Un sondeo reciente ubicó al partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) como la fuerza política más popular del país. Según la encuesta del Instituto Forsa, el 26% de los votantes le daría su apoyo en una elección nacional si se celebrara hoy. El bloque conservador que lidera el canciller Friedrich Merz quedaría en segundo lugar, con un 24%.
Este resultado rompe con la tendencia histórica de dominio de los partidos tradicionales en Alemania y alimenta la inquietud en varias capitales europeas. El fenómeno no es aislado. La ultraderecha también lidera encuestas en Francia y ha tenido resultados fuertes en Polonia, Países Bajos, Portugal y Rumania.
Un ascenso que supera récords previos
El AfD nació hace poco más de una década como un partido centrado en un único punto: la oposición al euro y a los rescates financieros para países endeudados durante la crisis de deuda europea. Sus fundadores fueron principalmente economistas universitarios. En sus primeros años, apenas lograba resultados de un dígito en elecciones federales y regionales.

Con el tiempo, el partido viró hacia posiciones más duras. Bajo el liderazgo actual de Alice Weidel, una economista de perfil radical, su agenda se centra en políticas antiinmigratorias, euroescepticismo y un discurso nacionalista. La transformación ideológica coincidió con un crecimiento sostenido en las urnas, especialmente a partir de la crisis migratoria de 2015.
En las elecciones federales de febrero de 2025, el AfD obtuvo casi el 21% de los votos, su mejor resultado histórico. Desde entonces, su intención de voto creció cinco puntos, según Forsa. Con el 26%, no solo supera a la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Merz en este sondeo, sino que se ubica como la mayor fuerza de oposición en el Bundestag.
En comparación, en las elecciones de 2017 había conseguido un 12,6%, y en las de 2021 un 10,3%, lo que muestra un avance de más de 15 puntos en menos de ocho años.
Un fenómeno europeo
El repunte del AfD no es un hecho aislado. En Francia, el partido Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen lidera las encuestas con una ventaja de más de 10 puntos sobre el presidente Emmanuel Macron. En Países Bajos, el Partido por la Libertad de Geert Wilders logró imponerse en las elecciones legislativas de 2023. En Portugal, Chega! superó el 18% de los votos en las últimas elecciones, y en Polonia, la Confederación Libertad e Independencia se consolidó como tercera fuerza nacional.

En Reino Unido, el partido Reform UK de Nigel Farage encabeza sondeos por encima del Partido Conservador y del laborismo de Keir Starmer en intención de voto para las elecciones locales.
El crecimiento de estas fuerzas de derecha radical responde a factores comunes: descontento con la inmigración, rechazo a las élites políticas tradicionales, críticas a la integración europea y preocupación por la economía.
Un desafío para el gobierno de Merz
El canciller Friedrich Merz asumió el poder hace apenas 100 días, en medio de la promesa de fortalecer la posición internacional de Alemania y mantener un rumbo conservador moderado. Su agenda incluyó una postura firme frente a la guerra en Ucrania, el vínculo con la OTAN y la relación con Estados Unidos bajo el presidente Donald Trump.
Sin embargo, la encuesta de Forsa muestra que el desgaste político ya es evidente. El 67% de los encuestados dijo estar insatisfecho con su gestión. Analistas señalan que la atención casi exclusiva a temas internacionales le restó espacio para abordar problemas internos como la inflación, el acceso a la vivienda y la seguridad.
La inflación en Alemania cerró 2024 en un 3,4%, con un costo de vida que impacta especialmente en energía y alimentos. El alquiler promedio de un departamento de dos ambientes en Berlín ronda los EUR 1.150 mensuales, un 12% más que en 2023. Estos factores, sumados a la percepción de una inmigración mal gestionada, nutren el discurso del AfD.
En mayo, la agencia de Inteligencia Interior de Alemania calificó a AfD como una organización “extremista de derecha” confirmada que “atenta contra la dignidad humana” y amenaza la democracia. Este dictamen surgió en medio de pedidos por una prohibición del partido fundado en 2013, y fue el resultado de una revisión exhaustiva, cuyas conclusiones se recogen en un informe interno de 1.100 páginas, informó el organismo.
Debate sobre su legalidad
La irrupción del AfD en el primer puesto reavivó la discusión sobre su encuadre legal. Algunos sectores políticos proponen aplicar la cláusula constitucional que permite prohibir partidos considerados una amenaza para el orden democrático. Este mecanismo, previsto en la Ley Fundamental alemana, fue diseñado tras la Segunda Guerra Mundial para impedir el regreso de ideologías totalitarias.

El Tribunal Constitucional Federal ya ha intervenido en casos similares, como la disolución del Partido Socialista del Reich en 1952, de orientación neonazi, y del Partido Comunista Alemán en 1956. Sin embargo, prohibir una fuerza con representación masiva y respaldo de un cuarto del electorado implicaría un conflicto jurídico y político de gran escala.
Elecciones lejanas, clima de campaña presente
La próxima elección federal está prevista para 2029. A simple vista, parece un plazo lejano, pero el avance del AfD anticipa una campaña prolongada. Los partidos tradicionales deberán decidir si enfrentan a la ultraderecha con confrontación directa, integración parcial de sus demandas o un cordón sanitario similar al aplicado en Francia.
En este escenario, expertos en política comparada advierten que los próximos comicios regionales en Baviera, Brandeburgo y Turingia —donde el AfD ya lidera encuestas— serán una prueba clave para medir si el fenómeno se consolida o si responde a un contexto de protesta coyuntural.



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