Por Regula Rohland*
Los actuales hospitales Moyano y Borda, la Universidad de Buenos Aires y la Univ. Nac. de La Plata contaron entre sus colaboradores con el médico y neuro científico Christofredo Jakob (1866 – 1956), nacido y formado en Alemania, cuya carrera se desarrolló desde 1899 en la Argentina. El Borda alberga en un pabellón sus colecciones de cortes de cerebros, embriones de animales y humanos conservados en frascos, y otros materiales científicos de la década de 1900 a 1910, en un hermoso y funcional edificio- en inenarrable estado de abandono: ventanas rotas, goteras, charcos, frascos rotos con su contenido disecado, láminas desteñidas – que ha sido declarado “Monumento Nacional”. Sin embargo, es evidente que desde hace décadas no hay dinero para su mantenimiento.
Acaba de ser publicado el libro de Alejandra Molina: Microkosmos. Christofredo Jakob y el inicio de la neurociencia argentina, una biografía y representación de su obra. El libro fue presentado el 3 de octubre en la Asociación Médica Argentina ante un nutrido público de médicos, nietos y bisnietos del biografiado y otros interesados. Lo edita la Fundación Azara junto con la Universidad Maimónides.
Jakob había nacido en un pequeño pueblo bávaro y estudió medicina en Erlangen, Alemania. Ya había realizado importantes publicaciones, cuando una oferta de tener una cantidad de cientos de cerebros a disposición para sus investigaciones, en vez de los dos o tres por año que se le facilitaban en Alemania, lo atrajo en 1899 a Buenos Aires. Trabajó en el Hospicio de las Mercedes, hoy Hospital Borda (José Tiburcio Borda había sido uno de sus discípulos).
En 1910 regresó a Alemania, pero en los cargos de su interés no había vacantes y volvió en 1913 a Buenos Aires. Se ubicó a partir de entonces en el Hospital Nacional de Alienadas, hoy Moyano (otro discípulo de Jakob). Desplegó en la Argentina, además de las tareas de médico, una extensa labor de investigación y enseñanza en el campo de la neurobiología, publicando más de 200 libros y artículos con investigaciones innovadoras. Varias de ellas se volvieron a repetir décadas más tarde, debido a que en su época sus hallazgos no se habían absorbido. Hace muchos años no se lo estudia en profundidad, aun siendo precursor de muchos hallazgos en su campo.
Esta biografía fue escrita por Alejandra Molina, una locutora nacional, educada en escuelas de comercio en Córdoba y que actualmente está estudiando psicología en la Universidad Maimónides. Entusiasmada por la obra de Jakob, se convirtió en conocedora de la historia de las ciencias, logrando componer una obra de gran magnitud -740 páginas que incluyen una nutrida bibliografía- ilustrada con un sinnúmero de fotos y profusamente documentada.
Es un texto biográfico, que además refiere sobre otros aspectos de la vida de Jakob, un hombre de gran riqueza espiritual. Se intercalan en la narración citas extensas, fragmentos significativos extraídos de las obras del investigador. Para que se pueda comprender la importancia de Jakob, integra toda una historia de las ciencias naturales y médicas a la narración biográfica, ubicando así históricamente los hallazgos referidos.
Un aspecto es la asimilación y uso de la fauna argentina como material de investigación: el yacaré (correntino), el pichiciego, etc. Suponemos que podría ser que esta integración del entorno sudamericano a investigaciones neurológicas de nivel muy adelantado, no hayan sido recibidos en Europa ¿Quién en Europa conocía al pichiciego, al que Jakob dedicó todo un libro, escrito además en español? Eran tiempos en que las ciencias en los países de habla hispana no estaban muy desarrolladas.
Alejandra Molina llama la atención sobre esta figura eminente de las relaciones culturales entre Argentina y Alemania. Su libro es seriamente investigado y conceptualmente está a la altura de conocedores en medicina o en neurociencias. Constituiría un gran mérito que se encuentre un patrocinador que ponga en valor los espacios históricos donde Christofredo Jakob trabajó dejando un mundo de muestras para la investigación.
*Regula Rohland, presidente de la Comisión Directiva y Consejera Académica del Centro DIHA.
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