En los últimos días, el Allianz Global Wealth Report 2025 volvió a ubicar a Suiza y Alemania entre las economías con mayor fortaleza financiera individual. El estudio reveló que las finanzas de los hogares en el mundo alcanzaron EUR269 billones en 2025, con un aumento del 8,7% respecto al año previo. El repunte de los mercados bursátiles, impulsado por la baja de tasas de interés y el entusiasmo por la inteligencia artificial, fue uno de los motores centrales.
Sin embargo, una encuesta reciente de Baloise y YouGov reveló que solo el 47% de los suizos logró ahorrar en los últimos seis meses, a pesar de que el 79% considera importante hacerlo. Esta discrepancia entre riqueza acumulada y capacidad de ahorro cotidiano constituye la paradoja suiza.
Altos costos y seguridad como barrera
Los datos muestran que los suizos enfrentan fuertes restricciones en su vida diaria. Los costos fijos, como vivienda, transporte y seguros, aparecen como el principal obstáculo para ahorrar. Aunque muchos disponen de un patrimonio elevado en valores y seguros, el dinero líquido que pueden reservar mes a mes es limitado.

Entre quienes sí logran ahorrar, casi la mitad consigue destinar hasta CHF1.000 por mes. El objetivo más frecuente es contar con un colchón ante gastos imprevistos. Los jóvenes menores de 30 años también ahorran para adquirir una vivienda, reflejando la presión por el costo de la propiedad en ciudades como Zúrich o Ginebra.
La preocupación por la jubilación añade otra capa de incertidumbre. Más de la mitad de los encuestados desearía retirarse antes, pero solo el 11% trabaja activamente para lograrlo. Un tercio considera que no será posible financiar una jubilación anticipada. Este temor se combina con un sistema de pensiones que muchos perciben como insuficiente o incierto, lo que reduce la confianza para planificar a largo plazo.
Falta de preparación financiera y educación limitada
La encuesta citada por Swissinfo también reveló que muchos suizos sienten que su conocimiento financiero es insuficiente. El 60% califica su educación en temas económicos como mediocre o menor, y la mayoría cree que la enseñanza financiera debería comenzar en la escuela. Actualmente, los conocimientos se transmiten principalmente a través de familiares, amigos o asesores, lo que genera diferencias en la preparación de cada hogar para enfrentar gastos y planificar inversiones.

La combinación de costos altos, falta de educación financiera y temor a pensiones insuficientes explica por qué, a pesar de la riqueza acumulada en activos, muchas personas no logran ahorrar. La paradoja se vuelve más evidente al comparar la percepción de bienestar: más de la mitad de los suizos (57%) se siente cómodo con su situación financiera actual, pero solo el 44% confía en mantenerla en el futuro.
Un contraste internacional
Si se compara con otros países, la situación suiza adquiere otra dimensión. Alemania también muestra un patrón de ahorro sólido. En 2024, sus activos financieros brutos llegaron a EUR9.420 mil millones y el patrimonio neto per cápita superó los EUR86.800. Allí, la mayor parte del crecimiento proviene del ahorro constante y no de la revalorización bursátil, una diferencia que refleja una disciplina financiera similar a la suiza, aunque con menores montos por persona.
Como se mencionó recientemente en una nota de este medio, Argentina presenta un aumento abrupto en activos financieros brutos, que alcanzaron EUR99 mil millones en 2024. El salto responde principalmente a factores inflacionarios y cambios en el tipo de cambio, más que a un ahorro sostenido. El patrimonio neto per cápita apenas llegó a EUR1.560, evidenciando la fragilidad del sistema financiero y la imposibilidad de comparar directamente la riqueza con la de países desarrollados.
La conclusión es clara: Suiza demuestra que la riqueza acumulada en un país no garantiza que sus habitantes puedan ahorrar con facilidad. Altos costos, incertidumbre sobre pensiones y educación financiera limitada generan una tensión cotidiana que afecta a casi la mitad de la población. Mientras Alemania y otros países europeos mantienen disciplina y estabilidad en el ahorro, y Argentina experimenta saltos artificiales, el ejemplo suizo refleja un fenómeno único: el lujo de la riqueza y la dificultad de la previsión personal conviven en un mismo territorio.




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