Buenos Aires (AT) – El 23 de febrero de 2025, Alemania se enfrenta a unas elecciones decisivas en un contexto de crisis política y económica. Con la caída del gobierno de coalición y la incertidumbre social, el país deberá elegir un nuevo líder que haga frente a problemas urgentes como el estancamiento económico, la crisis de vivienda, la desconfianza en las instituciones y el debate migratorio.
Friedrich Merz, líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), encabeza las encuestas, mientras que Olaf Scholz, actual canciller, tiene pocas probabilidades de reelección.
Alemania, la mayor economía de Europa, atraviesa un período de estancamiento. Tras dos años sin crecimiento, la percepción sobre el nivel de vida se desplomó. En 2023, el 42% de los alemanes consideraba que su situación mejoraba, pero en 2024 esa cifra cayó al 27%.
Las previsiones no son alentadoras. La Comisión Europea señala que Alemania será la economía con peor desempeño en la Unión Europea en 2025. El país sigue sintiendo el impacto del aumento en los costos energéticos tras la invasión rusa a Ucrania, y su otrora poderosa industria atraviesa una desaceleración que ha provocado miles de despidos en empresas icónicas.
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Por si fuera poco, Estados Unidos desplazó a China como principal socio comercial de Alemania. Sin embargo, la posibilidad de que Donald Trump regrese a la presidencia y cumpla su amenaza de imponer aranceles podría generar un impacto aún mayor en la economía alemana, sumando presión sobre los consumidores.
Crisis habitacional: una bomba de tiempo
El acceso a vivienda en Alemania se convirtió en una de las principales preocupaciones de la población. Por primera vez desde 2006, los ciudadanos están divididos entre quienes están satisfechos (47%) y quienes están insatisfechos (46%) con la oferta de viviendas accesibles. La insatisfacción fue en aumento durante los últimos 15 años, reflejando una crisis estructural.
En 2010, el 73% de los alemanes consideraba que la vivienda en sus ciudades era accesible. Hoy, el país está entre los que sufrieron la mayor caída en satisfacción a nivel global. Altas tasas de interés y costos de construcción elevados redujeron la oferta de nuevas viviendas, impidiendo al gobierno cumplir con sus ambiciosos objetivos de urbanización. En las grandes ciudades, la competencia por el alquiler ha disparado los precios y ha dejado a millones de personas en condiciones de hacinamiento.
El declive de la confianza en el gobierno
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Las instituciones alemanas son tradicionalmente un pilar de estabilidad. Sin embargo, la confianza en el gobierno nacional se encuentra en su punto más bajo en más de una década. Solo el 50% de los ciudadanos expresa confianza en sus gobernantes, muy por debajo del 65% registrado en 2020, cuando Angela Merkel aún lideraba el país.
Bajo la gestión de Merkel, Alemania se destacaba en Europa por la solidez de sus instituciones. Hoy, esa ventaja desapareció, y el descontento político crece. La incertidumbre sobre el futuro liderazgo del país refleja este desencanto.
Migración: un debate cada vez más tenso
Alemania es históricamente un destino clave para los migrantes en Europa. Sin embargo, la percepción de la población sobre este fenómeno cambió. En 2016, el país alcanzó 7.1 puntos en el Índice de Aceptación de Migrantes de Gallup, superando a Reino Unido (6.6), Francia (6.5) e Italia (6.5). En 2022, la aceptación subió a 7.3, pero en 2023 cayó a 6.4, quedando por debajo de su nivel en 2016.
Mientras Francia e Italia sostuvieron posturas similares a lo largo de los años, Alemania es el único país europeo donde la aceptación de migrantes ha disminuido considerablemente. La migración se convirtió en un tema central en la campaña electoral, con el candidato Friedrich Merz proponiendo endurecer las políticas migratorias con el respaldo de la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD). Esto generó críticas de la propia Merkel, quien advirtió sobre el riesgo de adoptar posturas extremas.
El papel de Alemania en Europa: liderazgo en duda
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El liderazgo alemán en Europa también enfrenta desafíos. Mientras que la mayoría de los europeos sigue aprobando la gestión del país, el respaldo cayó en los últimos 12 meses, pasando de un 60% a un 54%.
En países como Eslovenia (-16 puntos), Noruega (-15) y Finlandia (-12), la percepción sobre el liderazgo alemán se deterioró considerablemente. Alemania fue un pilar de estabilidad en la región, pero la incertidumbre política interna y los conflictos en Ucrania y Medio Oriente afectan su posición.
Las elecciones de febrero serán decisivas no solo para Alemania, sino también para la Unión Europea. Con Francia enfrentando su propia crisis política y Estados Unidos en una posible transición hacia un liderazgo más proteccionista, el papel de Alemania como referente del bloque está en riesgo.
El país enfrenta una tormenta perfecta: crisis económica, colapso del acceso a la vivienda, desconfianza en el gobierno, tensiones por la migración y un liderazgo internacional en declive. En este contexto, la elección del 23 de febrero será crucial.
El nuevo canciller no solo deberá enfrentar los desafíos internos, sino también definir el rol de Alemania en un mundo en transformación. ¿Podrá Alemania recuperar la estabilidad o entrará en una nueva era de incertidumbre?
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