La política climática europea vinculada al sector automotor entra en una etapa de revisión profunda. La Comisión Europea prepara una propuesta que habilitaría la venta de autos nuevos con motores de combustión más allá de 2035, un cambio importante respecto de los acuerdos alcanzados en 2022. En Alemania, esta posible modificación recibe un respaldo amplio de la opinión pública y del arco político mayoritario, en un presente marcado por la presión de la industria y por la competencia internacional.
Según una encuesta representativa realizada para el Politbarometer de la cadena ZDF, casi dos tercios de los ciudadanos alemanes apoyan que se sigan permitiendo autos nuevos a combustión después de 2035. El relevamiento muestra que el 63% de las personas consultadas se expresa a favor de esta alternativa, mientras que un 32% se manifiesta en contra. El estudio incluyó 1.295 entrevistas telefónicas y en línea realizadas entre el 9 y el 11 de diciembre de 2025 a personas con derecho a voto.

El debate no se limita a una cuestión técnica. La discusión combina política climática, estrategia industrial y empleo, con Alemania como actor central. El país concentra algunos de los principales fabricantes de automóviles de Europa y ejerce una influencia decisiva en las definiciones comunitarias.
Un cambio de rumbo en Bruselas
De acuerdo con fuentes de la propia Comisión Europea citadas por la agencia alemana dpa, el organismo recomendará autorizar la matriculación de vehículos nuevos con motores de combustión incluso después de 2035. La iniciativa todavía requiere la aprobación formal del colegio de comisarios, pero su sola preparación marca un giro respecto del camino trazado tres años atrás.
En 2022, los Estados miembros de la Unión Europea y el Parlamento Europeo habían acordado que, a partir de 2035, los automóviles nuevos no debían emitir dióxido de carbono durante su funcionamiento. Ese compromiso se convirtió en uno de los pilares de la estrategia comunitaria para reducir las emisiones del transporte y acelerar la electrificación.
Ahora, Bruselas evalúa alejarse de esa exigencia estricta. La compensación de emisiones pasaría a realizarse mediante otros mecanismos, como el uso de acero producido de forma sostenible o esquemas alternativos de balance ambiental. El foco se desplaza desde la tecnología específica hacia el resultado final en términos de emisiones.

La Comisión prevé presentar la propuesta completa el 16 de diciembre. Además de los cambios vinculados a los motores de combustión, el paquete incluiría una estrategia europea de baterías y nuevas pautas para hacer más ecológicos los vehículos de empresa.
Alemania, la industria y el peso político
El respaldo alemán a la flexibilización no resulta casual. El sector automotor presionó de manera constante para revisar la prohibición total de los motores de combustión. El actual canciller federal, Friedrich Merz, alineado con la Unión Demócrata Cristiana, acompañó esa postura y defendió públicamente la necesidad de preservar la competitividad industrial.
Desde Berlín se argumenta que una transición rígida podría debilitar a los fabricantes europeos frente a la competencia de China, que combina una fuerte expansión de los vehículos eléctricos con políticas industriales agresivas. Para Alemania, la discusión climática se cruza con la defensa de su base productiva y de miles de puestos de trabajo.
El respaldo político se extiende al plano europeo. Manfred Weber, presidente del Partido Popular Europeo y líder del bloque mayoritario en el Parlamento Europeo, afirmó que la Comisión desechará los planes para prohibir de forma efectiva los autos nuevos a combustión a partir de 2035. Sus declaraciones se interpretan como una señal clara del rumbo que tomará la propuesta.
Weber adelantó que el nuevo esquema incluiría un objetivo de reducción del 90% de las emisiones de CO2 en las flotas de vehículos nuevos desde 2035, en lugar de una exigencia del 100%. También descartó la existencia de una meta total para 2040. Según su visión, los objetivos climáticos deben quedar en manos de los mercados y de las decisiones de los consumidores, no de prohibiciones tecnológicas cerradas.
En ese contexto, incluso Porsche anunció en septiembre que la próxima generación de sus deportivos 718 Boxster y Cayman no será exclusivamente eléctrica, como había prometido en 2022. La automotriz confirmó que ambos modelos conservarán versiones con motor a combustión, en una decisión que redefine su hoja de ruta hacia la electrificación.
Próximos pasos
El posible cambio genera resistencia. Los partidos ecologistas y parte de la comunidad experta expresan preocupación por el mensaje político que implicaría abandonar una prohibición considerada central para la descarbonización del transporte. Desde ese sector se advierte que la flexibilización podría ralentizar la inversión en movilidad eléctrica y debilitar la credibilidad climática de la Unión Europea.

La Comisión, por ahora, evita pronunciarse públicamente antes de la presentación oficial. Fuentes comunitarias señalan que el objetivo no pasa por frenar la reducción de emisiones, sino por ofrecer un marco más flexible que contemple distintas tecnologías y realidades industriales.
En Alemania, el debate público refleja esa tensión. El apoyo ciudadano mayoritario a los motores de combustión no implica un rechazo a la agenda climática, sino una preferencia por transiciones graduales y por soluciones que no perjudiquen a la industria nacional. Esa lectura explica en parte el resultado del Politbarometer.



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