En su despacho de la Embajada de Suiza en Buenos Aires, el embajador Hans-Ruedi Bortis recibió al Argentinisches Tageblatt para una entrevista final, a quince días de dejar su cargo y cerrar no solo su segunda misión en Argentina, sino también su carrera diplomática. El encuentro tuvo lugar por la mañana, en el edificio de la Avenida Santa Fe, próximo a la Plaza San Martín, en el barrio de Retiro.
Con un tono sereno y reflexivo, a través de una amena charla de poco más de una hora Bortis repasó los principales hitos de su gestión y compartió su mirada sobre el país, la región y el rol de Suiza en el mundo.

Argentinisches Tageblatt: La idea al principio era hablar un poco de lo que pasó estos últimos meses, desde la última vez que nos vimos, y cómo se está preparando para dejar la misión para la persona que lo va a suceder. ¿Ya sabe quién es esa persona?
Embajador Hans-Ruedi Bortis: Sí, cómo no. Eso ya se sabe hace mucho tiempo, por lo menos desde hace 10 meses o más. Ya está definido quién vendrá a la Embajada de Suiza en la Argentina. Él llegará el mismo día que yo me voy. Toma posesión del cargo el lunes 3 de noviembre, es decir, de inmediato.
Argentinisches Tageblatt: ¿Lo conoce?
Embajador Bortis: Lo conozco, pero nunca trabajamos juntos. Sí sé quién es, porque en Suiza los diplomáticos no somos tantos, y los de la misma generación nos conocemos. Él también llega a su último destino, así que viene para cumplir una misión más, como yo. Ahora viene de Senegal, pero antes fue embajador en Brasilia, así que conoce bastante bien la región.
Argentinisches Tageblatt: Me imagino que en estos días es inevitable hacer un balance de su carrera, ya que no solo concluye su misión en Argentina, sino que además se retira del servicio diplomático. ¿Cómo está viviendo este momento?
Embajador Bortis: Es una pregunta muy natural. Uno hace un balance, no solo del cierre de esta misión, sino también de mi carrera en el Ministerio después de 35 años. Justamente hace unos días estuve revisando documentos que tenía guardados desde hace más de tres décadas, y uno repasa las diferentes etapas del trabajo. Es una especie de despedida del trabajo como diplomático. Aquí, además, al concluir la misión, uno presenta los informes finales y hace un resumen de lo que fue el período de tres años y cuatro meses. Creo que el balance es bastante positivo.
En términos de acuerdos bilaterales, logramos firmar cinco. Uno de ellos es un addendum respecto a la deuda argentina con Suiza, dentro del marco del Club de París. También actualizamos el acuerdo bilateral sobre servicios aéreos, firmamos otro sobre cooperación archivística vinculado a la dictadura, uno en materia de seguridad social que permite a los trabajadores argentinos en Suiza —y a los suizos en Argentina— conservar sus derechos previsionales, y el más importante: el acuerdo de libre comercio entre los países del EFTA (Asociación Europea de Libre Comercio) y el Mercosur, que se firmó el 16 de septiembre en Río de Janeiro. Así que, desde el punto de vista del marco legal, fue una misión fructífera y exitosa.

Además, me enfoqué en fortalecer los vínculos con los otros dos pilares de la presencia suiza en Argentina: la Cámara de Comercio Suizo-Argentina y la Colectividad Suiza, representada por FASRA (Federación de Asociaciones Suizas en la República Argentina), así como las asociaciones valesanas. Con la Cámara, apoyamos las últimas cuatro ediciones de Acciones Positivas, una iniciativa para fomentar la producción sustentable, tanto de grandes como de pequeñas y medianas empresas, ONGs e incluso particulares.
Con la comunidad suiza realizamos talleres de historiadores y escritores sobre inmigración suiza y organizamos dos encuentros culturales masivos: uno en Santa Fe en 2022 y otro hace poco más de un mes en Paraná. También conseguimos financiamiento para una obra de teatro comunitario en San Jerónimo Norte, que trata sobre inmigración y derechos humanos. Participaron más de 200 artistas y asistieron miles de personas.
Pudimos también colaborar con el Swiss Camp, que son campamentos para jóvenes durante las vacaciones, similares al movimiento Scout. Cada edición representa a un cantón suizo diferente y ya van diez. Logramos asegurar financiamiento a través de una fundación suiza.
También gestionamos apoyo para la infraestructura de diversas asociaciones suizas en lugares como Villa General Belgrano, Córdoba, San Jerónimo Norte, Franck, Esperanza, Eldorado y el Club Suizo de Buenos Aires en Tigre. Fue una cooperación muy intensa. Por todo esto, después de tres años y cuatro meses, siento que la misión está cumplida y me voy muy contento.

