Buenos Aires (AT) – Cuando Guillermo Oliveri era secretario de Culto de la Nación bastaba con dirigirse a su despacho, ubicado al lado de la oficina del Canciller, en el último piso del edificio de la cancillería argentina, en lo más coqueto del centro porteño, para encontrarse con cuadros enormes del Papá Francisco. Sin embargo, la relación con el Papa es solo una parte de la historia política de Oliveri. El hoy ex funcionario ostenta haber sido quien en los últimos dos décadas por más tiempo estuvo en el cargo. Más político de origen que representante eclesiástico, ocupó el cargo durante los gobiernos de quienes mantuvieron una relación delicada, distante y por momentos hasta abiertamente opuesta a la Iglesia. Oliveri fue secretario de Culto de 2003 – 2015, durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández y de 2019 – 2023, durante el mandato de Alberto Fernández.
Con un enfoque en las relaciones interreligiosas y la diplomacia, Oliveri mantuvo el frágil equilibrio que la política le exigía por esos años al credo. Y fue también durante su tiempo al frente de la Secretaria que se produjo el hecho religioso más importante de la historia argentina: la elección del cardenal Jorge Bergoglio para convertirse en Papa Francisco, es decir el primer Papa argentino y el primero americano en liderar la Santa Sede y que era una persona que había tenido una fuerte implicancia en la vida social y política de su país.
Argentinisches Tageblatt conversó con Guillermo Oliveri. El objetivo: tratar de entender el funcionamiento de un área que históricamente suele quedar opacada por el ruido político y las urgencias económicas pero que, al mismo tiempo, suele ser el último puente de diálogo que queda cuando el resto de los canales de comunicación social se desconectan.
Los inicios: concejal por la Ciudad de Buenos Aires
Oliveri inició su militancia política a los 18 años en la Universidad de La Plata. Tras la dictadura militar, continuó su activismo en Buenos Aires, donde fundó una de las primeras unidades básicas en San Telmo, en diciembre de 1982. En 1991, fue elegido concejal de la Ciudad de Buenos Aires y luego legislador de la Ciudad Autónoma, donde presidió el bloque peronista y fue vicepresidente de la legislatura. Durante la crisis del 2001, Oliveri estaba en funciones y vivió de cerca las trágicas consecuencias de ese capítulo oscuro de la historia reciente argentina.
En 2003, con la candidatura de Néstor Kirchner a la presidencia, se unió al equipo de campaña, invitado por sus amigos Alberto Fernández y Eduardo Valdés. Tras la elección, fue invitado a formar parte del Gobierno: “Eduardo me dice: bueno, vos sos católico, ¿verdad?”, recuerda Oliveri en la entrevista con Argentinisches Tageblatt. “Y yo le digo sí, tengo formación católica. Pero lejos de estaba de ser un conocedor de la institución profundamente. Y él dice no, pero bueno, lo vas a hacer bien, vos tenés paciencia, tenés manejo de la política… Es cierto, yo venía con una larga experiencia legislativa. Decidimos que sí y ahí arranqué con lo que tenía”.
Cuando empecé con la Secretaría, estaba lejos de ser un conocedor de la institución.
Guillermo Oliveri
Durante la entrevista, Oliveri enfatiza una y otra vez la importancia de ganarse la confianza de las comunidades religiosas. “Tal vez me fue bien por la experiencia política de hablar cuando hay que hablar,” explica. Su enfoque incluyó recorrer provincias y obispados, y establecer diálogos con líderes religiosos de diversas confesiones porque, según él, “en general la Secretaría de Culto había tenido antecesores míos más ligados a la Iglesia Católica”.
Tres Papas y un secretario
El trabajo de la Secretaría durante el kirchnerismo se caracterizó, en gran parte, por su diplomacia y relaciones con el Vaticano. Oliveri conoce a Bergoglio desde las épocas de la militancia peronista en Capital Federal: “Hay una anécdota: un día lo vamos a ver al cardenal Bergoglio con (Rafael) Bielsa y (Eduardo) Valdés. Y entonces cuando nos estamos por ir le digo: mire, cardenal…, yo lo conocía pero no era amigo, ni mucho menos, pero tenía trato, un poco de trato… Y le digo: mire, si usted tiene una persona para ocupar este lugar, que esté en mejores condiciones, lo pongo a disposición. Eduardo se agarraba la cabeza. Y ahí Bergoglio me dice: no, yo prefiero que sea un hombre de la política y no alguien que está pegado a la sotana de los curas…”.
Así fue el inicio del buen diálogo que mantuvo Oliveri con Jorge Bergoglio. Durante su gestión, Oliveri tuvo contacto con otros tres Papas: Juan Pablo II, Benedicto XVI y el propio Francisco. De Ratzinger comenta que “era muy tímido, muy formal, un saludo y listo”. En contraste, su relación con Bergoglio, especialmente después de convertirse en Papa Francisco, fue más cercana, a pesar de las tensiones iniciales por debates internos del peronismo, que la política argentina nunca deja de generar.
Más allá del Vaticano, la Secretaría de Culto tuvo un papel crucial en mantener el diálogo interreligioso y evitar la importación de conflictos externos. “Una cosa que hice ni bien asumí y cuando logré forjar una relación ya fluida con las comunidades, fue no importar conflictos” señala Oliveri.
