Suiza volvió a mostrar el peso de su tradición en materia fiscal y rechazó un plan pensado para aplicar una tasa del 50% sobre las sucesiones de los residentes más ricos. La consulta popular fue categórica: más del 78% de los votantes se pronunció en contra de la iniciativa. La propuesta, impulsada por Jóvenes Socialistas, apuntaba a captar recursos adicionales mediante un gravamen que alcanzaría a un grupo reducido de contribuyentes con patrimonios muy elevados.
El referéndum ratificó la tendencia histórica del país, donde la ciudadanía suele rechazar medidas que modifiquen el esquema tributario en favor de mayor presión impositiva. La votación dejó en claro que la idea no logró respaldo en ningún cantón y que el temor a una fuga de residentes influyó en la decisión.
Un rechazo a un impuesto para el segmento más rico
La iniciativa buscaba aplicar un tributo del 50% sobre las herencias y donaciones que superaran los 50 millones de francos suizos. El objetivo declarado de los impulsores era financiar políticas ambientales y sumar recursos para la lucha contra el cambio climático. Según estimaciones oficiales, unas 2.500 personas habrían quedado alcanzadas por el nuevo impuesto. Eso representa el 0,03% de la población del país.
Los resultados oficiales confirmaron lo que anticipaban las encuestas. De acuerdo con datos difundidos por el Gobierno, el 78,3% del electorado votó en contra del proyecto. La propuesta no obtuvo la mayoría en ningún cantón, incluso en aquellos donde suele existir mayor respaldo a medidas progresistas. La participación fue del 43%, un nivel habitual en los referendos suizos.
La ministra de Finanzas, Karin Keller-Sutter, celebró la decisión. Señaló que los votantes descartaron “un experimento arriesgado”, en alusión al efecto que el tributo podría generar sobre el equilibrio del sistema impositivo. Mencionó que un gravamen de este tipo introduciría tensiones sobre la competitividad del país y afectaría su atractivo para los residentes más adinerados. El planteo central del Gobierno fue que la medida podía perjudicar las cuentas públicas en lugar de fortalecerlas.
La oposición al impuesto se consolidó durante la campaña. Los partidos de derecha, centro y liberales se alinearon con el Ejecutivo y argumentaron que la eventual salida de contribuyentes ricos reduciría la base fiscal y complicaría la recaudación. Esta visión prevaleció frente a las propuestas de los sectores que impulsaron la iniciativa, quienes sostenían que el impuesto permitiría reducir desigualdades.
La influencia de los empresarios
Uno de los elementos que marcó el debate fue la intervención de empresarios de alto patrimonio. Peter Spuhler, principal accionista de Stadler Rail AG, advirtió que se mudaría si la iniciativa prosperaba. Comentó que la aprobación del impuesto obligaría a vender su empresa en caso de fallecimiento para cumplir con el pago. Sus declaraciones generaron un impacto fuerte en la discusión pública, ya que Spuhler es una figura relevante del sector industrial.
Suiza posee uno de los índices más altos de multimillonarios por habitante del mundo. Un estudio de UBS indica que el país cuenta con más de nueve multimillonarios por cada millón de habitantes, un número cinco veces superior al promedio de Europa occidental. Ese nivel de riqueza se combina con un sistema que ya grava el patrimonio y con disposiciones especiales para los extranjeros de alto poder adquisitivo. Una de ellas permite acordar impuestos sin revelar la totalidad de los bienes. Ese régimen es uno de los factores que explican la llegada de residentes ricos.
Para algunos analistas, esa combinación de estabilidad, discreción y condiciones tributarias favorables influyó en la decisión del electorado. Keller-Sutter mencionó que recibió advertencias de distintos funcionarios locales, sobre todo de la región de Lucerna, señalando que personas de alto patrimonio estaban considerando mudarse ante la posibilidad de un nuevo impuesto. Esa zona, ubicada en el centro del país, es conocida por atraer a residentes con fortunas importantes.
El rechazo alivia temores sobre una eventual pérdida de atractivo del país para los sectores más acaudalados. Suiza depende, en parte, del aporte que esos residentes realizan a las arcas cantonales y municipales. Además, las estructuras bancarias y fiduciarias del país mantienen una relación estrecha con clientes de alto patrimonio, lo que refuerza la importancia de conservar un escenario fiscal estable.
En otros plebiscitos recientes, los suizos mostraron una posición consistente con los intereses empresariales. El electorado rechazó medidas para establecer mayores límites de emisiones, ampliar los días de vacaciones obligatorios y fijar un salario mínimo nacional. Este patrón se repitió en la consulta actual.
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