Argentinisches Tageblatt:¿Cuál cree que es el sello que dejó en estas dos misiones en Argentina?
Embajador Bortis: Son ocho años en total. Creo que dejé huellas importantes. Por ejemplo, iniciamos hace más de 20 años un programa para fomentar los cursos de idiomas en las asociaciones suizas del interior. Este programa sigue vigente, y apoya el estudio del alemán, el francés y el italiano en distintas regiones. También trabajamos mucho con los hermanamientos entre ciudades suizas y argentinas. Hay alrededor de 15, y al menos tres de ellos funcionan muy bien.
Uno es entre Villa General Belgrano y Sigriswil, cerca de Berna. Tienen una Casa Suiza allá y se realizan intercambios de jóvenes. Otro es entre Baradero y Friburgo, con un museo suizo muy bonito y un buen nivel de intercambio. Y el tercero es entre Colón, en Entre Ríos, y Sion, la capital del cantón de Valais. Este vínculo fomenta el estudio del francés y otras actividades conjuntas. Estos proyectos son valiosos porque fomentan un intercambio humano y cultural muy enriquecedor.
Argentinisches Tageblatt: ¿En qué consisten esos hermanamientos?
Embajador Bortis: Son relaciones multifacéticas. Incluyen visitas, proyectos culturales, educativos, formativos e incluso laborales. No se trata solo de actos simbólicos, sino de una cooperación concreta.
Argentinisches Tageblatt: Si tuviera que dejarle un consejo a su sucesor, ¿cuál sería?
Embajador Bortis: No me gusta dar consejos, pero creo que Suiza puede aprender mucho de Argentina: la resiliencia, la paciencia, la creatividad, la capacidad de improvisar. Y al revés, Suiza puede aportar organización, puntualidad, responsabilidad. Estas dos culturas se complementan bien. De hecho, nuestra relación bilateral, que pronto cumplirá 200 años, nació con un enfoque económico y comercial. Muchas empresas suizas están presentes en Argentina desde hace más de un siglo.
Cuando vinieron los primeros suizos que fundaron colonias agrarias, como Esperanza, como Baradero, y muchos más, empezando en 1856, Argentina importaba grano, y a los 20 años, una vez que trabajaron estas colonias agrarias, ya empezaron a exportar de manera masiva, y pusieron un poco la base de lo que luego se llamó el “granero del mundo”. La combinación de esas dos miradas —la suiza y la argentina— puede dar lugar a grandes logros conjuntos.

Argentinisches Tageblatt: ¿Después de tantos años trabajando afuera, cambió su mirada sobre Suiza?
Embajador Bortis: Sí, claro. Salí de Suiza a los 19 años. Vivir en el exterior da perspectiva. A veces idealizás tu país porque no vivís los problemas diarios. Pero también valorás su organización institucional, el orden, la convivencia pacífica. Aunque, comparado con países más emocionales y expresivos, Suiza puede parecer fría o distante en lo humano.
Argentinisches Tageblatt: Volviendo a su juventud, ¿dónde estudió? ¿Cómo fue su formación?
Embajador Bortis: Tuve formación comercial y servicio militar en Suiza. A los 19 me fui al Vaticano como guardia suizo pontificio. Estuve allí 10 años. Empecé como guardia, luego fui asistente del jefe y finalmente jefe de la cancillería. En paralelo estudié derecho canónico y civil en la Universidad Lateranense. Luego entré al servicio diplomático suizo.
Argentinisches Tageblatt: ¿Esa experiencia en el Vaticano lo marcó?
Embajador Bortis: Muchísimo. Ser testigo diario del trabajo de Juan Pablo II fue impactante. Su compromiso por la paz y los derechos humanos, y su mensaje de dignidad hasta el final, me marcaron profundamente. Además, fui testigo de eventos históricos como la caída del Muro de Berlín, la mediación en el conflicto del Beagle y la guerra de Malvinas.

