Buenos Aires (AT) – El sábado 20 de julio, la televisión pública alemana ARD organizó una entrevista con Alice Weidel, líder del partido opositor Alternativa para Alemania (AfD), como parte de su ciclo de “entrevistas de verano” con referentes de las principales fuerzas políticas del país. El encuentro se desarrolló al aire libre, en una terraza frente a un canal en el distrito gubernamental de Berlín. Pero desde el inicio, el evento se vio interrumpido por ruidos, gritos y música fuerte provenientes de una protesta que se desarrollaba al otro lado del agua.
Apenas comenzó la grabación, alrededor de 50 manifestantes comenzaron a silbar y gritar consignas contra el partido de derecha. Con el correr de los minutos, subieron el volumen de la música hasta tapar por completo las voces de la entrevistada y el periodista Markus Preiß. La misma Weidel, visiblemente incómoda, interrumpió la charla para decir: “Hay mucho ruido de fondo y apenas puedo oír tus preguntas”.
El grupo de manifestantes no había registrado previamente la protesta ante las autoridades. La policía de Berlín intervino, pero recién cuando el reportaje ya había terminado. Entre los manifestantes, se identificaron miembros de dos organizaciones críticas del AfD: Zentrum für Politische Schönheit (Centro para la Belleza Política) y Omas gegen Rechts (Abuelas contra la Derecha), ambas señaladas por tener vínculos con subsidios estatales. Los carteles y cantos incluían frases como “Fuera nazis” y “F*** AfD”.
La reacción del partido opositor y la tensión con los medios

Desde el partido liderado por Weidel no tardaron en expresar su descontento. Markus Frohnmeier, vicepresidente del bloque parlamentario del AfD en el Bundestag, calificó lo ocurrido como una falta de respeto institucional. “La entrevista debería haberse trasladado a un estudio sin interrupciones”, sostuvo. “Espero que se repita en condiciones justas”.
Bernd Baumann, otro referente del partido, fue aún más lejos: “ONGs de izquierda, el Estado y los medios actuaron una vez más contra la oposición mayoritaria de manera antidemocrática. Millones de votantes van a sacar conclusiones de esto”.
Las acusaciones también alcanzaron al propio canal público. El periodista independiente Boris Reitschuster denunció que personal de ARD habría filtrado intencionalmente el lugar y la hora de la grabación para que los manifestantes pudieran organizar su irrupción con tiempo. Desde la emisora rechazaron esas afirmaciones, aunque un vocero reconoció que el incidente dejó “lecciones para el futuro” y que se adoptarán nuevas medidas de seguridad en los próximos programas.
Weidel, por su parte, cuestionó con dureza la protesta y el accionar del canal. “Esto no es bueno para la cultura del debate en nuestro país. Atacar la libertad de prensa y la libertad de información de esta manera es inaceptable. No tengo simpatía por estas acciones. Ni el AfD ni yo vamos a dejarnos intimidar”, afirmó.
Un trasfondo político y económico que agita el debate

El episodio se produce en un contexto de fuerte polarización política en Alemania. Una encuesta reciente de la consultora Insa indica que uno de cada tres alemanes ya vota al AfD o considera hacerlo en el futuro. En algunas regiones del este del país, el partido supera el 30% de intención de voto, y encabeza las preferencias entre los menores de 30 años que rechazan la política migratoria del gobierno.
Pero más allá del impacto político inmediato, el incidente reabrió el debate sobre el rol de la televisión pública. ARD forma parte de un sistema de medios financiado con fondos obligatorios que, según datos oficiales, recauda cerca de EUR 9.000 millones al año. Cada habitante mayor de edad debe pagar aproximadamente EUR 110 anuales, incluso si no consume los contenidos. Ese modelo, aunque históricamente justificado por el objetivo de garantizar la pluralidad informativa, enfrenta cada vez más cuestionamientos por su tamaño, su estructura burocrática y su presunta cercanía con sectores gubernamentales.
Organizaciones civiles y partidos de la oposición critican que los contenidos informativos no representen de manera equitativa a todas las fuerzas políticas. En 2023, la Fundación Allensbach publicó un informe donde el 41% de los alemanes dijo confiar “poco o nada” en la neutralidad de la televisión pública. Dentro del electorado del AfD, esa cifra supera el 70%.
ARD, junto con ZDF y otras emisoras regionales, sostiene que su programación busca reflejar el conjunto del espectro político y social. Sin embargo, la polémica con Weidel refuerza la sensación, en parte del electorado, de que las instituciones públicas actúan de manera hostil frente a opciones consideradas “fuera del sistema”.



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