Buenos Aires (AT) – Friedrich Froebel, nacido en 1782 en el seno de una familia religiosa en Oberweissbach, Alemania, es conocido mundialmente como el creador del jardín de infantes. Su revolucionaria visión de la educación infantil sentó las bases para la pedagogía moderna y transformó la manera en que entendemos el desarrollo temprano de los niños. Este artículo examina la vida de Froebel, sus innovaciones educativas y el impacto duradero de su trabajo en la educación.
Los primeros años y la formación de Froebel
Friedrich Wilhelm August Froebel nació el 21 de abril de 1782. Desde joven, Froebel experimentó una educación estricta y religiosa que marcó profundamente su percepción del aprendizaje y el desarrollo humano. Tras la muerte de su madre cuando tenía solo nueve meses, Froebel fue criado por su padre, un pastor protestante, y su madrastra, en un ambiente que enfatizaba la disciplina y la piedad.
A pesar de las dificultades, Froebel mostró un temprano interés por la naturaleza y las matemáticas. A los diez años, fue enviado a vivir con su tío, quien fomentó su amor por el aprendizaje. A lo largo de su juventud, Froebel trabajó en varios empleos y estudió en diversas instituciones, incluyendo la Universidad de Jena, donde se interesó por la filosofía y la educación.
Influencias filosóficas y pedagógicas
Las ideas de Froebel sobre la educación fueron influenciadas por varios pensadores y educadores prominentes de la época. Entre ellos se encontraban Johann Heinrich Pestalozzi, cuyas ideas sobre la educación integral y el aprendizaje a través de la actividad práctica inspiraron a Froebel. Además, la filosofía de la naturaleza de Friedrich Schelling y las teorías educativas de Johann Wolfgang von Goethe tuvieron un impacto significativo en su pensamiento.
En 1805, Froebel comenzó a trabajar como asistente de enseñanza en la escuela modelo de Pestalozzi en Yverdon, Suiza. Allí, adoptó y refinó los principios pedagógicos de Pestalozzi, centrándose en el desarrollo emocional, social y físico de los niños a través de experiencias prácticas y el juego.
La creación del jardín de infantes
En 1837, Froebel fundó el primer jardín de infantes en Bad Blankenburg, Alemania. El término “Kindergarten” (jardín de infantes) refleja la visión de Froebel de un entorno educativo que nutre el crecimiento natural de los niños, similar a cómo un jardín cuida de las plantas. Froebel creía que los niños aprendían mejor a través del juego y la exploración, y que la educación temprana debía fomentar su creatividad, independencia y amor por el aprendizaje.
El jardín de infantes de Froebel se centraba en actividades estructuradas y libres que incluían canciones, juegos, jardinería y el uso de materiales educativos diseñados específicamente, conocidos como “dones” (Gifts) y “ocupaciones” (Occupations). Estos materiales, que incluían bloques, tablas y formas geométricas, estaban destinados a ayudar a los niños a entender conceptos abstractos a través de la manipulación concreta y la observación.
Principios pedagógicos de Froebel
Los principios pedagógicos de Froebel se basaban en varias ideas clave:
- Aprendizaje a través del Juego: Froebel sostenía que el juego es la forma más alta de actividad infantil, permitiendo a los niños explorar el mundo, expresar sus emociones y desarrollar habilidades cognitivas y sociales.
- Interacción con la Naturaleza: Creía que la naturaleza era una herramienta educativa esencial. Los niños debían pasar tiempo al aire libre, aprendiendo sobre plantas, animales y los ciclos de la vida.
- Educación Integral: Froebel promovía un enfoque integral que incluía el desarrollo físico, emocional, social y cognitivo de los niños. Cada aspecto del desarrollo era visto como interconectado y crucial para el crecimiento armonioso del niño.
- Materiales Educativos: Los dones y ocupaciones diseñados por Froebel eran herramientas fundamentales para el aprendizaje. Estos materiales estaban diseñados para ser manipulativos y abiertos, fomentando la creatividad y el pensamiento crítico.
Expansión y Resistencia
A pesar de la resistencia inicial de algunos sectores conservadores que veían sus métodos como poco convencionales, el concepto de jardín de infantes se expandió rápidamente por Alemania y otros países europeos. En la década de 1850, la idea de Froebel llegó a Estados Unidos, donde se adoptó y adaptó en varios estados.
Sin embargo, Froebel enfrentó desafíos significativos a lo largo de su vida. En 1851, el gobierno prusiano prohibió los jardines de infantes, alegando que promovían el liberalismo y la desobediencia civil. A pesar de este contratiempo, Froebel continuó defendiendo su visión educativa hasta su muerte en 1852.
Legado y relevancia moderna
El legado de Friedrich Froebel es inmenso y perdurable. Sus ideas sobre la importancia del juego en la educación temprana y la creación de entornos de aprendizaje enriquecedores han influido profundamente en la pedagogía moderna. Hoy en día, los jardines de infantes son una parte integral de los sistemas educativos en todo el mundo, y sus principios siguen guiando las prácticas educativas.
El enfoque de Froebel en el desarrollo integral del niño, la creatividad y la interacción con la naturaleza resuena en las prácticas pedagógicas contemporáneas. Programas educativos como Montessori, Reggio Emilia y Waldorf incorporan muchos de los principios establecidos por Froebel, demostrando la relevancia continua de sus ideas.
