Austria decidió dar un paso contundente hacia la independencia tecnológica. El Ejército reemplazó toda la suite de Microsoft Office por LibreOffice, un software de código abierto que ahora funciona en cerca de 16.000 estaciones de trabajo. El cambio, cerrado este mes, busca garantizar soberanía digital y no solo reducir costos.
Las autoridades austríacas resaltaron que el objetivo central es proteger datos sensibles y depender menos de proveedores externos. Aunque los números financieros son relevantes, el mensaje político y estratégico fue claro: la prioridad es mantener el control sobre la infraestructura de información.
El peso de la soberanía digital
De acuerdo con cálculos oficiales, una suscripción Microsoft 365 E3 para todos los puestos de trabajo militares representaba un gasto cercano a EUR6,1 millones anuales. Aun así, las explicaciones del Ministerio de Defensa austríaco fueron firmes en subrayar que no se trató de una decisión guiada solo por lo económico.
Michael Hillebrand, responsable de la Dirección 6 de Tecnologías de Información y Defensa Cibernética, sostuvo que la prioridad fue reforzar la independencia digital. “Era muy importante demostrar que tomamos esta medida para fortalecer nuestra soberanía digital, mantener autonomía en la infraestructura TIC y asegurar que los datos se procesen únicamente en casa”, señaló.

Desde 2020, los oficiales austríacos venían debatiendo la dependencia respecto de proveedores estadounidenses. Para 2021 se habilitó una migración voluntaria a LibreOffice. La etapa final concluyó este año, con entrenamientos internos y la participación de desarrolladores externos que adaptaron la suite a las necesidades militares.
Lo singular de Austria es que invirtió en el desarrollo de LibreOffice. Se financiaron funciones específicas, como mejoras en presentaciones y en el manejo de tablas dinámicas. Esas mejoras fueron devueltas a la comunidad de software libre, lo que permitió que otros usuarios en el mundo se beneficien de los avances.
Un movimiento que atraviesa fronteras
Austria no está sola en este camino. Varios países europeos discuten desde hace tiempo cómo reducir la dependencia de gigantes tecnológicos de Estados Unidos. El estado alemán de Schleswig-Holstein migrará su administración a Linux y LibreOffice. Dinamarca anunció proyectos similares y la ciudad francesa de Lyon ya avanza en la sustitución del software de Microsoft por alternativas abiertas.

El trasfondo de estas decisiones se conecta con la desconfianza hacia grandes corporaciones tecnológicas de Estados Unidos. Durante la presidencia de Donald Trump se multiplicaron los cuestionamientos sobre la forma en que esas compañías trataban datos de gobiernos y ciudadanos extranjeros.
Un episodio particular despertó las alarmas: la decisión de Microsoft de terminar el acceso de Israel a Azure, plataforma que se usaba en tareas de vigilancia sobre Palestina. Ese precedente alimentó el temor de que un proveedor extranjero pudiera cortar servicios críticos de manera unilateral.
En este contexto, los gobiernos europeos entienden que la dependencia tecnológica no es solo un tema técnico, sino también político y estratégico.
El Ejército y sus próximos pasos
La transición austríaca no terminó. En septiembre de 2025, Microsoft Office 2016 quedará completamente eliminado de los sistemas militares. Solo se permitirá acceso limitado a algunos módulos de software de Microsoft para usuarios con requerimientos muy específicos. Programas como Microsoft Access continuarán en uso bajo condiciones restringidas.
El proceso incluyó la capacitación de empleados y el rediseño de flujos de trabajo para evitar interrupciones en tareas cotidianas. Los instructores se apoyaron en desarrolladores externos que diseñaron entrenamientos a medida. Esto permitió que la tropa incorporara la nueva suite sin perder eficiencia.

La decisión austríaca también abre oportunidades para empresas del país y europeas que ofrecen soporte en migraciones a software abierto. Compañías como SUSE ganan espacio como socias estratégicas de gobiernos que buscan reforzar la seguridad digital.
El caso austríaco se convirtió en un símbolo de un cambio más amplio en Europa. El énfasis en la soberanía digital muestra que la discusión dejó de centrarse en licencias o costos. Se trata de garantizar que la información crítica de los Estados permanezca bajo control local.



Hacé tu comentario