Un grupo de diputados del Bundestag ha retomado esta semana la iniciativa para prohibir al partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), luego de que un intento anterior perdiera vigencia tras las elecciones anticipadas de febrero. La medida, considerada excepcional y de alta complejidad jurídica, busca proteger el orden democrático de Alemania ante lo que varios sectores consideran una amenaza institucional en crecimiento.

El desafío legal: probar la veracidad del riesgo
La diputada socialdemócrata Carmen Wegge (SPD) confirmó que este nuevo impulso parte de legisladores de distintas bancadas. En diálogo con Rheinische Post, explicó que “el próximo paso debe ser reunir evidencia de forma independiente y con el máximo rigor legal, para evaluar las posibilidades reales de éxito del pedido”.
Aún no se definió un calendario para presentar la solicitud formal ante el Tribunal Constitucional, pero Wegge insistió en que la revisión debe hacerse “de manera rápida, exhaustiva y con el respaldo de todas las fuerzas democráticas”, advirtiendo que “la protección de nuestro orden democrático no admite demoras”.

¿Por qué se discute prohibir a la AfD?
El partido Alternativa para Alemania está bajo la lupa del Bundesamt für Verfassungsschutz, la Oficina Federal para la Protección de la Constitución, que en mayo de este año lo calificó oficialmente como un “caso sospechoso de extremismo de derecha”. Aunque esa calificación fue suspendida temporalmente por un recurso judicial, la vigilancia permanece activa.
La diputada Irene Mihalic, del partido Los Verdes y secretaria parlamentaria de su bloque, alertó sobre la cercanía de la AfD con regímenes autoritarios. “Es preocupante su afinidad con estados como Rusia y China. La AfD actúa como un caballo de Troya de Putin dentro del Bundestag y representa un riesgo de seguridad”, declaró.

Condiciones para prohibir un partido en Alemania
El artículo 21, inciso 2, de la Ley Fundamental establece que un partido puede ser declarado inconstitucional si “apunta a afectar o eliminar el orden democrático libre” o si pone en peligro la existencia misma de la República. Sin embargo, las exigencias legales son muy altas: no basta con que el partido difunda ideas antidemocráticas, también debe demostrarse una actitud agresiva y una posibilidad real de alcanzar sus objetivos.
Desde la fundación de la República Federal, solo se prohibieron dos partidos: el Sozialistische Reichspartei en 1952 y el Kommunistische Partei Deutschlands en 1956. La jurisprudencia ha endurecido los requisitos para intervenir en la legalidad de un partido político.

Un posible foco de tensión en noviembre
El debate sobre la legalidad de la AfD se intensifica mientras se prepara el lanzamiento de una nueva organización juvenil del partido, prevista para fines de noviembre en Gießen, Hesse. Según informó el Polizeipräsidium Mittelhessen, se esperan más de 10.000 manifestantes en protestas paralelas.
El presidente de la policía regional, Torsten Krückemeier, informó que ya se conformó un equipo especial para coordinar el operativo, que incluirá fuerzas federales y unidades de otros estados. “Nos preparamos para todos los escenarios posibles”, afirmó.
La anterior organización juvenil de la AfD, Junge Alternative (JA), se disolvió en marzo tras ser clasificada como “claramente extremista” por el Verfassungsschutz. La nueva estructura buscará estar más integrada con el partido y evitar el riesgo de ser prohibida como asociación.

¿Cuál será el próximo paso?
Para que una solicitud de prohibición avance, debe ser presentada por el Bundestag, el Bundesrat o el Gobierno Federal ante el Tribunal Constitucional. En la práctica, se necesita no solo consenso político, sino una base probatoria sólida y jurídicamente irrefutable. Por ahora, no hay fecha definida, pero la discusión ya está sobre la mesa. El dilema se plantea con crudeza: ¿hasta qué punto puede tolerarse que una fuerza con representación parlamentaria promueva, desde adentro del sistema, su desmantelamiento?




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