Buenos Aires (AT) – Las universidades públicas argentinas pasan una compleja situación financiera debido a la alta inflación y el desfinanciamiento que el gobierno de Milei lleva a cabo por su ya famosa metodología de la motosierra y la licuadora. Por eso, ayer en toda la Argentina, con epicentro en la ciudad de Buenos Aires, se produjo una de las marchas más masivas y transversales que recuerde el país en los últimos largos años.
Argentinisches Tageblatt estuvo allí, en medio de la multitud, y fue testigo de la gran variedad del público presente. Por supuesto, estaban los representantes de las universidades, rectores, estudiantes, docentes, personal no docentes. También estaban varios de los sindicatos más poderosos de la Argentina, como la CGT, en un hecho que no ocurría desde el Cordobazo. Pero además había mucha familia, amigos, gente, como se dice, de a pie, personas de algún modo atravesadas por el sistema educativo universitario argentino.
A pesar de la cantidad de personas y el manifiesto descontento con el gobierno nacional, la marcha se desarrolló en completa paz, sin un solo incidente. Se veían banderas argentinas, de agrupaciones, personas que levantan libros y pancartas en defensa de la educación pública. El pico de convocatoria fue alrededor de las 18 horas. Se habló de entre 150.000 y 800.000 asistentes. La primera cifra es la oficial, la segunda la que aseguran los organizadores. Por lo visto en fotografías y estando allí presente, quizás la cifra correcta está entre esos dos números.
Más allá de eso, nadie duda de la masividad de la marcha, ni siquiera el gobierno. Con una convocatoria tan masiva, la heterogeneidad fue la regla. Por lo tanto, el discurso del oficialismo de agrupar a los disidentes bajo la categoría de “zurdos”, “comunistas” o “parásitos” mostró sus hilachas quizás por primera vez. De hecho, una vez concluido el acto central, la desconcentración también se produjo en paz y se pudo observar la gran diversidad de asistentes. Nadie, o casi nadie, parece haber quedado afuera de un reclamo que forma parte de la defensa de algo considerado sagrado por una gran parte de la sociedad.
La respuesta del gobierno
Horas después, Milei se expresó en su red social favorita, X, para contextualizar la derrota política y destacar la autenticidad de la protesta estudiantil frente al ajuste presupuestario, afirmando: “Causas nobles. Motivos oscuros”. Este extenso mensaje, titulado así, se convirtió en un manifiesto que evalúa la posición del Gobierno respecto a la marcha más masiva en décadas.
Sin embargo, el reconocimiento de que entre los participantes podría haber simpatizantes de Milei representaría para el Gobierno una aceptación de su fracaso en el intento de implementar el ajuste arancelario, asunto que ahora ha sido delegado a las universidades.
Ante la pregunta sobre el destinatario del mensaje del presidente, el vocero presidencial Adorni optó por el silencio, pero insinuó que el gobierno ve como un error de los manifestantes creer que el cierre de las universidades era el objetivo del Gobierno. Esta postura gubernamental se presenta como víctima de una narrativa creada por la oposición, que intenta asociar a Milei con la clausura de las instituciones educativas.
A pesar de ello, el gobierno reiteró su apoyo implícito a la idea de arancelar la educación universitaria para estudiantes extranjeros, argumentando que estos “viene a estudiar al país y se llevan el título que después no devuelven a los argentinos”.
En cuanto a la posibilidad de que simpatizantes de Milei hayan participado en la manifestación, Adorni declaró: “Probablemente, haya gente que participaron en la marcha y votaron al presidente en las últimas elecciones, pero nosotros no hacemos un análisis de quién estuvo presente en términos de votos”. Sin embargo, enfatizó que el reclamo genuino es lo que importa, aunque discrepen con algunos puntos de éste.
Finalmente, rechazaron la idea de que el cierre de las universidades estuviera en su agenda, atribuyendo esa noción a “sectores con determinados intereses” que intentaron imponer un discurso incompatible con su ideología.
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