Friedrich Froebel fue un pionero visionario cuyo trabajo transformó la educación infantil. Su creación del jardín de infantes y sus innovaciones pedagógicas han dejado una huella indeleble en la manera en que entendemos y abordamos el desarrollo temprano de los niños. A través de su énfasis en el juego, la creatividad y la conexión con la naturaleza, Froebel nos mostró que la educación es un proceso vital y orgánico, destinado a cultivar el potencial innato de cada niño. Su legado perdura, inspirando a generaciones de educadores y enriqueciendo la vida de niños en todo el mundo.
Froebel y el método DAL
Por Romina Mühlen*
Es imperioso redescubrir y reinterpretar el legado de Friedrich Froebel en el contexto de la educación infantil contemporánea. Este visionario pedagogo, considerado el padre del jardín de infantes, no solo revolucionó la forma de entender el aprendizaje de los más pequeños sino que también diseñó un entorno educativo formal que favorecía y potenciaba el desarrollo integral de los niños. Su enfoque respetaba profundamente las necesidades auténticas de la infancia, ayudándoles a crecer como seres completos y equilibrados.
Hoy, lamentablemente, nuestro sistema educativo parece haber caído en una mecánica automatizada. Se centra en llenar las mentes infantiles con contenidos académicos, priorizando el “hacer” por encima de la esencia del “ser”. Pero ¿de qué sirve una educación que enseña a resolver ecuaciones si no prepara a los niños para enfrentar las complejidades emocionales de la vida?
Vivimos en un mundo en constante cambio, lleno de desafíos, y aunque dotar a los niños de habilidades cognitivas y técnicas es fundamental, no podemos ignorar la importancia de cultivar su espíritu y su capacidad para gestionar emociones, superar adversidades familiares, levantarse tras las caídas y mantener una actitud de entusiasmo y asombro hacia la vida. Esto en mi opinión se construye progresivamente y de manera constante a lo largo de toda una vida pero, sin lugar a duda, comenzando en las edades tempranas.
Pienso que aspectos esenciales no se resuelven desde la mera acumulación de conocimientos, sino desde el corazón, desde el fortalecimiento del espíritu humano. Este ha sido siempre mi credo como docente: buscar calidad y calidez de enseñanza a partir de un equilibrio entre el “ser” y el “hacer”, entre la cognición y la emoción, entre el juego y el trabajo, entre actividades dirigidas y libres, entre momentos de atención y de distensión, entre relaciones grupales y las individuales.
Con más de 20 años de experiencia en la educación infantil, no puedo estar más alineada con los principios pedagógicos de Pestalozzi y Froebel. Desde estos pilares, desarrollé el método DAL (Deutsch Aktiv Lehren), concebido para niños del siglo XXI, un siglo transformado radicalmente por los avances tecnológicos, no solo en el ámbito del trabajo, la economía, el entretenimiento, en la comunicación, en la salud, en las relaciones interpersonales y en la educación sino también en el seno mismo del propio hogar de cada niño. Mi intención no es juzgar estos cambios, sino subrayar que, ante esta realidad, necesitamos volver a conectar con las verdades pedagógicas que Froebel y otros grandes educadores nos legaron.
La educación infantil debe recuperar su propósito esencial: formar seres humanos integrales, capaces de afrontar la vida con equilibrio entre la mente y el corazón. Solo así podremos preparar a nuestros niños, no solo para enfrentar el mundo que les espera, sino también para transformarlo con creatividad, resiliencia y sentido humano. Todo esto necesita de un tiempo y espacio dentro de la educación formal. En este marco, el método DAL plantea una nueva visión hacia la enseñanza de una lengua extranjera, integrando en el proceso de enseñanza-aprendizaje lo que el niño realmente necesita y lo que es de su interés en cada etapa de su desarrollo.
El método DAL es un sistema de enseñanza de un idioma extranjero a niños de entre 2 a 5 años que los involucra activamente en su proceso de aprendizaje creando para ello un entorno emocionalmente ameno, lúdico, alegre y estimulante. Utiliza el propio cuerpo del niño como herramienta para enseñar: Su cuerpo físico (el que le permite desplegar destrezas, movimientos), su cuerpo sensorial (por medio del cual le da significado al mundo que lo rodea) y su cuerpo emocional (sensaciones, sentimientos, emociones que afloran).
Se basa en una pedagogía consciente que transforma la educación al situar al niño en el centro de su propio aprendizaje, no solo como un explorador o descubridor de conocimientos, sino como un ser integral: emocional, social, físico y espiritual, en constante evolución. Promueve una enseñanza vivencial y profundamente significativa del idioma extranjero, que impacta tanto al docente como al niño. Para el docente, porque lo acompaña en un proceso continuo de guía y crecimiento profesional; y para el niño, porque transforma el aprendizaje en una experiencia auténtica, enriquecedora y potenciadora de sus capacidades. Sin duda, el legado de Friedrich Froebel vive en el corazón del método DAL.
*Romina Mühlen, máster en bilingüismo, educadora infantil en edades tempranasy creadora del método de enseñanza DAL (Deutsch Aktiv Lehren)
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