Viajar más allá de la órbita terrestre plantea un desafío técnico central: generar oxígeno de manera confiable. Hasta ahora, los sistemas disponibles funcionan, pero requieren mecanismos complejos y voluminosos. Un equipo internacional de científicos mostró que un simple imán puede facilitar el proceso. El hallazgo abre la puerta a sistemas más livianos y confiables para sostener la vida en el espacio profundo.
La electrólisis permite dividir agua en oxígeno e hidrógeno mediante electricidad. En la Tierra, el gas se desprende en burbujas que suben a la superficie. En ingravidez, esas burbujas se adhieren a los electrodos, lo que dificulta la reacción.
En la Estación Espacial Internacional existe un sistema que soluciona el problema al hacer girar el agua para separar las burbujas. Sin embargo, este método implica equipos pesados, con piezas móviles que pueden fallar. Según la NASA, el sistema actual ocupa varios módulos y demanda mantenimiento constante.

El experimento reciente plantea un camino alternativo. Al colocar un imán de neodimio cerca de los electrodos, las burbujas se despegan con mayor facilidad. El mecanismo no requiere motores, apenas un campo magnético bien orientado.
Pruebas en Alemania con caída libre
El ensayo se realizó en el Bremen Drop Tower, un centro de investigación alemán especializado en microgravedad. Allí, las cápsulas de prueba son impulsadas hasta 120 metros de altura y luego caen en condiciones de ingravidez durante unos segundos.
El ingeniero aeroespacial Álvaro Romero-Calvo, de la Universidad de Georgia Tech, dirigió el proyecto. En las pruebas, los electrodos equipados con imanes liberaron burbujas que se desplazaron hacia los costados, mientras que los que no tenían imán permanecieron cubiertos y con la reacción bloqueada.
El estudio, publicado el 18 de agosto en la revista Nature Chemistry, mostró que los imanes funcionan de dos maneras distintas. Por un lado, el campo magnético vuelve al agua ligeramente magnética, lo que provoca que las burbujas se desplacen hacia la zona del imán. Por otro lado, cuando se agrega ácido al agua para aumentar la conductividad, se generan iones que, al atravesar el campo, experimentan una fuerza lateral. Ese empuje extra genera un movimiento en espiral que ayuda a concentrar las burbujas en el centro del dispositivo.
Implicancias para misiones a Marte
El control de burbujas es mucho más que un detalle técnico. Sin oxígeno confiable, cualquier misión tripulada a Marte resulta inviable. Un viaje de ida y vuelta podría durar entre 18 y 30 meses, con tripulaciones de seis a diez astronautas. Según cálculos de la NASA, cada persona necesita al menos 0,84 kg de oxígeno por día. Para una misión de dos años con seis astronautas, la demanda superaría las 3,600 toneladas de oxígeno.
Transportar semejante volumen desde la Tierra es impracticable por costos y peso. La única opción viable es producir oxígeno en el espacio de forma continua. El sistema actual de la Estación Espacial Internacional requiere rotación, bombas y piezas móviles. Un dispositivo basado en imanes reduciría mantenimiento, consumo eléctrico y espacio ocupado.

Los investigadores creen que la técnica también puede aplicarse en bases lunares. La Agencia Espacial Europea estima que la Luna podría servir como plataforma intermedia para lanzar misiones de larga distancia. Un sistema más simple de producción de oxígeno sería clave en ese escenario.
Además, la reducción de componentes móviles disminuiría la probabilidad de fallos. En el espacio, cada reparación implica riesgos y costos. Cuanto más simple sea la tecnología, más segura resulta la misión.
Romero-Calvo afirmó que la confiabilidad es tan importante como la eficiencia. La meta no es solo producir oxígeno, sino garantizar que pueda sostenerse la vida en cualquier circunstancia.
Un paso más hacia la exploración profunda
El avance con imanes no resuelve todos los desafíos, pero representa un paso concreto. Falta comprobar cómo se comportaría un sistema completo en periodos prolongados de microgravedad, algo que solo podría confirmarse en la Estación Espacial Internacional.

Las agencias espaciales se preparan para la próxima década con proyectos ambiciosos. La NASA mantiene su programa Artemis, que prevé regresar astronautas a la Luna hacia 2026. China también avanza en planes de establecer una base lunar antes de 2030. Europa coopera en proyectos conjuntos de habitabilidad espacial.
La producción de oxígeno seguirá siendo un punto crítico. El uso de imanes podría simplificar la tecnología necesaria, reducir costos y aumentar la seguridad de quienes viajen más allá de la órbita terrestre.



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