La ciudad de Eisenhüttenstadt, en el este de Alemania y muy cerca de la frontera con Polonia, presentó una iniciativa poco convencional para enfrentar la pérdida de población: ofrecer casas gratis a quienes se animen a probar la vida allí. El resultado superó todas las expectativas. Más de 1.700 personas de distintos países se postularon para participar en la experiencia.
“Nos sorprendió el alcance del proyecto Probewohnen”, afirmó Julia Basan, responsable de desarrollo económico del municipio. El programa, que busca dar a conocer la ciudad, reveló un interés que ni las autoridades habían previsto.
Una ciudad con pasado industrial y futuro incierto
Eisenhüttenstadt fue fundada en 1950, en plena posguerra, como la primera ciudad planificada de la República Democrática Alemana. Su desarrollo giró en torno a una planta siderúrgica y se diseñó bajo el modelo socialista, combinando trabajo y vida familiar. Llegó a tener 53.000 habitantes antes de la caída del Muro de Berlín.
Hoy cuenta con menos de la mitad de esa cifra. La pérdida de población joven y la falta de mano de obra calificada afectan a la economía local. La situación se agravó después de la reunificación alemana en 1990, cuando muchas familias migraron hacia el oeste en busca de mejores oportunidades.
La disminución de habitantes impactó en las urnas. En las elecciones de febrero, el partido de extrema derecha AfD alcanzó casi el 40% de los votos en la zona. Analistas señalan que el descontento social y la percepción de abandono alimentan ese apoyo político.
El atractivo de probar una nueva vida
A pesar de ese panorama, el concurso logró captar la atención de miles de interesados. Las motivaciones fueron variadas. Hubo quienes postularon por razones sentimentales, como un extranjero que declaró querer casarse con una mujer alemana. Pero la mayoría envió propuestas serias, evaluadas por un comité local.
Los ganadores fueron dos profesionales alemanes. Melanie Henniger, consultora de informática de 49 años, se mudará desde Bremen. Explicó que creció en Frankfurt an der Oder, muy cerca de Eisenhüttenstadt, y que ahora busca reconectar con sus raíces del este. “En el mejor de los casos, puedo volver a establecerme allí”, expresó.
El otro seleccionado es Jonas Brander, cineasta de 39 años radicado en Berlín. Está trabajando en un documental sobre la ciudad y consideró que vivir allí le dará una perspectiva única. “Me interesa mucho la gente y la historia viva de este lugar”, sostuvo.
Ambos tendrán acceso a departamentos amueblados en el centro y participarán de un programa de bienvenida organizado por el municipio.
Señales alentadoras más allá del concurso
La campaña no solo generó expectativa en los medios locales e internacionales. Según Basan, ya hubo una familia extranjera que decidió mudarse por su cuenta tras conocer la iniciativa. Consiguieron empleo en una empresa de la región y firmaron contrato antes de instalarse definitivamente.
La funcionaria resaltó que Eisenhüttenstadt ofrece ventajas concretas para quienes decidan radicarse: viviendas neoclásicas renovadas y accesibles, amplias áreas verdes para actividades al aire libre, escuelas infantiles y oportunidades laborales en industrias y servicios.
El desafío sigue siendo revertir una tendencia demográfica negativa que lleva décadas. Alemania en su conjunto enfrenta una escasez de trabajadores calificados. El Instituto de Economía Alemana estimó que en 2023 faltaban más de 500.000 personas en sectores clave como salud, educación, tecnología y construcción. En ciudades pequeñas del este, la situación es más aguda.
El concurso de vivienda gratuita expuso una realidad: incluso los lugares marcados por la crisis pueden generar interés si logran mostrarse de manera creativa. Eisenhüttenstadt, con su historia y su identidad forjada en la era socialista, intenta así recuperar protagonismo.
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