Cendrim Kameraj había llegado al mundo de élite con apenas 19 años, cuando la Juventus de Italia lo incorporó a sus categorías juveniles en 2018. Natural de Lucerna (Suiza) y de raíces kosovares, el defensor fue considerado una de las grandes promesas del fútbol suizo.
Sin embargo, cuando sumó tres roturas de ligamentos —y otros desgarros— decidió a los 25 años colgar las botas. Hoy trabaja en la construcción y en consultoría, mientras lleva consigo una frase de Cristiano Ronaldo que cambió su forma de ver el esfuerzo.

El salto al gran fútbol
Kameraj se formó en el FC Luzern de Suiza y en 2018 se sumó a la Juventus. “Cuando recibí la oferta de la Juventus fue como un sueño. Al principio no podía creerlo. Me sentí orgulloso, emocionado y también nervioso, porque sabía que era un gran paso”, relató el propio Kameraj al periodista italiano Gianluca Di Marzio. En la Vecchia Signora entrenó junto a figuras de talla mundial y observó de cerca la exigencia extrema del profesionalismo.
Dentro de su paso por el club turinés, compartió vestuario con Cristiano Ronaldo, Paulo Dybala, Gianluigi Buffon y Gonzalo Higuaín. De Ronaldo surgió una frase que el suizo no olvidó: “El talento no sirve de nada sin constancia y trabajo duro”. Cameraj recuerda: “Fue surrealista, algo especial… Lo que más me impresionó fue su mentalidad”. Esa enseñanza cambió su hoja de ruta.

El desencanto de las lesiones
El camino prometedor se quebró abruptamente. En noviembre de 2019 sufrió una grave lesión: rotura de ligamento cruzado, menisco e interior en su rodilla derecha. A partir de ahí, el cuerpo le fue marcando el límite. Reportes indican que acumuló tres roturas de ligamento cruzado, dos de interior, y tres de menisco, lo que forzó su retiro prematuro.
Kameraj admitió: “Fue desgarrador. El fútbol era mi identidad desde que era niño; durante mucho tiempo, no sabía quién era sin él”. Aun así, aclaró: “Quizás podría haber sido más paciente o haber escuchado mejor a mi cuerpo. Pero no me culpo; hice lo que creí correcto en ese momento”.
El ex defensor recaló luego en clubes como SC Kriens y KF Dukagjini, antes de asumir que su cuerpo ya no daba para seguir al máximo nivel. La ruptura definitiva llegó cuando jugó apenas unos segundos en su primer partido para Zug 94 y nuevamente sufrió una rotura gravísima.

De profesional en Turín a constructor en Suiza
El giro de su vida resultó tan radical como inesperado: Kameraj ingresó al mundo de la construcción como consultor para la empresa suiza ICM Bau. Contó: “Trabajo en una oficina… y nuestro jefe quería que pasáramos un día en la obra para comprender lo duro que es el trabajo allí. Eso nos hizo apreciar aún más lo afortunados que somos por trabajar detrás de un escritorio”.
Ahora, lejos del glamour futbolístico, se levanta temprano, inspecciona obras, monitoriza maquinaria, coordina operarios, carga planillas y hace cuentas. “El fútbol me dio todo… pero ahora quiero construir una buena vida, ser feliz y ser fiel a mí mismo”, explicó. En sus propios términos, redefinió lo que significa éxito.
Lecciones más allá del césped
La historia de Kameraj interviene en dos dimensiones importantes: la mentalidad y la materia. A nivel mental, el trato con el alto nivel le enseñó que el talento sin trabajo es poco. A nivel corporal, aprendió que el cuerpo debe respetarse. En este sentido, su experiencia se vuelve valiosa como enseñanza para jóvenes futbolistas: “Sigo soñando… quizá algún día vuelva al fútbol en otro rol, quizá entrenando a jugadores jóvenes y ayudándolos a evitar los errores que cometí”.
El ex‑jugador se propone colaborar desde la experiencia para que la promesa no se diluya. En su visión, formar parte de un equipo no es solo actuar en la cancha: es compromiso, constancia, humildad y saber reinventarse cuando el guion cambia.

Una carrera breve, pero con impacto
El perfil de Kameraj figura en bases como Transfermarkt: nacido el 13 de marzo de 1999 en Lucerna; altura 1,80 m; última ficha en Dukagjini y retirado desde el 1 de julio de 2024 según la misma fuente. En su trayectoria juvenil sumó participaciones por la selección de Suiza y más tarde por Kosovo en categoría U21. Aunque nunca alcanzó la consolidación en primera división, su paso por la cantera de Juventus representa un hito de por sí.
La magnitud de su caída —de gran promesa a trabajador de obra— pone en foco los riesgos del deporte de alto rendimiento: la vulnerabilidad ante las lesiones, la fragilidad de los sueños y la imprevisibilidad del destino. En su caso, lo inesperado se convirtió en realidad.
Perspectiva para el futuro
Kameraj no mira al pasado con rencor: “El arrepentimiento no cambia el pasado”, dijo. Esa frase resume su actitud. En relación a su futuro, ha dicho que desde 2024 trabaja con jóvenes del fútbol suizo, actuando como asistente técnico y planificando dar el salto como entrenador principal en 2025. Su meta no es revivir su carrera, sino ejercer una influencia positiva desde su lugar.
Para la comunidad germano‑parlante de la Argentina, su historia puede resultar inspiradora: un joven con raíces europeas que vivió la élite del fútbol, que apostó todo por un sueño, que fue derribado por las lesiones, pero que encontró una ruta distinta y valiosa. Esa transformación habla de resiliencia, de humildad y de capacidad de reinventarse.

La trayectoria de Cendrim Kameraj es una advertencia para los que buscan el estrellato fácil, pero también una luz para quienes necesitan comprender que hay dignidad en el cambio. Como él mismo señaló: “La vida no se acaba cuando termina tu carrera deportiva”.
En un país como Argentina, donde el fútbol puede representarlo todo, este relato invita a considerar que detrás de cada promesa hay una historia humana, con fracaso, transición y reinvención. Y que, al fin y al cabo, construir otra vida puede ser tan valiente —o más— que quedarse en el césped.




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