El hallazgo que conmovió a Mar del Plata duró poco. La pintura robada durante la Segunda Guerra Mundial, atribuida a la colección del marchand judío Jacques Goudstikker y vinculada al saqueo de los nazis, que había sido identificada en fotos de una casa en venta, ya no estaba cuando la Justicia llegó al lugar. Un caso de película que reabrió viejas preguntas sobre la expropiación y la restitución de obras.
Todo empezó con un aviso inmobiliario: en imágenes de una vivienda de Parque Luro, en Mar del Plata, se veía un retrato antiguo colgado en la pared. Investigadores y periodistas cruzaron datos y dieron con una pista clave: la propiedad estaría ligada a herederas de Friedrich Kadgien, un jerarca del régimen que se radicó en la Argentina tras la guerra. El rastro de la obra se hizo público y activó un operativo judicial.
La pieza señalada es “Retrato de una dama”, del italiano Giuseppe Ghislandi (siglo XVII), una pintura robada en 1946 en los Países Bajos, cuando la ocupación alemana obligó a Goudstikker a desprenderse de su colección bajo coerción. La pista argentina se conectó de inmediato con la Lost Art Database y con reclamos de larga data de los herederos.

Cuando la policía allanó la vivienda, el cuadro robado por los nazis ya no estaba. En su lugar, según la investigación, había un tapiz y marcas recientes en la pared. Se secuestraron piezas y se abrió una causa por encubrimiento y posible contrabando, con la mira puesta en cómo salió la obra y quién la movió.
Desde Europa, especialistas en patrimonio confirmaron, a partir de las fotos del aviso, la atribución preliminar de la obra y señalaron que podría haber otra pieza vinculada al mismo acervo, una naturaleza muerta de Abraham Mignon. La familia Goudstikker anunció medidas legales, mientras autoridades neerlandesas reforzaron la cooperación internacional.
Qué se sabe de la pintura robada y del rastro de los nazis
¿Quién era Friedrich Kadgien? Fuentes históricas lo ubican como un alto burócrata con conexiones con la cúpula del régimen —se lo describe como colaborador de Hermann Göring— que, tras la guerra, pasó por Suiza y Brasil antes de instalarse en la Argentina. La hipótesis de los investigadores es que la pintura robada viajó con él y permaneció en manos de su familia.
El frente judicial es complejo. Al tratarse de arte apropiado por los nazis, los delitos conexos (ocultamiento o encubrimiento) tienen particularidades: no prescriben de manera ordinaria y suelen activar canales de cooperación como Interpol y peritajes internacionales para reconstruir la cadena de propiedad. En este expediente, la pesquisa argentina continuaba con medidas para reconstruir la salida del cuadro del domicilio marplatense.

Para la comunidad germano-argentina, el caso vuelve a poner en agenda un debate sensible: cómo reparar —en lo posible— el daño cultural del saqueo y garantizar procesos transparentes de restitución.
El expediente Goudstikker es, además, un símbolo de esa lucha: tras años de reclamos, sus herederos recuperaron más de 200 obras en 2006, un antecedente que hoy vuelve a cobrar relevancia frente al hallazgo argentino. Que la pintura robada haya desaparecido otra vez recuerda que los procesos no son lineales y que cada recuperación demanda tiempo, acuerdos y pruebas firmes.
¿Qué viene ahora? Peritajes sobre las fotografías originales del aviso, seguimiento de movimientos de bienes, requerimientos a portales inmobiliarios y eventuales exhortos para trazar la ruta de la obra. Si el retrato reaparece, deberá acreditarse su origen lícito o, de lo contrario, avanzar en la restitución. En cualquier escenario, el caso ya dejó una lección: la colaboración entre periodistas, archivos y fiscalías puede destapar décadas de silencio alrededor de una pintura robada por los nazis.
Mientras tanto, Mar del Plata quedó en el centro de la escena. En pocas semanas, una casa de barrio, un aviso online y una pared con “marcas frescas” terminaron iluminando el lado más oscuro del mercado del arte. El reto, ahora, es que la Justicia y los organismos culturales logren que el cuadro robado por los nazis deje de desaparecer y encuentre, de una vez, su lugar definitivo.



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