El Salón de Múnich abrirá sus puertas mañana, martes 9 de septiembre, y transformará por cinco días a la ciudad bávara en epicentro de la movilidad global. El evento, oficialmente conocido como IAA Mobility 2025, promete confirmar su relevancia tras años de dudas. Se espera que la feria muestre un dato central: la industria automotriz alemana parece decidida a recuperar la iniciativa y plantarse frente a la avanzada china que, con sus autos eléctricos, amenaza con desplazar su liderazgo.
BMW presentará el nuevo iX3 eléctrico, primer modelo de la “Neue Klasse”, una familia que recordará a la que salvó a la empresa en los años sesenta. Mercedes develará su GLC eléctrico con más de 600 kilómetros de autonomía, y Audi mostrará en Milán un concept car que adelantará su futuro lenguaje de diseño.
Según datos de la propia BMW, el proyecto Neue Klasse habrá recibido entre 10.000 y 12.000 millones de euros de inversión, una cifra que explicará la apuesta estratégica del grupo.

Una feria bajo presión
El contexto no podrá entenderse sin mirar el mapa global. En los últimos años, los fabricantes alemanes han sufrido una caída de mercado en China, donde BYD y Xpeng han acaparado ventas gracias a modelos eléctricos más accesibles. A eso se suman los costos energéticos elevados en Alemania, la discusión europea por la eliminación de motores a combustión y la presión de los aranceles estadounidenses.
Pese a todo, se espera que las empresas busquen enviar un mensaje claro: la industria alemana no está dispuesta a ceder terreno. “Será un relanzamiento, un Aufbruchssignal”, anticipa un portavoz del Verband der Automobilindustrie (VDA), la poderosa asociación que organiza la feria desde 1897.

China pisará fuerte en Alemania
Pero el avance chino será innegable. Nunca antes tantos fabricantes de ese país habrán participado en la IAA. BYD presentará el monovolumen Denza D9 y anunciará la apertura de una planta en Hungría que permitirá esquivar aranceles europeos.
Xpeng, otro de los grandes jugadores, adelantará que ampliará su red de concesionarios y talleres para conquistar a un consumidor alemán históricamente reticente a confiar en marcas extranjeras.
La estrategia será clara: seducir con precios competitivos, diseño atractivo y la promesa de infraestructura local. Como resumió el analista Ferdinand Dudenhöffer en declaraciones a Handelsblatt: “China ya no será un invitado, será un actor que busca quedarse”.

Europa buscará aliados y alternativas
El Salón también tendrá otras sorpresas. Hyundai regresará con fuerza con su Ioniq 2, un eléctrico compacto pensado para ser más accesible. La turca Togg presentará el SUV T10X y una berlina en versión de producción. Volvo, tras una ausencia, mostrará su ES90, su primera berlina eléctrica. Tesla, en cambio, volverá a brillar por su ausencia.
La diversidad de lanzamientos mostrará que el mercado europeo intenta equilibrar la presión asiática con innovación propia y la llegada de nuevos jugadores. Según datos oficiales de la organización, la feria reunirá a más de 750 expositores de 38 países y esperará superar los 500.000 visitantes, una cifra similar a la edición 2023.

Un evento con historia y tensiones
El IAA nació en 1897 en Berlín y, tras pasar décadas en Frankfurt, se mudó en 2021 a Múnich para aggiornarse a los nuevos tiempos. En esta edición no será solo una exposición de autos: incluirá bicicletas, movilidad urbana y debates sobre sustentabilidad. Pero la feria también convivirá con la protesta social: se espera que organizaciones ambientalistas marchen en el centro de Múnich para denunciar lo que consideran un “greenwashing” de las automotrices.

El pulso por el futuro
Se anticipa que el Salón de Múnich 2025 quedará en la memoria como el capítulo donde se evidenciará el pulso entre dos potencias industriales. De un lado, la tradición y el peso simbólico de los fabricantes alemanes, con un mercado interno exigente y una historia de innovación. Del otro, la energía expansiva de las marcas chinas, que llegarán con precios agresivos y la ambición de conquistar Europa desde adentro. La próxima batalla será comercial, tecnológica y política.
Alemania apostará a que sus nuevas plataformas eléctricas repliquen el éxito de la “Neue Klasse” de los sesenta. China, en cambio, buscará que Hungría sea su puerta de entrada definitiva al continente. El Salón, en este sentido, no solo será una vitrina de autos: será un espejo de cómo se jugará el liderazgo de la movilidad global.





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