Porsche informó este mes que su beneficio operativo entre enero y septiembre de 2025 fue de apenas EUR 40 millones (US$ 46,3 millones). En comparación con el mismo período de 2024, cuando había alcanzado EUR 4.035 millones (US$ 4.667 millones), la caída representa un desplome del 99 %. La noticia generó un fuerte impacto en la industria automotriz europea y encendió todas las alarmas dentro del Grupo Volkswagen, su casa matriz.
La empresa también reportó una baja del 6 % en sus ventas globales: entregó 212.509 vehículos frente a los 226.026 del año anterior. Este retroceso coincide con un descenso similar en la facturación, que pasó de EUR 28.560 millones a EEUR 26.860 millones (de US$ 33.030 millones a US$ 31.065 millones). La rentabilidad de la marca se desplomó del 14,1 % al 0,2 %.

El peso de una transición forzada
La principal causa de este derrumbe financiero, según reconoció la propia compañía, es la transición hacia la movilidad eléctrica, que no está dando los resultados esperados. El nuevo Macan 100 % eléctrico no logró convencer al mercado, y sus cifras de venta están muy lejos del éxito que supo ser la versión a combustión.
El caso del Macan no es el único. La decisión de discontinuar los modelos 718 Boxster y Cayman a combustión también debilitó el portafolio de Porsche. Ante la presión de los números, la marca decidió revertir parte de su estrategia y anunció que volverá a ofrecer nuevas versiones con motores térmicos e híbridos enchufables.
“Estamos orientando a Porsche hacia una rentabilidad sólida y a largo plazo”, afirmó Jochen Breckner, miembro del Consejo Ejecutivo de Finanzas de Porsche AG. La compañía habla de una “realineación estratégica” y justifica los malos resultados como un sacrificio temporal necesario para fortalecer su resiliencia futura.

Una crisis que sacude al Grupo Volkswagen
La debacle de Porsche arrastró consigo a la matriz. Volkswagen reportó una pérdida operativa de EUR 1.070 millones (US$ 1237 millones) en el tercer trimestre, frente a una ganancia de EUR 1.560 millones (US$ 1.804 millones) en el mismo período de 2024. Según la empresa, los ajustes de estrategia en Porsche y las depreciaciones vinculadas al cambio de rumbo provocaron un impacto de EUR 4.700 millones (US$ 5.435 millones).
Oliver Blume, actual CEO tanto de Porsche como del Grupo Volkswagen, fue tajante: “Porsche está en una crisis masiva. Con China, los aranceles estadounidenses, Rusia y Ucrania, nos están faltando los ingresos de dos tercios de los mercados donde estamos presentes”, dijo en una entrevista con Auto Bild.

Blume dejará la conducción de Porsche a principios de 2026, cuando asumirá Michael Leiters, mientras él se enfocará en liderar exclusivamente el Grupo Volkswagen.
Problemas estructurales y contextuales
Además del traspié en su estrategia eléctrica, la industria automotriz alemana enfrenta una tormenta perfecta: tensiones geopolíticas, mayores aranceles en EE. UU., costos de insumos más altos y una nueva amenaza de desabastecimiento de chips, ahora vinculada a la empresa Nexperia, controlada por el gobierno neerlandés tras una disputa con su matriz china.
El director financiero de Volkswagen, Arno Antlitz, advirtió que los aranceles podrían costar este año hasta EUR 5.000 millones (US$ 5.753 millones) al grupo. “La carga arancelaria permanecerá”, reconoció en una conferencia reciente.
A pesar del contexto negativo, la marca principal Volkswagen logró mejorar su resultado operativo en los primeros nueve meses del año, pasando de EUR 1.280 a EUR 1.480 millones (de US$ 1.480 a US$ 1.711). Esto se logró en parte gracias a un agresivo plan de ahorro y reestructuración que contempla la eliminación de más de 35.000 empleos en Alemania hasta 2030.

La electrificación no se detiene, pero se ralentiza
Porsche no abandonará su transición eléctrica, pero sí retrasará el lanzamiento de ciertos modelos. En particular, la plataforma EV prevista para la década de 2030 será rediseñada en coordinación con otras marcas del grupo. Mientras tanto, los modelos eléctricos ya existentes seguirán actualizándose.
“Estamos aceptando conscientemente cifras clave temporalmente más débiles para fortalecer la rentabilidad y la resiliencia a largo plazo”, sostuvo la empresa en un comunicado. En otras palabras, Porsche apuesta a perder hoy para ganar mañana.
El desafío está en lograr que el cliente tradicional —el que valora el sonido de un motor bóxer y la respuesta de un vehículo deportivo— se reconcilie con el futuro eléctrico. Y, por lo visto, todavía falta mucho para eso.





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