La economía suiza podría lograr en las próximas semanas un acuerdo con Estados Unidos para rebajar el duro arancel del 39% aplicado en agosto. Si se concreta, marcaría un respiro para el país alpino, fuertemente dependiente de sus exportaciones industriales, tecnológicas y relojeras. Las negociaciones, sin embargo, todavía enfrentan obstáculos.
En agosto, Washington impuso una tarifa del 39% sobre los productos suizos, el nivel más alto aplicado a una nación desarrollada. La decisión afectó a sectores emblemáticos como la relojería, la maquinaria de precisión, los productos farmacéuticos y la refinación de oro. Las empresas suizas quedaron en desventaja inmediata frente a otros competidores europeos y los asiáticos.
La medida se interpretó como una respuesta a un desequilibrio comercial que Estados Unidos atribuye a Suiza. El impacto se sintió rápidamente: contratos suspendidos, pérdidas en exportaciones y advertencias de despidos en firmas medianas. Ante ese escenario, el gobierno de Berna activó contactos diplomáticos urgentes con la Casa Blanca, con el objetivo de renegociar el arancel.
Fuentes cercanas a las conversaciones confirmaron que el nuevo acuerdo podría fijar un gravamen del 15%, mucho más bajo que el vigente. El entendimiento podría cerrarse en los próximos quince días, aunque todavía no hay confirmación oficial. Las tratativas también corren el riesgo de caerse en cualquier momento, como ocurrió en julio, cuando las delegaciones rompieron las conversaciones sin acuerdo.
Una ofensiva empresarial sin precedentes
En el primer intento de acuerdo el impulso político no fue suficiente. Por eso los empresarios más influyentes de Suiza decidieron involucrarse directamente para destrabar la situación. En una reunión inusual en la Oficina Oval participaron figuras como Alfred Gantner (fundador del fondo Partners Group), Jean-Frédéric Dufour (director ejecutivo de Rolex), Daniel Jaeggi (trader de Mercuria), Johann Rupert (presidente de Richemont), Diego Aponte (CEO de la naviera MSC) y Marwan Shakarchi (de la refinadora MKS Pamp).
La cita, organizada en parte por el sector privado y con conocimiento del gobierno suizo, tuvo como objetivo convencer al presidente Donald Trump de avanzar hacia una reducción del arancel. El encuentro fue interpretado como un gesto de diplomacia económica directa, sin precedentes recientes en la política exterior suiza.
Trump, tras la reunión, publicó un mensaje en redes donde aseguró haberse reunido con “altos representantes de Suiza” y ordenó a su representante comercial, Jamieson Greer, continuar las conversaciones. Aunque la Casa Blanca y el gobierno suizo evitaron confirmar los nombres, el hecho marcó un cambio de tono en el vínculo bilateral.
Desde el Ministerio de Economía en Berna, una vocera explicó que se trató de “una iniciativa privada respaldada en su preparación por la Secretaría de Estado para Asuntos Económicos, pero independiente del Consejo Federal”. Con esa frase, el Ejecutivo buscó mantener distancia institucional sin desautorizar a los empresarios.
La presencia de líderes de sectores tan diversos —desde relojes de lujo hasta energía y transporte marítimo— muestra la magnitud del interés en juego. Suiza depende de las exportaciones para sostener su crecimiento, y Estados Unidos es uno de sus principales mercados fuera de Europa. Un arancel tan alto como el actual podría erosionar márgenes y restar competitividad durante años.
El oro, un punto delicado
Uno de los temas más sensibles en la negociación es la refinación de oro. Aunque representa una fracción menor del PBI suizo, la industria aurífera ocupa un rol central en el comercio exterior del país, ya que gran parte del metal precioso que se refina en Suiza se reexporta. El gobierno estadounidense cuestiona los flujos comerciales asociados a ese sector y sospecha que pueden distorsionar la balanza bilateral.
Para suavizar tensiones, algunas de las empresas involucradas ofrecieron invertir en la refinación de oro dentro del territorio estadounidense. De esa manera, podrían demostrar compromiso con la economía de Estados Unidos y lograr una reducción arancelaria más rápida.
La estrategia busca responder al argumento político de Trump, que exige “reciprocidad” en las relaciones comerciales. No obstante, el gesto no garantiza resultados inmediatos. Las negociaciones sobre el oro se mantienen como uno de los principales obstáculos para cerrar el acuerdo.
Expectativas y cautela en Berna
La expectativa de lograr un acuerdo con Estados Unidos es alta, pero las autoridades suizas insisten en la prudencia. El ministro de Economía, Guy Parmelin, mantiene contacto frecuente con el representante comercial estadounidense Jamieson Greer. Berna sabe que cualquier error político o técnico podría hacer retroceder todo el proceso.
El presidente de la Confederación, Karin Keller-Sutter, ya había evitado fijar plazos a fines de octubre, luego del fracaso de las conversaciones del verano. Desde entonces, el gobierno se limitó a confirmar que las discusiones “continúan en un clima constructivo”.
En paralelo, el sector privado intenta mantener su presión. Los empresarios creen que la vía directa puede acelerar una solución y mejorar la relación con la Casa Blanca tras la crisis generada por el arancel del 39 %. La reunión en Washington simboliza ese esfuerzo conjunto por reconstruir la confianza entre dos economías que, pese a sus diferencias, mantienen lazos históricos de cooperación.
Para Suiza, el alivio sería considerable. Una reducción al 15 % permitiría recuperar competitividad en productos de alto valor agregado, estabilizar exportaciones y evitar despidos. Además, mejoraría la imagen de la economía suiza en un contexto internacional dominado por tensiones comerciales.
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