La economía suiza volvió a encender alarmas en octubre. Según los datos oficiales, el índice de precios al consumidor aumentó apenas un 0,1 % interanual, muy por debajo del 0,3 % que esperaba el mercado. A nivel mensual, los precios cayeron un 0,3 %. La combinación de una inflación casi plana, una moneda apreciada y tasas de interés en descenso configura un escenario que muchos en Suiza ya consideran riesgoso.

El fantasma de la deflación
El fenómeno no es nuevo. En mayo, Suiza ya había registrado una inflación interanual negativa de -0,1 %, algo que no ocurría desde hacía cuatro años. El Banco Nacional Suizo (BNS) identificó como principales causas de esa caída los menores precios en turismo y energía. Aunque el número parezca bajo, en el contexto de una economía que hace de la estabilidad su bandera, representa un síntoma preocupante. El temor no es menor: si los precios continúan cayendo, se podría consolidar un proceso deflacionario.

¿Demasiado fuerte para su propio bien?
La paradoja suiza es que su solidez económica atrae capitales que fortalecen aún más al franco. Desde comienzos de año, la moneda local se apreció más de un 10 % frente al dólar. Esa apreciación encarece las exportaciones, abarata las importaciones y alimenta la presión bajista sobre los precios internos. En otras palabras: Suiza podría estar pagando el precio de su reputación como refugio financiero global.
“El franco suizo se transformó en una apuesta silenciosa para los inversores más sofisticados”, explicó un informe reciente del medio económico Bloomberg. En ese mismo análisis se destaca que el país representa un caso de estudio sobre cómo las monedas se mueven más por confianza que por tasas de interés.

La reacción del Banco Nacional Suizo
Frente a este panorama, el BNS decidió reducir su tasa de referencia del 0,25 % al 0 %. En un comunicado, la entidad explicó que la medida busca evitar que la deflación se instale en un momento donde otras economías, como la de Estados Unidos, aún muestran presiones inflacionarias. Además, señaló que espera una inflación anual del 0,2 % para este año, del 0,5 % para 2026 y de apenas 0,7 % en 2027.
En palabras del BNS: “En nuestro escenario base, anticipamos que el crecimiento global se debilitará en los próximos trimestres. Mientras que la inflación en EE.UU. podría aumentar, en Europa se espera una nueva caída de las presiones inflacionarias”.

Un equilibrio frágil en el tablero internacional
Más allá de lo estrictamente monetario, el contexto geopolítico también complica la toma de decisiones. Estados Unidos ya ha acusado a Suiza en el pasado de manipular su moneda, y una nueva intervención cambiaria podría tensar aún más las relaciones bilaterales. No solo está en juego la reputación financiera del país alpino, sino también su margen diplomático en una etapa sensible de las negociaciones comerciales globales.

Implicancias más allá de los Alpes
Para la Argentina, el caso suizo ofrece una perspectiva interesante: pone en evidencia que la estabilidad monetaria no siempre garantiza equilibrio económico. Mientras el Banco Central argentino lucha por contener la inflación, el BNS enfrenta el desafío inverso: evitar que los precios caigan. Son extremos opuestos de una misma tensión estructural.
En los dos casos, el dilema es similar: qué hacer cuando las herramientas tradicionales ya no alcanzan para ordenar el sistema. En un mundo cada vez más interconectado, los riesgos también se globalizan. Y Suiza, con su modelo de estabilidad extrema, podría estar dando una nueva señal de alerta.





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