Buenos Aires (AT) – Las grandes casas de moda enfrentan una creciente desconfianza por parte de consumidores que exigen más que etiquetas brillantes y promesas de exclusividad. En un mercado donde el precio no siempre refleja calidad, el concepto de lujo atraviesa una revisión profunda.

Marcas en la mira por trabajo precario
La justicia italiana ha vinculado a varias casas de moda de renombre —entre ellas Loro Piana (del grupo LVMH), Dior y Giorgio Armani— con talleres clandestinos en las afueras de Milán y la Toscana. La Guardia di Finanza y autoridades laborales revelaron que operarios, algunos sin papeles, trabajaban en condiciones de precariedad y cobraban apenas EUR 4 (US$ 4,65) la hora, cifra muy por debajo del salario mínimo legal.
Estos hallazgos reavivan la discusión sobre el verdadero significado de etiquetas como “Made in Italy” o “Made in France”, en un contexto donde las cadenas de subcontratación ocultan prácticas que poco tienen que ver con la imagen de sofisticación que promueven las marcas.

Entre la promesa del lujo y la realidad industrial
El interrogante central es si el precio del lujo sigue respaldado por calidad y ética, o si se trata de una ilusión sostenida por el marketing. El sitio especializado Business of Fashion lo resumió así: “Si no se puede confiar en la élite del lujo, ¿en quién se puede confiar?”.
El cuestionamiento no proviene solo de las autoridades, sino también de los propios consumidores. Una nueva generación crítica, como la que representa el experto en cuero Volkan Yilmaz —conocido en redes como Tanner Leatherstein—, se dedica a analizar productos de lujo desarmándolos pieza por pieza. Su objetivo: estimar su verdadero costo de producción.

Costos reales, precios inflados
En uno de sus análisis más viralizados, Yilmaz evaluó la Loulou Bag de Saint Laurent. Según su estudio, fabricarla cuesta alrededor de US$ 190, mientras que se vende por US$ 2.900. Es decir, el valor del producto representa menos del 7 % del precio final. Otro caso, la Soft Hug Bag de Salvatore Ferragamo, mostró una relación menos desproporcionada: su fabricación ronda los EUR 355 (US$ 411) y su precio de venta, EUR 2.400 (US$ 2.782).
Aunque los altos márgenes son comunes en el mercado del lujo —donde también se contemplan costos de diseño, distribución y publicidad—, estos porcentajes plantean dudas sobre la relación entre precio, calidad y sustentabilidad.
Las firmas involucradas, como LVMH y Armani, comunicaron su disposición a colaborar plenamente con la investigación y afirmaron estar comprometidas con la supervisión ética de sus cadenas de producción. Sin embargo, el caso expone una estructura de tercerización que debilita los mecanismos de control.

Etiquetas que no garantizan transparencia
La normativa de la Unión Europea permite etiquetar un producto como “hecho en Italia” si su transformación final —aunque sea mínima, como coser un cierre o colocar una correa— se realiza en ese país. Esto permite que muchas etapas de la producción ocurran en otros países con menores estándares laborales, sin que el consumidor lo sepa.
Mientras tanto, los ingresos de las grandes marcas siguen en ascenso. Solo en 2023, la división de moda y marroquinería de LVMH facturó más de EUR 42.000 millones (US$ 48.685 millones). En paralelo, crece la percepción de que los consumidores están pagando no por una calidad superior, sino por su representación simbólica.

Argentina y el desafío del lujo creíble
La Argentina, si bien no compite directamente en el mercado global del lujo, sí participa como consumidora de estas marcas a través del turismo de compras y el comercio minorista. La discusión sobre la autenticidad del valor también interpela a diseñadores locales que aspiran a posicionarse con productos premium. La exigencia de trazabilidad, ética laboral y relación justa entre precio y calidad empieza a permear incluso en emprendimientos regionales. En un contexto donde el consumidor es cada vez más consciente, la opacidad ya no es una ventaja competitiva. El lujo, si quiere sostenerse como tal, deberá demostrarlo con hechos, no solo con etiquetas.




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