El arancel del 39% que el gobierno de los Estados Unidos aplicó a los productos suizos desde agosto provocó un impacto directo en la economía rural del país alpino. La medida, anunciada por el presidente Donald Trump, golpeó especialmente al sector del queso, que depende en parte de las exportaciones hacia el mercado estadounidense.
Según datos de la organización IP Lait, el país cuenta con unas 20 000 granjas lecheras que producen cerca del 90% de la leche nacional. Suiza exporta quesos y derivados a más de 70 países, y Estados Unidos es su segundo destino después de la Unión Europea. Con el nuevo arancel, los precios se dispararon y la demanda cayó, obligando a los productores a reducir la producción y a enviar vacas al matadero antes de lo previsto.
El ajuste no responde solo a la medida comercial, sino también a un contexto interno particular: una primavera excepcionalmente lluviosa que generó una sobreoferta de pasturas y un aumento abrupto en la producción de leche. En conjunto, los dos factores crearon un escenario que pone en riesgo la estabilidad de una industria tradicional y fuertemente regulada.
Una producción en exceso y un mercado en retroceso
La combinación de condiciones climáticas favorables y demanda internacional debilitada dejó a los productores con un excedente difícil de colocar. Según consignó Swissinfo, la sobreproducción de leche superó las 50 000 toneladas, según cálculos del sector. Ese volumen equivale a la producción de 25 000 vacas, lo que explica el debate sobre reducir el tamaño de los rodeos.

El modelo agrícola suizo se basa en pequeñas explotaciones familiares, distribuidas en zonas montañosas. Cada verano, más de 550 000 vacas son trasladadas a los Alpes para pastar. Esa práctica, que garantiza una leche de alta calidad, también encarece los costos. En un contexto de caída de exportaciones, mantener esa estructura resulta difícil.
El mercado estadounidense absorbía 13% del total de las exportaciones de queso suizo, con variedades como Gruyère, Emmentaler, Appenzeller y Tilsiter entre las más demandadas. Desde agosto, los pedidos desde Estados Unidos se redujeron de forma abrupta. Las empresas exportadoras informaron que los contratos en curso se suspendieron o renegociaron con descuentos de hasta 40%.
Anthony Margot, copropietario de Margot Fromages, una de las principales maduradoras del país, explicó que la empresa esperaba un arancel del 15%, similar al aplicado a la Unión Europea. “El salto al 39% nos dejó fuera de competencia”, señaló.
En sus bodegas permanecen 36 000 ruedas de Gruyère listas para la venta, parte de las cuales estaban destinadas a cadenas como Sam’s Club y Costco. El precio del producto, que oscilaba entre USD 15 y USD 50 el kilo, ahora se ubica entre USD 20 y USD 70, según el mercado de destino.
El impacto no se limita al queso. La leche en polvo y la manteca, dos productos que absorbían los excedentes, también enfrentan problemas de colocación. Los depósitos del centro y el este del país registran niveles de stock históricamente altos. En algunas cooperativas, la leche comenzó a congelarse ante la falta de capacidad de procesamiento.
Recortes, sacrificios y riesgo cultural
Ante el panorama adverso, la organización IP Lait recomendó una reducción inmediata de la producción nacional. El plan sugiere limitar la cantidad de leche entregada por cada granja y disminuir el número de vacas activas. En promedio, cada animal produce entre 6 000 y 7 000 litros anuales, lo que convierte al control del rodeo en una medida eficiente a corto plazo.
El productor Boris Beuret, de la región del Jura, confirmó que ya envió parte de su hato al matadero para reducir la oferta. Beuret, que también preside la asociación Swissmilk, advirtió que “si la situación no mejora, el sacrificio será inevitable en todo el país”. La sola idea de aumentar el número de animales faenados genera resistencia, ya que la vaca forma parte del patrimonio cultural suizo.
En un año normal, alrededor de 85 000 vacas lecheras son sacrificadas por edad o baja productividad. Con el nuevo escenario, ese número podría incrementarse en varias decenas de miles. Las asociaciones de productores reclaman asistencia estatal para amortiguar el impacto económico y social.

El efecto también alcanza a las empresas queseras. La industria del Gruyère —que representa el 40% de las exportaciones lácteas— redujo su producción en un 5%, mientras que las fábricas de Emmentaler aplicaron recortes similares. Cada ajuste implica menos trabajo para transportistas, empacadores y distribuidores. En total, se estima que más de 2 000 empleos del sector podrían verse comprometidos si la situación se prolonga.
Stefan Kohler, director de IP Lait, calificó la coyuntura como “una tormenta comercial perfecta”. Explicó que las buenas condiciones climáticas, que normalmente serían una bendición, se transformaron en un problema económico. La combinación de abundancia y tarifas creó una sobreoferta que deprime los precios internos y amenaza la rentabilidad de los tambos.
En regiones como Appenzell y Friburgo, la caída de ingresos ya provocó el cierre de pequeños establecimientos. Algunos productores, incapaces de sostener los costos de energía y forraje, comenzaron a vender animales para carne, lo que generó un exceso adicional en ese mercado y una baja en el precio de la carne vacuna.
Nuevas estrategias y reorientación de mercados
Para evitar un colapso, el gobierno suizo aceleró la búsqueda de nuevos acuerdos comerciales. Las negociaciones con India, China y Latinoamérica avanzan con el objetivo de diversificar destinos y compensar la pérdida del mercado estadounidense. En paralelo, se promueven campañas de consumo interno con apoyo de supermercados y cooperativas.
Algunos productores comenzaron a reconvertir su oferta. Se analiza fabricar mozzarella de producción nacional para reducir importaciones italianas y desarrollar yogures con valor agregado para mercados asiáticos. Otra propuesta consiste en ajustar la dieta del ganado para moderar la producción sin comprometer la calidad.

El sector del chocolate, que utiliza grandes volúmenes de leche, podría absorber parte del excedente, aunque su capacidad es limitada. Las fábricas de Nestlé y Lindt declararon estar dispuestas a comprar más leche local si los precios se mantienen estables.
Mientras tanto, los exportadores intentan reposicionar sus productos. La asociación interprofesional del Gruyere lanzó una campaña en Estados Unidos bajo el lema “El Gruyere es el nuevo oro de Suiza”. La estrategia busca aprovechar la relación histórica del país con el oro como símbolo de calidad y estabilidad, presentando el queso como un producto de lujo.
Los resultados iniciales fueron moderados. En septiembre, las exportaciones de Gruyere hacia Estados Unidos aumentaron un 8% respecto a agosto, impulsadas por compras previas a la temporada navideña. Sin embargo, los volúmenes siguen por debajo del promedio de 2024.




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