Buenos Aires (AT) – La Semana de la Moda de Berlín presentó 36 desfiles que, aunque menos en cantidad que en otras capitales, destacaron por su contenido conceptual. Diseñadores alemanes propusieron un viaje introspectivo que combinó referencias personales, culturales y políticas, alejándose del mero exhibicionismo textil.
Las propuestas de la temporada primavera-verano 2026 marcaron un cambio de rumbo. En lugar de apuestas ruidosas o maximalistas, se observó una tendencia generalizada hacia la sensibilidad, la nostalgia y el replanteo de las identidades. “Con la moda se puede pensar”, pareció ser el mensaje implícito.

Romanticismo con raíces
El sello berlinés Richert Beil, conocido por sus enfoques crudos sobre temas actuales, presentó una colección mucho más contemplativa. Bajo el título “Milieuschutz” (protección del entorno), el dúo de diseñadores puso el foco en los valores y métodos que resisten en un sistema de la moda vertiginoso y superfluo.
La colección apostó al sastre tradicional, uniformes reinterpretados y textiles como la seda y el encaje artesanal. En el cierre del desfile, un modelo mayor caminó bajo la lluvia artificial con un abrigo de látex negro adornado con flores negras, cerrando la puesta con un mensaje potente: protegerse no implica renunciar a la poesía.

Identidades y transformaciones
David Koma, que presentó por primera vez su línea masculina en Berlín, construyó su colección alrededor de la figura de “David” en tres dimensiones: él mismo, el futbolista David Beckham y la escultura de Miguel Ángel. Mezcló jeans de principios de los 2000, delantales tipo souvenir y trajes con lentejuelas para reflexionar sobre la masculinidad entre el ídolo y el individuo.
El colectivo GmbH, por su parte, se volcó hacia lo autobiográfico y emocional. Benjamin Huseby y Serhat Isik mostraron una colección titulada “Imitation of Life”, con elementos extraídos de sus recuerdos infantiles, como las vestimentas de ceremonias de circuncisión. “Intentamos encarnar el juego y la alegría, pese a estar rodeados de desesperanza”, escribieron en su manifiesto.

Miradas femeninas y relatos alternativos
El desfile de Clara Miramon rindió homenaje a las trabajadoras del cuidado. Uniformes inspirados en la enfermería de los años sesenta se combinaron con corsetería y textiles ortopédicos, cuestionando la invisibilización de estas tareas. Laura Gerte, en cambio, abordó la experiencia femenina a través de materiales desgastados y cortes drapeados, transmitiendo tensión y vulnerabilidad.
La marca Marke trató las historias de amor prohibidas entre jóvenes queer con una estética más luminosa, blanda y florida. Las flores, que antes se escondían en cartas secretas, ahora decoran mangas y sacos.

Juegos de rol y medievalismo digital
Marie Lüder exploró los arquetipos de cuentos y leyendas reconfigurados en clave urbana. Sus personajes fueron madres solteras heroicas y princesas que parodian la masculinidad tradicional. En su show, presentó una escenografía que mezclaba mundos digitales y medievales, con dragones metálicos, bardos y gorras de duende.
El sello Iden también partió del imaginario medieval, pero lo llevó al terreno digital mediante estampas manipuladas que confunden lo real y lo fantástico.

Regreso a la adolescencia y los 2000
Varios creadores apelaron a la nostalgia generacional. Rosa Dahl, de SF1OG, tomó estéticas de los 2000 y las mezcló con elementos de la indumentaria histórica. El resultado: superposiciones ambiguas, joggings cortos con chalecos punk y faldas plisadas usadas como cinturones.
La marca Colrs revisó los looks skater e indie de los primeros 2010, mientras que Dagger apostó a una relectura más purista de esas subculturas. Lo que unificó estas propuestas fue su anclaje emocional: reflejar el caos, la timidez y la fuerza de esa etapa vital.
Un momento de transición
La edición SS26 de la Berlin Fashion Week no prometió cambios radicales en la industria, pero sí dejó en claro una dirección: más autenticidad, más contenido y más resonancia emocional. En medio de un mundo convulsionado, los diseñadores alemanes optaron por mirar hacia adentro y resignificar la moda como un acto de memoria, resistencia y sensibilidad.




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