Buenos Aires / Berlín – Martin Scorsese, icono del cine contemporáneo de Hollywood desde la década de 1970 y uno de los cineastas más influyentes, recibió ayer, a sus 81 años, el Oso de Oro honorífico de la Berlinale. “Muchas de sus obras han escrito la historia del cine, la versatilidad de su obra es única”, señaló el Festival Internacional de Cine de Berlín en la justificación del premio, que le será entregado en una ceremonia esta noche.
“Tu tarea es cautivar al público con tus obsesiones”, fue citado alguna vez Scorsese. Y, con una de sus obsesiones, las intrigas de la mafia, sus gángsters y las leyes de la calle, vuelve a fascinar una y otra vez al público y a la crítica. El cineasta neoyorquino retrató a fondo y sin piedad esta temática en muchas de sus películas. Por lo tanto, resulta difícil pasar por alto la afición de Scorsese por el género mafioso. Pero, ¿de dónde proceden los extraordinarios retratos que logra de este ambiente?
De Little Italy a Hollywood
Hijo de trabajadores sicilianos, Martin Scorsese nació en 1942 en Nueva York. Pasó su niñez en el barrio de “Little Italy”, entorno por entonces marcado por las estructuras mafiosas y la criminalidad callejera.
“Martin Scorsese debe sus mejores obras a su experiencia en el ambiente”, escribió el Neue Zürcher Zeitung muchas películas y años después. Y “fueron las calles de Nueva York de donde Martin Scorsese arrancó su mejor material”.
“Calles peligrosas“, un duro retrato sobre la vida callejera de Nueva York, le valió cosechar numerosos elogios de la crítica ya en 1973.
En los años siguientes, muchas de estas películas pasaron por la pantalla y la pasión de Scorsese por el género de la mafia quedó sellada con “Good Fellas”, “Casino” y “El Irlandés“. Las vivencias y observaciones de su infancia son una marca constante en su filmografía.
Existe algo que le interesa indagar especialmente a este cineasta neoyorquino en las entrañas de la criminalidad organizada: la cuestión del poder.
Un sacerdote frustrado
“Cómo la gente lidia con el poder, cómo lo consigue, cómo lo pierde, cómo lucha por mantenerlo”, declaró Scorsese a la revista del diario Süddeutsche Zeitung. “La cuestión que siempre me interesa es ¿quién escribe la ley? ¿Quién es la ley?” Y aseguró que el poder queda en evidencia en numerosas instituciones como el Estado, la iglesia, las dinastías o los gobiernos. Sin embargo, indicó, no solamente existe la ley del Estado, sino también la de la calle.
Caer en el ambiente de los gángsters nunca fue una opción para este devoto católico. En realidad, Scorsese quería ser sacerdote, pero terminó ocupando la silla de director para trasladar historias de la calle a la pantalla grande. Así se convirtió en una leyenda de Hollywood, con aliados como el actor Robert De Niro y el cámara Michael Ballhaus.
El martes, Scorsese fue el gran homenajeado de la actual edición de la Berlinale. “Para cualquiera que considere el cine como el arte de elaborar una historia de un modo que sea a la vez personal y universal, Martin Scorsese resulta un modelo incomparable”, declararon los directores del festival, Mariette Rissenbeek y Carlo Chatrian.
Además, la mirada de Scorsese sobre la historia y la humanidad ayudó “a comprender y cuestionar quiénes somos, de dónde venimos”, según añadió la dupla al argumentar la decisión del prestigioso certamen.
(AT / Patricia Bartós, dpa)
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