En Suiza, la convivencia entre personas y animales se rige por normas muy precisas. No solo los ciudadanos deben cumplir con el pago de impuestos y el registro ante las autoridades comunales: los perros también están obligados a hacerlo. Desde la inscripción en una base de datos nacional hasta el pago de una tasa anual, el sistema refleja la rigurosidad con que el país organiza la vida de sus habitantes, tanto humanos como caninos.
Este tributo, conocido como impuesto canino, existe desde hace más de un siglo y forma parte de las obligaciones básicas de cualquier propietario. Aunque el monto varía entre regiones, la falta de pago puede acarrear consecuencias que van mucho más allá de una simple multa.
Registro obligatorio y control comunal
Cuando una persona se muda a un nuevo municipio suizo, debe notificar su llegada a las autoridades locales. Lo mismo ocurre con su perro. Cada animal debe ser registrado oficialmente, un procedimiento que incluye la creación de una ficha en la base de datos nacional AMICUS, donde figuran los datos del dueño y del animal.

El registro permite que cada perro tenga un número de identificación único. Allí se consignan su domicilio, posibles cambios de propietario o incluso el fallecimiento del animal. Si el dueño se muda, debe realizar el mismo proceso en sentido inverso: informar su partida y dar de baja tanto su propia inscripción como la del perro.
El objetivo de este sistema no es solo recaudatorio. Las comunas suizas utilizan esta información para controlar la población canina, prevenir abandonos y garantizar el cumplimiento de las normas sanitarias y de convivencia. El nivel de organización es tal que las autoridades pueden ubicar rápidamente a un perro en caso de extravío o accidente.
El impuesto anual y sus particularidades
Una vez registrado, el propietario recibe una factura anual por el impuesto correspondiente. Cada municipio o cantón establece su propio monto, pero las cifras oscilan entre los 100 y los 200 francos suizos, equivalentes aproximadamente a entre EUR 105 y EUR 210. El pago se realiza como cualquier otra obligación fiscal, mediante una boleta con código QR que facilita la transferencia.
El valor no depende del ingreso del dueño, sino de las características del animal. En algunos cantones, el tamaño o el peso del perro determinan el monto final. Un Chihuahua puede generar un impuesto mucho menor que un Gran Danés, lo que se interpreta como un criterio de proporcionalidad: animales más grandes requieren más espacio, recursos y control.

Esta normativa busca también fomentar la tenencia responsable. Las autoridades locales consideran que quien decide incorporar un perro grande o de raza potencialmente riesgosa debe asumir una carga impositiva acorde. De este modo, se desalientan compras impulsivas y se promueve una convivencia equilibrada.
Las consecuencias del impago y las excepciones
No pagar el impuesto canino puede salir caro. En el pasado, algunas comunas suizas llegaron a aplicar medidas extremas para forzar el cumplimiento. El caso más recordado es el de Reconvilier, en el cantón de Berna, donde una antigua ordenanza de 1904 autorizaba a las autoridades a sacrificar perros cuyos dueños se negaran a abonar la tasa.
En 2011, esa disposición fue invocada contra una familia con una deuda de unos 50 francos, generando una gran polémica. Las autoridades locales aclararon que la medida buscaba presionar a los infractores y no ejecutar masivamente animales. Sin embargo, la indignación pública llevó a la abolición de esa posibilidad, considerada inaceptable en los estándares actuales de bienestar animal.
En la actualidad, las sanciones se limitan a recargos económicos o procesos administrativos, pero la obligación de pago sigue siendo estricta. Las comunas pueden incluso embargar bienes o recurrir a la justicia civil para cobrar las deudas acumuladas.
Existen, no obstante, algunas exenciones. Los perros guía de personas ciegas o con discapacidad, los animales de rescate y los perros policiales están libres del tributo. En zonas rurales, los dueños de perros guardianes de granja pueden acceder a descuentos o exenciones parciales, dado el servicio de protección que prestan.
Recientemente, el Parlamento cantonal de Valais aprobó una moción para eximir del impuesto a los perros pastores que cuidan rebaños de ovejas. La iniciativa, votada el 12 de noviembre de 2025, fue enviada al Consejo de Estado para su evaluación y posible implementación.
La existencia de un impuesto para perros puede parecer una curiosidad administrativa, pero encierra una filosofía muy suiza: la convivencia se basa en la responsabilidad compartida y en el respeto por las normas. Cada obligación, por pequeña que sea, busca mantener el orden y la previsibilidad de la vida cotidiana.



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