurgimiento. Como parámetro, Chile con una cordillera compartida y una economía equivalente a un tercio de la argentina, es el mayor productor mundial de cobre y exporta 20 veces más minerales que Argentina. Desde 1997 hasta 2018, operó en la provincia de Catamarca la mina Bajo de la Alumbrera que dominó ampliamente las exportaciones mineras de la Argentina en ese período. A la par de ese desarrollo se descubrieron y factibilizaron otros yacimientos similares en las provincias de Catamarca, San Juan, Salta y Mendoza. Estos se encuentran hoy mayormente a la espera de las mejoras macroeconómicas y la previsibilidad regulatoria necesarias para justificar los altísimos costos de capital que requieren estos grandes desarrollos.
La producción de litio se inició en 1997 y hoy Argentina es el cuarto productor mundial, detrás de Australia, Chile y China. La lista de países productores está en continua expansión ya que el litio es un elemento abundante en la corteza terrestre. En Argentina, el sector más dinámico con operaciones y proyectos se encuentra en las provincias de Catamarca, Salta y Jujuy. Aunque el litio tiene muchos usos, la demanda de mayor crecimiento es la producción de vehículos eléctricos y sus baterías recargables. La producción de baterías está concentrada en China, Japón y Corea del Sur pero nuevos jugadores (principalmente Estados Unidos, Canadá y Europa) hacen esfuerzos y gigantescas inversiones para entrar en ese negocio. Es interesante considerar que Australia, el mayor productor de litio del mundo, no produce baterías de litio.
Los obstáculos que enfrenta la minería
Las dificultades para desarrollar la minería en la Argentina han sido casi tan grandes como su enorme potencial. A nivel nacional, décadas de distorsiones macroeconómicas y discrecionalidades han sido la pesadilla de quienes invirtieron. Esto, a pesar de contar con un marco regulatorio funcional y competitivo, y estándares internacionales para el cuidado del medio ambiente. A escala provincial, el federalismo ha resultado en que algunas provincias permitieron el desarrollo minero y se beneficiaron de ello. Pero en otras el cortoplacismo político (contrapuesto al largo plazo de las inversiones mineras) ha resultado en prohibiciones que frenaron incluso las etapas tempranas de exploración. Y una situación tan poco conocida como insólita: hoy Argentina tiene más territorio con prohibiciones mineras ¡que el resto del mundo combinado! Prohibiciones generadas por la desinformación que hay que enfrentar y modificar.
La oportunidad para integrarse a la cadena de valor global
Las tendencias y las demandas de la transición mundial hacia energías más limpias están generando nuevas oportunidades para la minería argentina. El país cuenta con enormes recursos de al menos tres de los elementos críticos (uranio, cobre y litio) para la transición energética en yacimientos que ya son conocidos, algunos desde hace décadas. El reciente interés generado por el litio debe ser sostenido para lograr su consolidación, especialmente dada la volatilidad de este mercado aún nuevo, relativamente pequeño y altamente competitivo. Si, además, Argentina logra traducir el actual interés internacional para explotar su cobre y aprovechar la creciente aceptación mundial de la energía nuclear, atraerá inversiones transformadoras, medibles en décadas. Serán aportes significativos para su recuperación económica y para la transición energética mundial.
*Pablo Marcet, es presidente de Geo Logic SA. También se desempeña como director en empresas de recursos naturales y fue CEO en Waymar Resources.
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