lunes, 15 de septiembre de 2025

Durante la Segunda Guerra Mundial, Suiza desempeñó un papel poco conocido pero estratégico: representó los intereses de 17 países latinoamericanos en territorio de potencias del Eje y naciones ocupadas. Esta acción discreta no solo protegió ciudadanos y empresas de la región, sino que consolidó una red diplomática que todavía mantiene influencia hoy.

Tras el fin del conflicto en Europa, un documento interno del Ministerio de Relaciones Exteriores suizo fechaba noviembre de 1945. La nota indicaba que las oficinas suizas en Alemania cerrarían y recomendaba a los países latinoamericanos recurrir a las autoridades estadounidenses. Este mensaje revela un rol fundamental de Suiza: actuar como protector de intereses latinoamericanos en territorios del Eje.

Cuando las naciones latinoamericanas, presionadas por Estados Unidos, cortaron relaciones con Alemania, Italia y Japón, millones de personas quedaron sin representación diplomática. Suiza asumió entonces la responsabilidad de actuar en su nombre. Entre 1939 y 1945, diplomáticos suizos operaron en Berlín, Roma, partes ocupadas de Francia y ciudades como Copenhague, realizando tareas consulares, asistiendo ciudadanos y manteniendo comunicaciones secretas en nombre de los gobiernos latinoamericanos.

Un modelo histórico de neutralidad activa

El concepto de “poder protector” consiste en actuar en representación de estados que rompieron relaciones diplomáticas o carecen de canales directos de comunicación. Suiza mediaba mensajes, protegía propiedades de embajadas y emitía documentos como pasaportes y visas. Era un papel discreto, pero esencial durante crisis internacionales.

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Suiza consolidó un papel estratégico como poder protector durante la Segunda Guerra.

Este modelo se remonta a la Guerra Franco-Prusiana (1870–71) y se consolidó durante la Primera Guerra Mundial, cuando Suiza ejerció más de 36 mandatos. La práctica se formalizó con la Convención de Ginebra sobre prisioneros de guerra en 1929. Durante la Segunda Guerra Mundial, Suiza acumuló más de 200 mandatos, representando alrededor de 42 países, lo que convirtió a Ginebra y Berna en centros diplomáticos clave y transformó la neutralidad en un activo estratégico.

Latinoamérica en el tablero europeo

Con la entrada de Estados Unidos en 1941, varios gobiernos latinoamericanos se alinearon oficialmente con los Aliados. Sin embargo, países influyentes como Argentina, Brasil y Chile mostraron resistencia por razones comerciales o ideológicas. Brasil fue el único en enviar tropas al frente europeo y combatir submarinos alemanes en el Atlántico Sur. Chile lo hizo en 1943 y Argentina en 1945, poco antes del final de la guerra.

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El vacío diplomático dejado por el Tercer Reich fue ocupado por Suiza de manera discreta y efectiva.

Suiza ocupó el vacío diplomático generado por estas rupturas, asumiendo cerca del 40% de sus mandatos en nombre de América Latina. Su rol facilitó el diálogo y protegió principios del derecho humanitario, aunque enfrentó desafíos como la disposición de los estados a reconocer y respetar la autoridad suiza. Esta acción permitió a Suiza expandir su influencia más allá de Europa y mantener relaciones económicas y políticas sólidas con América Latina.

El poder diplomático suizo

A través de su neutralidad y discreción, Suiza consolidó una red de influencia que perdura. Actuó como mediador en conflictos interamericanos y representó intereses clave, como los de Estados Unidos en Cuba. Incluso en la actualidad, el país sigue siendo un referente para la resolución de disputas en la región.

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Con más de 200 mandatos y 42 países, Suiza amplió su influencia en medio del conflicto.

“Suiza construyó un modelo basado en la práctica, donde el éxito de su intervención determina expectativas sobre futuras acciones. La discreción fue un activo fundamental,” explica Paula Vedoveli, especialista en relaciones internacionales. Stella Krepp, investigadora de la Universidad de Berna, agrega que la neutralidad suiza se percibía de manera diferente en la época, debido a relaciones económicas con Alemania, especialmente en transacciones de oro y productos estratégicos para la industria bélica.

Así, Suiza demostró que la neutralidad puede ser activa y estratégica. Protegió ciudadanos y empresas latinoamericanas, expandió su influencia y consolidó un legado diplomático que mantiene relevancia más de 80 años después de la Segunda Guerra Mundial.

Fuente: swissinfo

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