Argentinisches Tageblatt: ¿Cómo fue su ingreso al servicio diplomático suizo?
Embajador Bortis: Luego del Vaticano hice formación en Berna que duró varios meses. Luego, llevé a cabo una formación de un año en el extranjero. En mi caso, trabajé durante siete meses en Estrasburgo, representando a nuestra delegación ante el Consejo de Europa, que no debe confundirse con la Unión Europea, con cuarenta y ocho países miembros.
Después de esta etapa, desempeñé mis funciones durante cinco meses en nuestra embajada en París, en el ámbito de las relaciones bilaterales. Posteriormente, trabajé en Berna, incluyendo conferencias internacionales y roles de portavoz del ministro. Más tarde, fui consejero en Guatemala y regresé a Berna como jefe de personal diplomático.
He desempeñado varios cargos diplomáticos de alto nivel, comenzando como jefe de misión adjunto en Buenos Aires, seguido por un puesto similar en Moscú, Rusia. A partir de 2009, fui jefe de misión y embajador en Montevideo, y luego en Lima, entre 2013 y 2017. Más recientemente, fui jefe de misión en Guatemala, desde 2017 hasta 2022. Actualmente, desde julio de 2022, soy embajador en Argentina, a punto de concluir mi mandato.
Argentinisches Tageblatt: ¿Y cuándo fue su primer contacto con Argentina?
Embajador Bortis: En los años 80, desde el Vaticano, tuvimos contacto con delegaciones argentinas, por ejemplo en 1984 con la firma del acuerdo del Beagle. También conocí a Maradona cuando visitó al Papa. Siempre estuve vinculado a América Latina.
Argentinisches Tageblatt: ¿Alguna vez su colega Dieter Lamlé comentó que la Argentina es un destino diplomático muy solicitado, sucede lo mismo dentro del cuerpo diplomático suizo?
Embajador Bortis: Sí, muy solicitado. A pesar de sus crisis, Argentina tiene una gran reputación internacional. Buenos Aires tiene una oferta cultural excepcional, y la geografía del país es impresionante. Muchos suizos quieren venir.

Argentinisches Tageblatt: Cuando llegó a la Argentina en 2003, ¿se encontró con lo que esperaba?
Embajador Bortis: Sí, y más. Veníamos con buenas expectativas y quedamos encantados. El país venía saliendo de una crisis, con optimismo. Al regresar en 2022, el contexto era más difícil, pero la belleza y la cultura siguen intactas. Argentina tiene un potencial enorme, pero falta infraestructura y aprovechar recursos como el ferrocarril.
Argentinisches Tageblatt: ¿Y por qué cree que ese potencial no se realiza?
Embajador Bortis: Eso deberían responderlo los argentinos.
Argentinisches Tageblatt: ¿Le sorprendió la resiliencia tras la crisis de 2001?
Embajador Bortis: Sí, mucho. La gente perdió gran parte de su patrimonio, pero reaccionó con dignidad. En Suiza algo así habría generado mucha inestabilidad. En 2003 ya se notaba una esperanza de futuro.
Argentinisches Tageblatt: ¿Cómo vio la evolución de la región en estos 20 años?
Embajador Bortis: Hay diferencias culturales marcadas. Uruguay, por ejemplo, tiene una cultura política muy distinta al resto de la región y muy parecida a la suiza. En Guatemala, a pesar de indicadores macroeconómicos estables, la pobreza obliga a muchos a emigrar. Las remesas representan hasta un 20% del PBI, más que los impuestos.

