Buenos Aires (AT) – Suiza recibió la EURO 2025 femenina con entusiasmo y organización impecable. Durante semanas, el país fue escenario de fútbol intenso, récords de público y debates sobre el futuro del deporte femenino. Esta nota analiza lo que dejó el torneo para Suiza, su crecimiento interno y los desafíos que la UEFA deberá encarar para sostener el impulso.
El torneo y sus cifras históricas
Suiza superó expectativas como sede del certamen continental. La UEFA Women’s EURO 2025 rompió récords: 657.291 espectadores en total y 106 goles marcados. El St. Jakob-Park de Basilea, que albergó la final entre Inglaterra y España, fue testigo de llenos constantes. Según el secretario general del Schweizerischer Fussballverband (SFV), Robert Breiter, “lloraron las jugadoras y también yo”, al escuchar en el estadio la marcha suiza durante el debut ante Noruega.
La cobertura televisiva alcanzó cifras récord y las fanzones atrajeron a cientos de miles de personas en ciudades como Basilea, Berna, Zúrich, Lucerna y Ginebra.
Sedes en detalle: de Basilea a Sion
Basilea fue epicentro del torneo con cinco partidos, incluido el debut y la final. Se calcula que la ciudad recibió a 500.000 visitantes, de los cuales 170.000 asistieron al estadio y el resto participaron en fan marches. La Municipalidad instaló señales de peatones con siluetas de jugadoras (“Ampelfrauen”), que se viralizaron globalmente.
Berna, sede de cuatro partidos, vivió su propio récord: 120.000 asistentes entre estadio y actividades en el Bundesplatz. Un fan walk convocó a 25.000 hinchas, el más grande en la historia del torneo.
En Zúrich, las cinco fechas se completaron con entradas agotadas en el Letzigrund. 170.000 personas se acercaron a la fanzone central.
Lucerna, con vista al lago, atrajo a 10.000 personas diarias a su zona de fanáticos; Sion y el estadio Tourbillon quedaron casi colmados con 22.500 espectadores por partido. Ginebra vendió 123.000 entradas en el Stade de Genève, casi el total disponible.
Qué dejó Suiza como anfitriona
La organización fue celebrada por Lise Klaveness, presidenta del fútbol noruego, quien afirmó: “la UEFA y Suiza organizaron el mejor torneo de la historia”. Una atención impecable en hoteles, estadios y desplazamientos garantizó una experiencia de elite para las delegaciones.
El legado organizativo propuesto por el SFV incluye un programa llamado “Here to stay” que busca dar continuidad: uso de infraestructura, impulso al fútbol femenino local y capacitación de clubes y técnicos.
El apoyo del gobierno suizo también fue clave: el Estado aportó CHF 15 millones (US$ 18,5 millones), de los cuales CHF 5 millones (US$ 6,16 millones) se destinaron a promocionar el fútbol femenino y CHF 5 millones (US$ 6,16 millones) al transporte público. Las SBB ofrecieron tickets combinados y promociones, reduciendo el impacto ambiental y optimizando la movilidad interna.
El Bundesamt für Sport (BASPO) aseguró que la EURO “dio empuje al deporte femenino”, generó conciencia sobre igualdad y será un referente para futuros eventos deportivos por su planificación sostenible.
Lo que faltó: críticas a la UEFA y áreas de mejora
A pesar del éxito organizativo, la UEFA recibió cuestionamientos por varios puntos técnicos. La directora Nadine Keßler admitió que deben evitar la sobrecomercialización y preservar el espíritu del torneo, pidiendo “no sacrificar valores por crecimiento”. La inversión de EUR mil millones (US$ 1.159 millones) hasta 2030 se presentó como un plan ambicioso, pero requiere equilibrio con accesibilidad y base social.
También se criticaron demoras en la instalación de baños exclusivos para mujeres y deficiencias en señalización en algunos estadios menores, como en Sion. La experiencia mostró que la logística en ciudades pequeñas requiere ajustes finos para futuros torneos.
Impacto en Suiza: más fútbol femenino, más igualdad
Para el SFV, el torneo fue “un cuento de verano esperado” que se transformó en un milagro social y deportivo. Se impulsaron proyectos comunitarios: desde entrenamientos gratuitos para chicas en barrios vulnerables hasta campañas para aumentar la presencia femenina en cargos directivos de clubes.
Además, se plantearon becas y programas educativos: entrenadoras, árbitras y comunicadoras deportivas recibieron capacitación. El objetivo es que la mayor parte de las participantes del torneo accedan a roles activos en el fútbol post EURO.
Datos deportivos: niveles en ascenso
Los partidos mostraron una intensidad creciente: la velocidad promedio de desplazamiento aumentó un 15 % respecto a la edición anterior. Según estadísticas oficiales, se registró un aumento en los remates al arco, la posesión del balón en segundos, y en la recuperación rápida de pelota tras pérdida. Sarina Wiegman, entrenadora de Inglaterra, celebró este avance: “la intensidad de los juegos es superior, se nota en los datos y estadísticas”.
El torneo evidenció que la brecha entre las potencias europeas y las emergentes se redujo. España e Inglaterra disputaron con jerarquía, pero hubo partidos sorpresivos: Islandia y Países Bajos compitieron con brío, y Suiza logró alojar partidos con gran intensidad táctica y velocidad.
Un impulso para el fútbol suizo
Aunque Suiza fue eliminada en semifinales, el torneo mostró que el fútbol femenino lo empieza a abrazar de forma masiva. Clubes locales reportaron aumentos del 30 % en inscripciones femeninas juveniles, y transmisiones televisivas del torneo duplicaron los ratings previos en segmentos femeninos.
El torneo dejó lecciones: mejores uniformes nacionales, protocolos de formación, y un plan para mejorar estadios comarcales con criterios inclusivos: baños, accesibilidad y señalización. La UEFA y el SFV se comprometieron a seguir un legado de mejora, no de desgaste. La EURO 2025 femenina será recordada como un hito para Suiza y para el fútbol femenino europeo. En el marco de un nuevo aniversario de la fecha patria suiza, este torneo dejó una huella que combina espectáculo, organización, conciencia social y deportiva. El desafío ahora es que la UEFA aproveche este impulso para transformar el fútbol femenino en una opción cotidiana. Suiza jugó su partido más importante: ganó respeto, infraestructura y pasión. El futuro ya está en juego.
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