martes, 17 de diciembre de 2024

Olas de calor. Inundaciones, avalanchas, lluvias torrenciales y sequías: durante los últimos años, los efectos y consecuencias del cambio climático se hicieron más patentes que nunca. Inundaciones en Brasil, olas de calor extremo en la India, hambruna en África Oriental. Al mismo tiempo, Europa y el norte de África sufren una sequía histórica, los ríos se secan y muchos países declararon el estado de emergencia. Actuar se vuelve una cuestión urgente.

La crisis climática afecta tanto a los países del norte como a los del sur. ¿Cómo estamos experimentando estos cambios y cómo nos estamos adaptando? ¿Qué soluciones existen y qué medidas sensatas hay que tomar para combatir el cambio climático? Con “Bitácora de la crisis climática” queremos documentar en cuatro artículos la crisis climática y sus consecuencias en Brasil, Argentina y Alemania y dar voz a las personas que se ven afectadas personalmente por estas consecuencias.

“Bitácora de la crisis climática” es una colaboración exclusiva entre el Goethe-Institut Buenos Aires y el Argentinisches Tageblatt para analizar nuestro presente, mirando el mañana. En esta entrega: Cómo repensar la movilidad entre el ferrocarril y la carretera.

Por Esteban Engel*

Buenos Aires, Argentina – Después de pedalear siete kilómetros, obtienes un cappuccino; por 50 kilómetros, un vale de 20 €; y por 75 kilómetros, una entrada de cine. Con iniciativas como estas, Deutsche Bahn, junto con comercios locales y establecimientos culturales y gastronómicos, anima a los ciclistas a dejar el auto en casa y optar por la bicicleta. A través de la aplicación DB Rad+, los usuarios pueden registrar sus kilómetros con ayuda del GPS y canjearlos por productos, descuentos o incluso donarlos para proyectos sociales o ecológicos. Además, los datos anónimos recopilados por la app proporcionan a los municipios información valiosa para mejorar la infraestructura ciclista y la planificación del tráfico.

Con la combinación de bicicleta y tren, la empresa estatal busca impulsar una movilidad más amigable con el medio ambiente tanto en las ciudades como en las zonas rurales. “Esto también debe beneficiar a los ciclistas”, destacó una portavoz de la compañía ferroviaria. Sin embargo, en la práctica, la relación entre el transporte y el cuidado del clima resulta mucho más compleja. En Alemania, se debate intensamente cómo conciliar movilidad y sostenibilidad. Esta discusión llevó a que la coalición de gobierno, conformada por socialdemócratas, verdes y liberales bajo el liderazgo del canciller Olaf Scholz (SPD), enfrentara desacuerdos, especialmente en torno a cuánto dinero destinar a la transformación ecológica de la sociedad industrial y a una política de transporte verdaderamente sostenible.

Créditos: Deutsche Bahn AG Tobias Gromatzki (arriba); Deutsche Bahn AG Dominic Dupont (tapa)

Iniciativas como el programa de la Deutsche Bahn para fomentar el uso de bicicletas buscan transmitir un mensaje claro: todos podemos contribuir al cuidado del clima. Sin embargo, un compromiso decidido a nivel gubernamental sigue siendo indispensable. El sector del transporte representa casi el 20 % de las emisiones de gases de efecto invernadero en Alemania, principalmente debido a vehículos que funcionan con gasolina y diésel. Hasta ahora, es el único ámbito que no ha logrado reducir significativamente sus emisiones de CO₂. Incluso en 2021, durante la pandemia, cuando las emisiones disminuyeron temporalmente, volvieron rápidamente a sus niveles anteriores una vez que terminaron las restricciones.

Una medida destacada fue la introducción del “Deutschlandticket” tras la pandemia, un pase que por 49 € al mes (y que podría aumentar a 58 € a partir de enero) permite viajes ilimitados en trenes regionales y transporte público. Alrededor de 13 millones de personas utilizan esta oferta, diseñada principalmente para animar a los viajeros frecuentes a cambiar el auto por el transporte público. Sin embargo, en las zonas rurales, donde las redes de transporte son escasas, el ticket no tuvo tanto impacto.

Un impulso planeado para fomentar la compra de autos eléctricos, a través de subsidios, fue bloqueado por un fallo del Tribunal Constitucional alemán, que prohibió gastos estatales no previstos. La idea original era ofrecer, a partir de 2024, un subsidio estatal de 3.000 € para los compradores de autos nuevos con un costo inferior a 45.000 €, complementado con 1.500 € aportados por los fabricantes. El economista Peter Bofinger criticó la decisión, afirmando: “Al eliminar estas ayudas, el gobierno no solo encarece la compra de autos eléctricos, sino que también perjudica a la industria automotriz nacional, especialmente a Volkswagen, que ya enfrenta dificultades en la transición hacia la electromovilidad.”

Comparación de las emisiones de CO2 de los distintos modos de transporte en 2019.

La movilidad eléctrica parece inevitable: a partir de 2035, no se permitirán nuevos autos con combustibles fósiles en la Unión Europea, salvo por una excepción para los llamados E-Fuels, combustibles sintéticos producidos con energías renovables.

El cambio más notable se ve en el comportamiento de las personas. En las ciudades, las nuevas generaciones ya no ven al auto como un símbolo de estatus. Ahora, libertad y aventura se asocian más con opciones como el carsharing, que permite alquilar vehículos de forma flexible y digital. El auto ha pasado de ser un objeto de prestigio a convertirse en una herramienta práctica, usada de manera similar a cómo consumimos películas o música a través de plataformas de streaming, sin necesidad de poseerlo.

Queda por ver si estos cambios lograrán transformar el transporte de manera ecológica a largo plazo. Los desafíos son enormes: en Alemania, actualmente viajan en promedio 1,4 personas por coche. Si ese número se duplicara a 2,8, la cantidad de vehículos en las calles podría reducirse a la mitad. Sin embargo, iniciativas como la app de bicicletas de Deutsche Bahn demuestran que, aunque pequeños, los avances son posibles. En Berlín, gracias a esta aplicación, se recorrieron diez millones de kilómetros en bicicleta en un año, lo que equivale a dar casi 250 vueltas al mundo.

*Esteban Engel es de origen argentino-alemán. Como periodista, trabajó para la Agencia Alemana de Prensa (dpa). Fue corresponsal en Venezuela, Brasil y Berlín.

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