Argentinisches Tageblatt: ¿Dónde conoció a su esposa?
Embajador Bortis: En Florencia. Ella es de Ecuador y estudiaba cultura italiana. Ahora trabaja en un proyecto vinculado al Museo Internacional de la Discapacidad María Kodama. Como todo el mundo sabe, Jorge Luis Borges vivió varios años en Suiza y descansa en Ginebra, así que hay un vínculo fuerte.
Argentinisches Tageblatt: ¿Sus hijos también siguen una vida internacional?
Embajador Bortis: Tengo dos varones, uno que se llama Stefan, que cumple ahora treinta y cinco años, y él es un poco el “Globetrotter”, porque ya de niño nació en Roma, después en Suiza, Francia, Ecuador y Guatemala, en los primeros años estuvo viviendo en muchos países, él es un poco el “Globetrotter”, y estuvo trabajando también en China, y ahora está con nosotros, y él trabaja remoto, tiene sus proyectos, y pretende venir también ahora con nosotros a la República Dominicana, donde nos vamos a retirar en pocas semanas. Michel es más “suizo”, estudió economía en Suiza y trabaja en Zurich.

Argentinisches Tageblatt: ¿Y ahora, tras su retiro, qué planes tiene?
Embajador Bortis: Nos vamos a vivir a República Dominicana. No busco nuevos mandatos, pero seguiré vinculado a la comunidad y las empresas suizas. Después de 45 años, es parte de mí.
Argentinisches Tageblatt: ¿Tiene hobbies?
Embajador Bortis: Juego al golf desde hace más de 20 años. Me gusta porque combina deporte, reflexión y paisajes. Me gusta la experiencia, el poder caminar por lugares que habitualmente son muy lindos.
Argentinisches Tageblatt: Y actualmente practica con frecuencia?
Embajador Bortis: Sí, ahora en estas últimas semanas menos, porque ya tengo otras prioridades, pero sí, yo traté de jugar siempre los fines de semana.
Argentinisches Tageblatt: ¿Lo utiliza más como relax?
Embajador Bortis: Sí, sí, yo no soy un fanático del juego. A mí me gusta estar con amigos, pasar bien y, bueno, más que nada, pasear en lugares muy lindos.
Argentinisches Tageblatt: Algunos amigos míos que juegan al golf dicen que no entienden por qué se dice que es un deporte para relajarse, porque cuando la pelota “no quiere entrar”, se van más nerviosos de lo que llegaron.Supongo que dependerá de como uno se toma las cosas.
Embajador Bortis: El golf es muy difícil porque es uno de los pocos deportes que no puedes echar la culpa a nada y a nadie. Solamente si lo haces bien, sale bien. Si lo haces mal, sale mal. Y aceptar esto es muy difícil. Es un desafío permanente, claro.

Argentinisches Tageblatt: ¿Qué consejo le daría a ciudadanos suizos que quisieran vivir en la Argentina?
Embajador Bortis: Bueno, creo que hay que ser muy abierto. Hay que tener mucha paciencia. Hay que también entender que las cosas no son lineales, que es posible que haya cambios, que hay que tener también un poco de espíritu aventurero. Hay que también tener una idea de poder después improvisar, adaptarse. Creo que por lo que es un poco el carácter, por supuesto, no es fácil. Hay que entender que no todo funciona como uno quiere, como uno ha organizado o planeado. Entonces hay que sí, organizarse bien, pero también tener suficientemente espacio para la improvisación, la adaptación, porque las circunstancias cambian muchas veces y muy rápidamente. Yo creo que este es el desafío: tener la idea de que no todo va a suceder como se ha establecido o planeado, sino que habrá muchos cambios en el camino. Uno tiene que ser muy flexible y saber adaptarse.
Argentinisches Tageblatt: ¿Y al revés?, si un amigo de su hijo se quisiera establecer en Suiza, para trabajar o para iniciar un proyecto, ¿qué consejo le daría?
Embajador Bortis: Para no sufrir demasiado, tiene que entender que debe respetar las reglas. Es la primera cosa. Y ser responsable de sus actos. Eso también es una virtud o una ideología de Suiza. Nosotros somos muy autónomos, independientes, pero al mismo tiempo también somos autores y responsables de nuestros actos. No es el presidente, ni el gobierno, ni el padre, ni el empleador: sos tú. Tú eres responsable de tus actos. Y eso es algo que tenemos en nuestra vida en Suiza.
Argentinisches Tageblatt: ¿O sea que podemos decir que es parecido al golf?
Embajador Bortis: También hay un paralelismo. Si haces bien las cosas, salen bien. Si haces mal, salen mal.
Argentinisches Tageblatt: ¿Y eso usted cree que es por lo que decía al comienzo de la charla, que todo funciona bien, y entonces si uno hace bien las cosas, las posibilidades de que termine bien son muy altas?
Embajador Bortis: Bueno, eso también está cambiando, pero todavía hoy en Suiza hay una relación bastante intacta entre el Estado y el ciudadano. El Estado no se mete en los asuntos privados del ciudadano, y el ciudadano tiene una cierta confianza en el Estado al pagar los impuestos, porque dice: con mi contribución el Estado hace las cosas que necesita para brindar servicios básicos que tienen que ver con infraestructura, salud y educación. Entonces, si hay esta relación más o menos de confianza, el Estado funciona bien como tal, brindando ese marco legal y esos servicios básicos para que la iniciativa privada, el particular, pueda crecer, prosperar y tener éxito.

