Buenos Aires (AT) – Aunque las redes sociales siguen siendo una fuente masiva de inspiración en el mundo de la moda, los consumidores parecen cada vez más críticos y autónomos a la hora de tomar decisiones de compra. Las figuras influyentes pierden peso frente a otras formas de referencia.

Solo el 7 % sigue recomendaciones de influencers
Una encuesta realizada por la plataforma Saldi Privati, especializada en ventas flash, reveló que solo el 7 % de los usuarios se guía por influencers para tomar decisiones de compra en el rubro moda. El sondeo alcanzó a unas 4.500 personas registradas en el sitio, que forma parte del grupo francés Showroomprivé, presente en varios países europeos.
A pesar de que el 79 % de los encuestados usa Instagram como fuente de inspiración para seguir tendencias, descubrir productos o ver novedades, la gran mayoría no toma decisiones basadas en figuras mediáticas. El estudio también muestra que el 65 % prefiere consultar directamente los perfiles de sus marcas favoritas antes que seguir recomendaciones de personas famosas.
Según explicó Mario Rimini, director general de Saldi Privati en Italia, “las redes sociales han transformado la moda al multiplicar los estímulos visuales y ampliar el acceso a la inspiración”, pero aclaró que el comportamiento de los usuarios ha evolucionado: “Hoy consumen con mayor criterio, comparan, revisan y deciden con más autonomía”.

Instagram inspira, pero no define la compra
De acuerdo con los datos del relevamiento, Instagram es la red social más usada en relación con la moda. Le siguen Facebook (49 %), TikTok (23 %), Pinterest (19 %), YouTube (14 %) y Snapchat (1 %). Sin embargo, solo el 11 % de los usuarios ha hecho compras directamente en plataformas como Instagram o TikTok.
La mayoría utiliza estas redes para informarse o inspirarse, pero luego realiza sus compras por otros canales. El 47 % busca descuentos y promociones, mientras que el 26 % consulta sobre colecciones nuevas y el 17 % se interesa por influencias culturales diversas. Apenas el 8 % recurre a figuras públicas para descubrir productos o marcas.
La investigación también evidencia una toma de conciencia creciente: el 54 % dice tomar sus decisiones sin dejarse influir por redes sociales, y otro 36 % admite orientarse por ellas, pero sin considerar que tengan un efecto real en su comportamiento de compra. Solo el 10 % reconoce ser influenciado por lo que ve en plataformas sociales.

Crece el peso de las recomendaciones personales
Otro hallazgo relevante del informe es que las personas confían más en sus entornos cercanos. El 34 % asegura que prefiere guiarse por recomendaciones de amigos, familiares o conocidos antes que por influencers o celebridades digitales. Esta preferencia refuerza la idea de un consumo más consciente y realista.
También se percibe una mayor conciencia crítica frente a los contenidos que circulan en redes sociales. El 45 % de los usuarios entiende que Instagram muestra una realidad distorsionada, y el 43 % considera que esa distorsión puede generar frustración. Solo el 12 % valora la plataforma como un espacio de expresión creativa.
Para los llamados microinfluencers, la situación tampoco es alentadora. Solo el 8 % de los encuestados los menciona como referencia válida, especialmente en TikTok. Según Rimini, la audiencia actual “valora más las experiencias reales que los discursos montados para vender”.

Una tendencia que también toca a la Argentina
El fenómeno descripto en Europa empieza a sentirse también en América Latina, incluida la Argentina. Aunque el marketing de influencers sigue vigente, muchas marcas locales han comenzado a ajustar sus estrategias: priorizan la autenticidad, recurren a clientes reales para mostrar productos y refuerzan el contacto directo con sus comunidades. En un contexto de inflación y pérdida del poder adquisitivo, el consumidor argentino también se vuelve más selectivo. La inspiración digital existe, pero la decisión final pasa por la comparación de precios, la funcionalidad de la prenda y la experiencia previa con la marca. En este escenario, la figura del influencer pierde brillo frente a la búsqueda de confianza real.




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