En Mühlhausen, una pequeña ciudad de Turingia, Alemania, un evento poco común reunió historia, orgullo regional y… boxeo. Dos equipos se enfrentaron para resolver un debate que lleva siglos: ¿cuál ciudad puede reclamar la creación de la bratwurst más antigua del mundo?
Por un lado, Nuremberg, ciudad bávara con una tradición de salchichas documentada desde 1419. Por otro, Turingia, cuya historia recién descubierta podría remontar la preparación de bratwurst al siglo XIII, unos 150 años antes. La disputa se trasladó del papel a un ring de boxeo, con representantes de cada región.
El origen de la disputa
La chispa que encendió la pelea surgió cuando investigadores en Erfurt encontraron un documento de 1269 que mencionaba una cabaña y un sartén en el puente de los Mercaderes. Según los historiadores Martin Sladeczek y Karl Heinemeyer, los habitantes de la época consumían salchichas, lo que sugiere la existencia de bratwurst mucho antes de lo conocido en Nuremberg.
Sofia Hilleprandt, propietaria del restaurante Zum Gulden Stern en Nuremberg, cuestionó la relevancia del hallazgo. Su establecimiento funciona en el mismo lugar desde 1419, y maderas del edificio datan de 1380. Para resolver la controversia, Hilleprandt propuso un enfrentamiento al estilo medieval, llevando el debate a un ring de boxeo.

Thomas Mäuer, director del Museo Alemán de Bratwurst en Mühlhausen, aceptó el desafío. La pelea se organizó con boxeadores representando a cada región, mientras el público se preparaba para un espectáculo que mezclaba tradición y humor.
Una fiesta con sabor propio
Cerca de 400 personas asistieron al museo convertido en un pueblo turingio, con salchichas colgando de los árboles. La presentación incluyó banda de música local, animadoras y un espectáculo de heavy metal sobre bratwurst. Incluso la mascota Wursti recorrió el ring, animando a la multitud.

Hilleprandt declaró antes del combate: “Esta noche es un gran momento histórico”. Mäuer añadió: “La bratwurst no es solo comida, es forma de vida, patrimonio cultural y sentimiento regional”.
El público disfrutó preliminares a cargo de jóvenes boxeadores antes del combate principal. En el ring, los representantes de Turingia y Nuremberg se midieron, mientras el título de la bratwurst original parecía colgar de un hilo. Sin embargo, quedó claro que la pelea no resolvería de manera definitiva la antigüedad de la salchicha.
Disputa histórica y orgullo regional
Otros lugares, como un restaurante en Ratisbona, también reclaman ser la cuna de la bratwurst, con referencias a un cocinero en 1378. Hilleprandt contrarresta diciendo que su restaurante mantiene la ubicación original, mientras que Ratisbona no.
Las bratwurst de cada región son diferentes. Las turingias son largas, condimentadas con ajo y alcaravea. Las nuremberguesas son más pequeñas, con mejorana, y se sirven varias por pan. La pelea se convirtió en un espectáculo de orgullo local más que en una batalla histórica.
Los fanáticos de Nuremberg se identificaron como franconianos, con fuerte vínculo cultural. Mäuer, por su parte, vinculó la bratwurst a la historia y figuras emblemáticas de Turingia, recordando que Bach, Goethe, Schiller y Nietzsche tienen raíces en la región. Citó incluso a Martín Lutero, quien elogió Erfurt por “donde las bratwursts son largas y los sermones cortos”.

Hilleprandt defendió la memoria de su padre, quien compró y restauró el restaurante en 1980. Tras su fallecimiento en 2020, ella asumió la dirección. Su compromiso con el legado familiar se volvió un motivo personal de orgullo y defensa.
El veredicto en el ring
El combate fue desigual. Turingia contó con ventaja por ser local, tener mayor público y un espectáculo previo que incluyó la recreación de un documento de 1404. Los boxeadores principales eran de distintas edades: el representante de Nuremberg tenía 59 años y el de Turingia 40, lo que inclinó la balanza.
Después de cuatro asaltos, el turingio ganó. Se entregó un cinturón y un trofeo con un gnomo portando bratwurst. Mäuer proclamó: “Tenemos la bratwurst más antigua, tradicional y mejor”.
Pese a la competencia, prevaleció un espíritu conciliador. Se acordó que Turingia podría reclamar la receta más antigua y Nuremberg el restaurante más antiguo en funcionamiento. El evento promete atraer turismo gastronómico y reforzar la cultura del lugar. Hilleprandt concluyó: “Esto quedará en los libros de la historia de la bratwurst”.



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