Buenos Aires / Berlín (AT) – Annemarie Heinrich es una de las figuras más emblemáticas de la fotografía argentina del siglo XX; encarna como pocos la densidad de las relaciones que unen a Argentina y Alemania a través del encuentro entre dos ciudades, Buenos Aires -en la que desarrolló su prolífica carrera y que distingue como ciudadana ilustre- y Berlín -donde vivió hasta sus 14 años-; dos metrópolis unidas por la fotografía de vanguardia, y que celebran en este año tres décadas de hermanamiento y que la Embajada Argentina en Berlín lo celebra con un ciclo de exposiciones dedicado a la artista.
Y tal vez haya sido por las diferencias lingüísticas que se vuelve tempranamente al mundo de las imagen, que algunos pretenden es un lenguaje universal. Heinrich captura a través del lente de su cámara y de un trabajo minucioso “el carácter de una época”; se trata de una mujer tan polifacética que cosechó calificativos tan disímiles como „emblemática“ y „vanguardista“, caracterizaciones a primera vista contradictorias, contradicciones que propias de una modernidad de la que fue tanto protagonista como retratista.
Heinrich es una manifestación de la figura de la mujer moderna, que supo cultivar su profesión con disciplina y talento, y conquistar un espacio central en el desarrollo de la fotografía en nuestro país, y en la historia de la fotografía en general.
Julieta Pestarino, especialista en la obra de Heinrich, destaca el lugar incómodo y contradictorio de la fotógrafa profesional: el camino de la independencia (la profesionalización y/o autonomía económica) que sólo puede realizarse a través de la fotografía comercial, que es al mismo tiempo el principal obstáculo que le impide ser reconocida como artista. Heinrich rompe esta dicotomía.
Es así que en esta muestra, la primera que presenta la Embajada Argentina en Berlín con la producción de Lutz Matschke y Renata Jonic, nos invita a recorrer una propuesta compuesta por una serie de fotografías de los artistas del teatro Tabarís, clásico teatro de revista en Buenos Aires que supo albergar a Luigi Pirandello y Orson Wells. Y quisiera pensar aquí en las continuidades que se vislumbran entre sus fotografías más experimentales -fotos a las que resulta más fácil quizás encuadrar en el campo del arte- y las fotos del mundo del teatro, del estrellato y de las estrellas, por lo general vinculadas con una faceta comercial.
Recorrer su obra disipa toda duda o dicotomía; unas y otras son arte. En este caso las fotografías de la serie Tabarís son un excelente homenaje al concepto de belleza como artificio, y a esa artificialidad todavía vinculada con lo material y con el cuerpo. Quizás sea „el Reloj“ (1939), obra elegida para dar a conocer la muestra, un buen ejemplo: la pose de la bailarina, ese grand battement devant tan pronunciado, que hace que la pierna parezca desmontable, como si fuera una muñeca.
Es una apreciación personal, pero la belleza de esta imagen para raya con lo siniestro: la posición de los brazos y la cabeza, incluso la expresión de su rostro tiene un aspecto inhumano… Sonntag dijo también que uno de los grandes éxitos de la fotografía es su poder de convertir seres vivos en cosas y cosas en seres vivos. En esta operación vemos una línea de continuidad con las aventuras más experimentales de AMH, que intuía que la belleza era producto del trabajo, un artilugio del oficio y por lo tanto necesariamente artificial.
La muestra se suma a la retrospectiva dedicada a la fotógrafa en la Willy Brandt Haus y en el Instituto Iberoamericano de Berlín, proponiendo esta última un diálogo de retratos de autores con sus libros en el marco de la monumental sala de lectura que alberga la mayor colección de literatura iberoamericana en Europa.
Merece un reconocimiento especial la labor y su cuidadoso trabajo de los hijos de Annemarie, Alicia y Ricardo Sanguinetti, así como a su nieta, Marina Sanguinetti, por haber propiciado esta visita de Heinrich a Berlín. El cuidado del archivo de fotografías de AMH es una empresa hercúlea, como dicen los alemanes, y sin esta labor que sin duda es también expresión del amor de familia, hoy no tendríamos acceso a la obra de AMH.
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