Buenos Aires (AT) – La historia de Faber-Castell comenzó en 1761 cuando Kaspar Faber, un humilde carpintero de Stein, cerca de Núremberg, decidió emprender su propio negocio de fabricación de lápices. En una época en la que los lápices se fabricaban de forma artesanal, Kaspar creó una pequeña línea de producción donde tallaba manualmente los cuerpos de madera y colocaba las minas de grafito. Su esposa vendía los productos en el mercado local, sentando las bases de lo que años después sería una marca reconocida internacionalmente.
Con el tiempo, el taller fue pasando de generación en generación, hasta que en 1839, Lothar Faber, nieto de Kaspar, asumió la dirección de la empresa. Este joven visionario de 22 años vio más allá de los límites locales y transformó el negocio familiar en una potencia industrial. Bajo su liderazgo, la compañía adoptó innovaciones tecnológicas, mejoró la calidad de los lápices y comenzó a expandirse internacionalmente.
Lothar von Faber: el arquitecto de un imperio global
Lothar von Faber no solo revolucionó la producción de lápices al incorporar nuevas técnicas, como la mezcla de grafito con arcilla para ajustar la dureza de las minas, sino que también introdujo estándares de calidad que diferenciaron sus productos. Fue el creador del concepto de los “lápices de marca”, estampando el nombre de la empresa en cada pieza. De esta manera, los “A.W. Faber” se convirtieron en los primeros lápices reconocidos por su nombre en todo el mundo.
Bajo su gestión, la compañía abrió sucursales en Nueva York, Londres, París y San Petersburgo, consolidándose como una de las primeras empresas verdaderamente globales. En 1862, su éxito le valió un título nobiliario otorgado por el rey bávaro Maximiliano II, convirtiéndolo en Lothar Freiherr von Faber (Lothar, Barón de Faber).
Lothar no solo dejó un legado empresarial, sino también un ejemplo de responsabilidad social. Fue un pionero en la creación de políticas de bienestar laboral, como la construcción de viviendas para empleados, el establecimiento de una caja de ahorro y la implementación de uno de los primeros jardines de infancia en Alemania.
El nacimiento de Faber-Castell
El matrimonio entre Ottilie von Faber, nieta de Lothar, y el conde Alexander zu Castell-Rüdenhausen en 1898 marcó un hito en la historia de la empresa. Este evento unió dos linajes nobles y dio lugar al nombre Faber-Castell, que se mantiene hasta la actualidad. Sin embargo, el cambio no fue solo nominal. Durante este periodo, se introdujo el icónico lápiz “Castell 9000”, conocido por su color verde característico, inspirado en el uniforme del regimiento del conde Alexander.
Además, bajo la dirección de Alexander, se construyó el Castillo de Stein, un majestuoso edificio en estilo Jugendstil que reflejaba el prestigio y la tradición de la familia. Este castillo no solo se convirtió en un símbolo del legado Faber-Castell, sino también en un centro cultural y administrativo de la empresa.
Enfrentando los desafíos del siglo XX a través de la innovación
El siglo XX trajo consigo enormes desafíos para Faber-Castell. Las dos guerras mundiales afectaron gravemente a la compañía, que perdió fábricas y mercados clave en el extranjero. Sin embargo, gracias a su capacidad de adaptación e innovación, logró superar estas adversidades. En 1948, la empresa lanzó el lápiz técnico “TK”, diseñado para satisfacer las necesidades de artistas e ingenieros, marcando el inicio de una nueva era.
Durante la posguerra, Faber-Castell diversificó su oferta, añadiendo productos como bolígrafos, estilográficas y lápices de colores. Además, incursionó en el sector cosmético con la fabricación de delineadores y lápices de maquillaje, ampliando su alcance en mercados globales.
Un legado sostenible
A partir de la década de 1990, bajo la dirección de Anton-Wolfgang Graf von Faber-Castell, la empresa adoptó un enfoque más consciente en términos de sostenibilidad. Faber-Castell adquirió 8.000 hectáreas de bosques en Brasil, que utiliza para la producción de lápices. Estos bosques no solo garantizan el abastecimiento de madera, sino que también contribuyen a la preservación del medio ambiente mediante un riguroso programa de reforestación.
En 2010, la compañía firmó una Carta Social que garantiza condiciones laborales justas en todas sus operaciones globales, alineándose con los principios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Estas iniciativas reflejan un compromiso continuo con los valores que han definido a la marca desde sus inicios.
Una familia al servicio del arte y la cultura
La familia Faber-Castell siempre ha estado vinculada al arte y la cultura. El Castillo de Stein, que sigue siendo la sede central de la empresa, alberga exposiciones y eventos que celebran la historia de la escritura y el dibujo. Además, la compañía colabora con artistas y diseñadores para desarrollar productos innovadores que inspiran la creatividad.
En 2023, se publicó un libro titulado Lothar Freiherr von Faber und die Bleistiftdynastie (Lothar, Barón de Faber y la Dinastía del Lápiz), escrito por la archivista Renate Hilsenbeck. Este volumen de casi 500 páginas recopila cartas, diarios y documentos empresariales que ofrecen una visión profunda de la vida y el legado de Lothar. Según Hilsenbeck, el libro “revela aspectos desconocidos de la familia Faber y destaca su impacto tanto en la industria como en la sociedad del siglo XIX”.
Presente y futuro: la novena generación al mando
Hoy, la empresa está dirigida por la novena generación de la familia. Las condesas Sarah y Victoria von Faber-Castell, descendientes directas de Lothar, desempeñan un papel activo en la preservación del legado familiar y en la gestión de la marca. Ambas destacan la importancia de los valores transmitidos a lo largo de las generaciones. “La sostenibilidad y el compromiso social siguen siendo pilares fundamentales de nuestra filosofía empresarial”, afirmó la condesa Sarah en una entrevista reciente.
Con una producción anual de más de 2.000 millones de lápices y presencia en más de 120 países, Faber-Castell sigue siendo líder en su sector. Además, continúa explorando nuevas oportunidades en mercados emergentes, especialmente en Asia y América Latina.
Una historia que sigue escribiéndose
La dinastía Faber-Castell no es solo un ejemplo de éxito empresarial, sino también de cómo la tradición, la innovación y el compromiso social pueden converger para crear un legado duradero. Desde los humildes comienzos de Kaspar Faber hasta la dirección actual de Sarah y Victoria, la marca ha demostrado que su verdadero valor radica en la capacidad de adaptarse sin perder de vista sus raíces.
Mientras el mundo avanza hacia un futuro digital, Faber-Castell continúa siendo un símbolo de creatividad y excelencia, demostrando que, incluso en la era de las pantallas, el poder de un lápiz sigue siendo insustituible.
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