Buenos Aires (AT) – En un contexto marcado por el inicio de la Segunda Guerra Mundial, La última sesión de Freud reúne a Sigmund Freud y C.S. Lewis en un diálogo ficticio que aborda cuestiones fundamentales de la existencia humana. Protagonizada por Anthony Hopkins y Matthew Goode, la película explora el choque entre ciencia y fe, con actuaciones que destacan por su profundidad.
La trama de La última sesión de Freud, basada en la obra teatral de Mark St. Germain, se centra en un encuentro ficticio entre Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, y C.S. Lewis, autor de Las crónicas de Narnia. Ambientada en Londres en 1939, la película imagina una conversación entre dos figuras históricas que, desde perspectivas opuestas, reflexionan sobre religión, sexualidad y los miedos existenciales.
Freud, interpretado por Anthony Hopkins, es presentado como un hombre anciano, debilitado por el cáncer y profundamente ateo. Por su parte, Lewis, encarnado por Matthew Goode, aparece como un ferviente creyente que defiende las virtudes de la fe cristiana. Este enfrentamiento de ideas no solo revela las diferencias entre ambos, sino que también encuentra puntos de encuentro inesperados.
Hopkins y Goode: interpretaciones destacadas
A sus 86 años, Anthony Hopkins entrega una actuación memorable como Freud, un hombre atrapado entre su racionalismo y el dolor físico que lo aqueja. Su personaje recurre constantemente a la morfina para aliviar el sufrimiento, mientras contempla la posibilidad de un suicidio asistido, un aspecto que añade tensión y realismo al relato.
Por su parte, Matthew Goode interpreta a Lewis con sutileza, capturando la complejidad emocional de un escritor que busca reconciliar la fe y la razón. Aunque su papel es más limitado en términos de diálogo, su desempeño en pantalla complementa de manera efectiva las intensas interacciones con Hopkins.
Un vistazo a la relación con Anna Freud
La película no se limita al intercambio dialéctico entre Freud y Lewis. También explora la relación del psicoanalista con su hija Anna Freud, interpretada por Liv Lisa Fries. Anna, una figura clave en el desarrollo del psicoanálisis, enfrenta conflictos internos relacionados con su orientación sexual y su relación con Dorothy Tiffany Burlingham, un tema que aporta una dimensión más íntima a la narrativa.
La visión de St. Germain y Brown
El guionista Mark St. Germain adaptó su obra teatral para la pantalla grande, logrando mantener la esencia del diálogo filosófico entre Freud y Lewis. Su inspiración proviene del ensayo La cuestión de Dios del Dr. Armand Nicholi, que analiza las ideas de ambos pensadores.
La dirección estuvo a cargo de Matt Brown, conocido por El hombre que conocía el infinito. Su enfoque combina una cuidadosa recreación histórica con un diseño de producción meticuloso, respaldado por la diseñadora detrás de películas como Sentido y sensibilidad y Lo que queda del día.
Reflexión en tiempos de guerra
Ambientada en un Londres asediado por los bombardeos nazis, La última sesión de Freud utiliza el contexto histórico para acentuar la fragilidad y el valor de las ideas humanas. Mientras Freud analiza los sueños y la psique desde una perspectiva científica, Lewis explora mundos imaginarios que reflejan su fe cristiana, como los de Las crónicas de Narnia.
El film también destaca por su capacidad de conectar los dilemas personales de sus personajes con las grandes preguntas filosóficas y espirituales de la época. En palabras de Freud, citadas en la película: “El miedo a la muerte y el dolor nos une más que nuestras diferencias”.
Un legado cinematográfico e intelectual
La película, disponible en la plataforma Max, invita al espectador a reflexionar sobre los temas que marcaron la vida y obra de Freud y Lewis. A través de actuaciones cautivadoras y un guion sólido, La última sesión de Freud se presenta como una obra que trasciende su premisa ficticia para ofrecer un retrato profundo de la condición humana.
Con esta producción, Anthony Hopkins demuestra nuevamente su capacidad para dar vida a personajes complejos, mientras que Matthew Goode reafirma su talento en roles de carácter introspectivo. El resultado es una obra que, aunque basada en un encuentro improbable, resuena con cuestiones atemporales.
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