“Fue un proceso muy rico, tal vez por tener una visión muy abierta me pude nutrir de la historia de las distintas comunidades. Argentina es plural en términos religiosos, tiene una comunidad judía muy activa, con distintas vertientes y culturas que se van sumando a la comunidad, que creo que hacen un aporte importantísimo, con un desarrollo, un crecimiento pentecostal, evangélicos histórico, venidos de Alemania en el siglo XIX, muchos de otros países, que son las metodistas, que han aportado también… El Germán Frers fue un aporte importantísimo para los chicos que venían de la posguerra, ¿no es cierto?
Argentinisches Tageblatt: ¿Cómo se interiorizó en cuanto a cuestiones como el judaísmo, sobre el mundo musulmá?
Guillemo Oliveri: Fui estudiando. Y comprometiéndome con la tarea, me fui metiendo de a poco.
Argentina es plural en términos religiosos.
Guillermo Oliveri
¿Cómo lo recibieron?
Bueno, me tuve que ganar la confianza. La Argentina tiene una cantidad de corrientes migratorias de todo tipo, aún agnósticas. Hay un 9% de argentinos que no creen, que son agnósticos, 65% de católicos, 15% de evangélicos, y un porcentaje muy chico de la comunidad judía, musulmanas, y después pentecostales, 15%, más testigos de Jehová y otras… Venir de la política, que es la discusión, la negociación, me ayudó.
¿Por qué la Secretaría está radicada en Cancillería?
Es un trabajo diplomático, al margen de la relación con el Vaticano, que tenemos una embajada, como tiene la mayoría de los países, y por lo tanto también hay una relación institucional con el Vaticano. En el primera viaje que hice a Roma, el Papa era Juan Pablo II. Pero en el 2013 ocurrió algo muy simpático: estábamos todos reunidos en mi oficina, esperando la fumata, y en un momento sale el cardenal y anuncia que Bergoglio era el nuevo Papa. Bueno, un griterío… Dos minutos después, por reloj, viene mi secretario. Me llamaba la presidenta (Cristina Fernández) desde la línea privada. Me voy de la oficina, y me atiende Mariano, secretario de Cristina, y me dice te paso. Ahí atiende Cristina y dice: ¿Guillermo?; sí, Presidenta; prepará todo y nos vamos a Roma. En 15 días estábamos preparando el primer encuentro, junto con Pablo Cafiero. Fue un almuerzo a solas que duró dos horas y media.
El rol de la Secretaría de Culto
Básicamente, ¿qué hace la Secretaría de Culto?
En términos generales, es la relación del Estado con las comunidades religiosas, con la Iglesia católica, con el Vaticano, y con las comunidades religiosas que tienen actividad en la Argentina. La Secretaría tiene, digamos, tres tareas específicas, lo que es la relación interreligiosa, que está a cargo de una dirección; lo que es la relación diplomática con el Vaticano, es decir, tener un embajador ante el Vaticano. Y la tercera tarea es la que hace el registro de las entidades religiosas. Es el único país que hay en el mundo que tenga este registro, el de las entidades religiosas, es decir, cualquier entidad religiosa que se quiera inscribir debe hacerlo a través de la Secretaría de Culto, con un reglamento y un formulario, en el cual se expresan las creencias. Esas son las tres tareas fundamentales.
¿Cómo percibió entonces los conflictos religiosos en el país?
En un mundo tan complejo como el que vivimos, con tanta tirantez, incluso en las comunidades religiosas, en contra de la comunidad judía, en otras partes del mundo contra los cristianos también, la Argentina es, te diría, precursora de la relación institucional religiosa. La Argentina sufrió dos graves atentados: en la Embajada de Israel y en la AMIA… Una cosa que hice, una vez lograda una relación fluida con las comunidades, fue buscar no importar conflictos, porque todas las comunidades acá, de todo tipo, tienen familias, hermanos, primos, tíos, en Israel, en Siria, en Líbano, en todo el mundo. Porque somos parte de esas corrientes que llegaron de Europa o del Oriente, y acá estamos, con todo lo que eso implica. Y me parece que eso se cumplió a rajatabla, por eso es preocupante ahora lo que está sucediendo, porque las comunidades acá se resienten.
Algo similar ocurre en Alemania, Austria y en gran parte de Europa, donde avanza la derecha, pero también se incrementan las protestas pro-Palestina…
No deja de ser preocupante, fijate lo que pasa acá si la comunidad musulmana, que no ha sido muy bien tratada por las autoridades del actual gobierno, y se quejan y le han pedido audiencias.
¿A qué se refiere con que no fueron bien tratadas?
Uno no puede acusar libremente a un hombre o una mujer, cuya fe es, en este caso, musulmana. Que haya hombres o mujeres musulmanas que han utilizado la religión como un elemento después devenido en terrorista es una cosa, pero acá, en la Argentina, yo he estado con los líderes religiosos, en todos los aniversarios de la AMIA que me tocó estar, de todas las confesiones, incluidos los presidentes del Centro Islámico de la Argentina. Entonces, poner en peligro eso, la verdad es un equilibrio muy frágil.
Y después de tantos años en la Secretaría, ¿cómo es que Alberto Fernández te convence de volver?
Alberto me llama un día y estábamos rearmando un grupo, este grupo de amigos que trabajamos juntos en la legislatura de Buenos Aires. Y me dice: tenés que volver a la Secretaría. Y digo, bueno, vuelvo… Y la verdad que lo hice con las mismas ganas que en el 2003, el mismo equipo, gracias a Dios, la misma gente, con la cual yo tenía mucha confianza para trabajar. Y con la misma actitud de hacer las cosas como corresponde. Porque asumir un cargo para no hacer nada no tiene sentido.
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