BMW y Mercedes-Benz protagonizaron este año uno de los cruces más esperados en la industria automotriz alemana. En el marco del Salón del Automóvil IAA 2025, celebrado en Múnich, ambas marcas presentaron sus nuevos modelos eléctricos de gama media-alta: el BMW iX3 y el Mercedes GLC EQ. El evento marcó un punto de inflexión para ambos fabricantes, que necesitan desesperadamente recuperar terreno en un mercado global dominado por la electrificación.
El modelo que definirá el futuro de BMW
El BMW iX3, presentado como la primera expresión concreta de la llamada “Neue Klasse” (Nueva Clase), representa mucho más que un simple lanzamiento. Es, según el CEO de la compañía, Oliver Zipse, “el mayor proyecto de futuro de la marca”. Producido en la planta de Debrecen, Hungría, el vehículo se diseñó como eléctrico desde el inicio y deja atrás los compromisos del modelo anterior, que nació como una adaptación del X3 a baterías.

Con una longitud de 4,78 metros, el nuevo iX3 combina un diseño renovado, aerodinámico y minimalista con un interior completamente digitalizado. Los relojes tradicionales desaparecieron: toda la información se proyecta en un delgado panel bajo el parabrisas, acompañado por una pantalla táctil central. El volante también fue rediseñado, más compacto y deportivo.
El modelo base, denominado BMW iX3 50xDrive, entrega 469 caballos de fuerza (345 kW) y 675 Nm de torque. Gracias a su batería de 108,7 kWh, promete una autonomía de más de 800 kilómetros y puede recuperar 370 km en solo 10 minutos con carga ultrarrápida de hasta 400 kW. La aceleración es competitiva, aunque no se publicaron cifras oficiales detalladas.

Mercedes responde con elegancia y tecnología
La respuesta de Mercedes-Benz llegó con el GLC EQ 400 4MATIC, un SUV de 4,85 metros que toma como base al exitoso GLC a combustión, ahora completamente electrificado. “No presentamos solo un modelo nuevo, electrificamos nuestro bestseller con un diseño renovado, tecnología de punta y una performance que atrapa”, declaró Ola Källenius, CEO de Mercedes.
El GLC EQ entrega 489 caballos de fuerza (360 kW) a través de dos motores, uno por eje. Sin embargo, su batería es de 94 kWh, lo que limita la autonomía a unos 710 kilómetros en condiciones estándar. La velocidad máxima se regula a 210 km/h y el 0 a 100 se alcanza en 4,3 segundos. El sistema de carga, aunque potente, alcanza “solo” 330 kW, lo que lo coloca por debajo de su rival directo.
Uno de los diferenciales está en el confort interior: con un cockpit digital de 39 pulgadas, acabados de alta gama y una distribución más tradicional, el Mercedes busca cautivar a quienes priorizan el lujo y la familiaridad. El espacio de carga también es mayor: 570 litros, ampliables a 1.740 con los asientos rebatidos. Además, cuenta con un segundo baúl frontal (frunk) de 128 litros, versus los 58 litros del BMW.

Tecnología, pero sin conducción autónoma de nivel 3
Ambos modelos comparten una gran falencia en la era de la automatización: ninguno incorpora sistemas de conducción autónoma nivel 3, una funcionalidad que muchos usuarios ya esperan en vehículos de esta gama y precio. A pesar de contar con numerosos asistentes de manejo, aún no ofrecen la posibilidad de delegar la conducción bajo determinadas condiciones, algo que marcas como Tesla y Audi comienzan a implementar en ciertos mercados.

¿Competencia interna o doble riesgo?
El hecho de que los dos modelos apunten al mismo segmento de consumidores —SUV eléctricos premium, con precios de partida cercanos a los 70.000 euros— plantea un dilema estratégico. Ambos corren con la presión de convertirse en superventas que equilibren los tropiezos anteriores: modelos como el EQE, el EQS o incluso la G eléctrica no alcanzaron las expectativas de Mercedes; y BMW busca redimirse del poco impacto del anterior iX3, pensado originalmente solo para China.
Al estar construidos sobre plataformas totalmente diferentes y con filosofías de diseño distintas, cada modelo refleja el enfoque de su marca: BMW apuesta por la innovación radical; Mercedes, por la evolución sofisticada. Ambos, sin embargo, necesitan lo mismo: volumen de ventas, reconocimiento global y fidelidad en un mercado ferozmente competitivo.

Una IAA con aire local y ambiciones globales
La edición 2025 del Salón de Múnich —que vuelve a ser relevante a nivel europeo— no solo trajo novedades de China. Firmas alemanas como Audi, Volkswagen, Opel, BMW y Mercedes pisaron fuerte en esta edición que combinó exposición tradicional con exhibiciones urbanas en el centro de la ciudad. Si el clima acompaña, el formato podría repetirse cada dos años durante la próxima década.





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