Google ha anunciado la mayor inversión de su historia en Alemania: un desembolso de EUR 5.500 millones (US$ 6.370 millones) destinado a ampliar su infraestructura digital, principalmente orientada al desarrollo de inteligencia artificial (IA) y servicios en la nube. La empresa planea ejecutar el proyecto sin recurrir a subsidios estatales. El anuncio fue realizado por Philipp Justus, director general de Google Alemania, en un acto en Berlín junto al vicecanciller Lars Klingbeil.

Dietzenbach, el nuevo nodo digital
El eje principal de esta inversión será la construcción de un nuevo centro de datos en Dietzenbach, en el estado de Hesse, al sur de Frankfurt. Este será complementado por la expansión de las instalaciones actuales en Hanau, ciudad vecina. La obra en Dietzenbach comenzará a operar en su primer módulo en el segundo trimestre de 2027, y se prevé que contribuya con la generación de alrededor de 9.000 empleos anuales directos e indirectos en Alemania.
El primer ministro de Hesse, Boris Rhein, calificó la decisión de Google como “un claro respaldo al rol estratégico de la región como nodo digital global”. Según datos de la asociación digital Bitkom, la capacidad de los centros de datos en Alemania se duplicará para 2030, alcanzando los 5 gigavatios. Un tercio de esa capacidad estará concentrada en la región de Frankfurt.

Una inversión que también calienta hogares
Uno de los aspectos técnicos más innovadores del proyecto es el aprovechamiento de la energía residual. El calor generado por los servidores del centro de datos de Dietzenbach será canalizado al sistema de calefacción urbana, a través de un acuerdo entre Google y la empresa regional EVO. Esta energía permitirá abastecer de agua caliente y calefacción a más de 2.000 hogares locales.
A su vez, el funcionamiento del centro buscará alinearse con objetivos de sustentabilidad. Google anunció que operará en Alemania con al menos 85% de energía libre de carbono para 2026, gracias a su asociación con Engie, una de las principales proveedoras de energías renovables en Europa.

Múnich, Berlín y Frankfurt también se expanden
Además del proyecto en Hesse, Google también planea reforzar sus oficinas y capacidades técnicas en Múnich, Berlín y Frankfurt. En la capital bávara, donde ya trabajan más de 1.000 desarrolladores, se construirá un nuevo campus tecnológico de 30.000 m², con espacios públicos para la comunidad, en el histórico edificio de la antigua estación postal de Maxvorstadt. Esta obra, que estará finalizada a fines de 2026, alojará hasta 1.500 empleados.
“Queremos ofrecer soluciones de IA a empresas de toda Europa, y para eso necesitamos infraestructuras modernas y energéticamente sostenibles”, explicó Justus. Según la ministra de Ciencia, Dorothee Bär, “la inteligencia artificial y la energía climáticamente neutra son las dos tecnologías clave para el futuro del país, y esta inversión las fortalece”.

Datos, soberanía y poder digital
En un contexto de debate sobre la soberanía digital europea, la ministra de Digitalización de Hesse, Kristina Sinemus, afirmó que es posible compatibilizar inversión extranjera con control local sobre los datos: “Los contratos pueden garantizar que el uso de la información se limite exclusivamente a Alemania o Europa”, aseguró.
El concepto de “soberanía digital” también se vincula con el llamado “tesoro de datos” que, según Google, poseen las empresas alemanas. “Nuestro objetivo es transformar ese volumen de información en soluciones concretas mediante IA”, indicó Justus, quien destacó el rol de las universidades e institutos de investigación del país.

El espejo alemán para América Latina
La apuesta de Google por Alemania refleja una tendencia global: la consolidación de hubs tecnológicos en regiones con infraestructura sólida, talento calificado y políticas estables. Para países como la Argentina, este caso plantea preguntas estratégicas. ¿Puede Buenos Aires, Córdoba o Rosario convertirse en nodos regionales de servicios en la nube? ¿Qué rol podría jugar la energía renovable local para atraer este tipo de inversiones?
Alemania ofrece un modelo posible, donde inversión privada, planificación urbana y transición energética se integran en una visión tecnológica de largo plazo. Y lo hace sin subsidios, pero con reglas claras y un entorno previsible. El desafío argentino está en construir ese marco.





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