Argentinisches Tageblatt: Y luego de tantos años en la región, ¿qué cosas aún lo sorprenden de la Argentina? ¿Cosas que diga: “No puedo creer que esto siga sucediendo” o “¿Por qué esto es así?” ¿O ya perdió la capacidad de asombro?
Embajador Bortis: No, el hombre, de manera general, es un ser que quiere rutina y se habitúa a que los procesos sean siempre iguales. En muchas cosas sí hay una cierta rutina, una cierta constancia, una cierta estabilidad. Pero después, cuando cambia, uno se sorprende. ¿Cómo es posible? Durante 10 o 20 años funcionó muy bien el sistema financiero, y ahora es casi imposible abrir una cuenta bancaria. Cambia. Entonces uno se sorprende.
Argentinisches Tageblatt: Y hay cosas que cuando vino por primera vez y después volvió, ¿sintió que no se había aprendido nada? ¿En alguna cuestión, como cultura política o financiera, pensó “esto ya debería estar resuelto y seguimos dando vueltas en círculo”?
Embajador Bortis: Tal vez. Claro, desde afuera es fácil decirlo. Pero uno no siempre entiende muy bien cómo un país que tiene todo, absolutamente todo, puede estar donde está. Un país que podría alimentar a su población diez veces, y según algunos números –que siempre son delicados–, tal vez una tercera parte no tiene suficiente. Esto, para alguien de afuera, es muy difícil de entender. Y tampoco se entiende que en cosas muy importantes no haya capacidad para encontrar un consenso, un compromiso, una política de Estado. Sabemos que hay ideas diferentes, y eso está bien. Pero hay temas que deberían unir a todos, donde hay que tomar decisiones y acordar en beneficio de toda la población. Y a veces parece muy difícil lograrlo.
Argentinisches Tageblatt: Y mirando hacia atrás en su trayectoria, ¿repetiría los destinos si pudiera elegir? ¿Cambiaría alguno? ¿Se quedó con ganas de estar en alguna otra parte del mundo más diferente?
Embajador Bortis: Creo que después de 35 años, y habiendo vivido la mayor parte de ese tiempo en distintas partes del mundo, estoy muy contento. Soy muy consciente de que podríamos haber tenido experiencias totalmente diferentes en otros lugares, tal vez mejores o peores, eso no se sabe. Pero esa pregunta no se pone, porque con lo que hemos podido vivir, estamos muy conformes y contentos.

La última palabra
Tras ocho años en Argentina, Hans-Ruedi Bortis se despide con la serenidad de quien siente haber cumplido su deber. En su paso por Buenos Aires dejó acuerdos firmados, vínculos renovados y un legado cultural activo. “Nos vamos muy conformes. Vivimos experiencias que nos marcaron. Y eso no se olvida”, concluyó.







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