Buenos Aires (AT) – En el mundo de la genética, los descubrimientos inesperados de ADN pueden cambiar la percepción que uno tiene sobre su propia historia. Una reciente nota de Natura revela que Janice Sellers, una genealogista profesional con sede en Gresham, Oregón, se sumergió en el estudio de su árbol familiar durante décadas, enfrentándose a giros sorprendentes a lo largo del camino.
En 2016, Sellers recibió la impactante noticia de que su abuelo no tenía ninguna relación biológica con su padre, un hallazgo que la llevó a cuestionar lo que creía saber sobre su propia ascendencia. Sin embargo, este fue solo el comienzo de su viaje por la genealogía.
Un camino lleno de sorpresas
La verdadera sorpresa llegó en 2022 cuando, mediante un análisis de ADN antiguo, Sellers descubrió que compartía un vínculo genético con una mujer que había vivido hace más de 600 años y que estaba enterrada en un antiguo cementerio judío en Erfurt, Alemania.
Esta mujer, un eslabón perdido en el vasto tejido de la historia, había sido objeto de un estudio que analizó su genoma y subió los resultados a un sitio web de genealogía genética llamado GEDmatch. Fue Kevin Brook, un historiador y genealogista genético, quien hizo la conexión y se puso en contacto con Sellers para informarle sobre su parentesco con la mujer de Erfurt.
Sellers recuerda el momento con emoción: “Me emocionó descubrir que tenía algo de ADN de una línea que se puede rastrear tan lejos. ¿Quién lo habría adivinado?” Este tipo de hallazgos pone de relieve la intersección entre la ciencia, la historia y la genealogía, donde los estudios de ADN antiguo están abriendo nuevas puertas para comprender la historia familiar.
La ciencia de la genealogía y el ADN antiguo
Desde que se realizó la primera secuenciación del genoma humano antiguo, más de 10.000 individuos antiguos fueron analizados, revelando una gran cantidad de datos genómicos. Aunque la mayoría de estos individuos vivieron hace milenios, la colaboración entre científicos, arqueólogos e historiadores ha permitido que se acumule un número relevante de genomas de personas más cercanas en el tiempo, lo que facilita la conexión con parientes modernos.
Este proceso reveló vínculos sorprendentes, como los que relacionan a los descendientes de trabajadores del hierro afroamericanos en Maryland, activos en el siglo XVIII, con figuras históricas de renombre, como Ludwig van Beethoven y el famoso líder nativo americano conocido como Toro Sentado.
Los investigadores creen que estas conexiones no solo ayudan a iluminar las identidades de individuos históricos, sino que también permiten la reconstrucción de historias genealógicas de aquellos cuyos legados han sido oscurecidos a lo largo de la historia, como los descendientes de personas esclavizadas.
Éadaoin Harney, genetista poblacional en la empresa de genética para consumidores 23andMe, afirma que esta tendencia representa “lo siguiente en el campo del ADN antiguo”. Se trata de una nueva forma de estudiar la historia humana, uniendo la ciencia moderna con el estudio del pasado de maneras que antes eran inimaginables.
La complejidad de las conexiones genéticas
Sin embargo, la interpretación de las coincidencias de ADN antiguo con individuos modernos puede resultar complicada, y algunos investigadores advierten sobre el riesgo de que esta información se malinterprete o se utilice de manera inapropiada.
Harald Ringbauer, un genetista computacional en el Instituto Max Planck para Antropología Evolutiva, subraya la importancia de tener cuidado en la interpretación de los resultados de las pruebas de ADN, advirtiendo que el hecho de compartir un segmento de ADN con personas del pasado no necesariamente implica una relación directa y significativa.
La coincidencia entre Sellers y la mujer de Erfurt se basa en un segmento de ADN que se conoce como un “segmento idéntico por descendencia” (IBD). Las empresas de genética han utilizado estos segmentos para emparejar a parientes en sus bases de datos, identificando relaciones entre primos lejanos que comparten un antepasado común.
Sin embargo, para los genomas más antiguos, las conexiones que se pueden establecer son menos significativas. La información sobre los ancestros genealógicos y los ancestros genéticos es fundamental para entender esta dinámica. Cada generación duplica el número de ancestros en un árbol familiar, lo que significa que, al retroceder 20 generaciones, una persona podría tener hasta un millón de ancestros.
Pero no todos esos ancestros son relevantes desde el punto de vista genético, ya que cada individuo solo comparte segmentos de ADN con una parte de su árbol familiar.
La utilidad de las coincidencias de IBD en términos genealógicos depende de factores como el tamaño de la población y los patrones de apareamiento. En general, para poblaciones más recientes, un segmento IBD compartido puede sugerir una conexión más directa a través de un antepasado común. David Reich, genetista en la Facultad de Medicina de Harvard, señala que cuanto más reciente sea la coincidencia, más probable es que se pueda establecer una conexión significativa.
Sin embargo, la aplicación de la genética antigua estuvo marcada por resultados mixtos. Algunos esfuerzos iniciales para vincular genomas antiguos con individuos famosos, en lo que Ringbauer llama “genómica de celebridades”, no siempre han dado lugar a conclusiones claras. Por ejemplo, un análisis reciente del ADN de cabellos que se creía pertenecían a Ludwig van Beethoven no pudo establecer conexiones directas con sus descendientes vivos, a pesar de que varios compartían segmentos IBD.
Por otro lado, el análisis del cabello de Toro Sentado llevó a una confirmación de su relación con un descendiente actual, Ernie LaPointe, quien espera que esta conexión ayude a repatriar restos que se creen pertenecen a su antepasado.
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