jueves, 14 de diciembre de 2023

Buenos Aires (AT) – El grupo activista alemán, “Última Generación” (Letzte Generation), reconocido por sus intervenciones artísticas de alto impacto, ha liderado una nueva acción con el objetivo de generar conciencia sobre el cambio climático. En esta ocasión, la organización llevó a cabo una protesta visual al destruir árboles de Navidad en shoppings de Alemania, utilizando pintura naranja para resaltar su mensaje.

La protesta se extendió por diversas ciudades alemanas, incluyendo Berlín, Oldemburgo, Kiel, Leipzig, Rostock, Nuremberg y Múnich. A través de sus redes sociales, “Última Generación” anunció su participación en la destrucción simbólica de árboles de Navidad, destacando la ubicuidad del problema climático y la necesidad de una acción urgente.

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“Última Generación” llevó a cabo una nueva protesta visual al destruir árboles de Navidad en shoppings, utilizando pintura naranja para resaltar su mensaje.

El uso de la pintura naranja sobre los árboles de Navidad simboliza la alarma por el cambio climático que, según “Última Generación”, amenaza a las generaciones futuras. La elección de shoppings como escenario de la protesta busca maximizar la visibilidad de su mensaje, recordando a la sociedad la importancia de abordar los problemas medioambientales en la temporada festiva.

Quiénes son y qué pretenden

Se denominan “Última Generación”. Organizados en grupos de 20 a 30 personas, se adhieren -“pegan”- al asfalto en intersecciones estratégicas de la vía pública en ciudades de Alemania y Austria. Para ello, fijan sus manos con pegamento al asfalto, a las vías de un tren o hasta sobre la pista de aterrizaje de los aeropuertos. Su meta: interrumpir -frenar- el tránsito y los servicios de transporte público.

Su estrategia incluye también rociar con pintura a obras o edificios y monumentos emblemáticos, como lo hicieron el domingo 17 de septiembre en Berlín, cuando varios de sus seguidores “marcaron” la Puerta de Brandeburgo. Su fin último: que los Gobiernos recapaciten sobre lo que consideran una errada política medioambiental. Y es que los activistas se consideran la última generación aún es capaz de detener el colapso total de la Tierra. Sin embargo, con sus acciones también están generando un rechazo creciente en la sociedad e Alemania y Austria, como lo mostraron varios actos de violencia entre pasantes y activistas.

Con la fuerza de la impronta promovida por la sueca Greta Thunberg y el movimiento internacional Fridays For Future, “Última Generación” se fundó en 2021 a partir de una huelga de hambre. De esta protesta surgió también el nombre dado que se auto-percibe como la última generación capaz de evitar el colapso de la tierra. Es en la actualidad el grupo ecologista más activo en toda Alemania, pero también en Austria e Italia. Por sus acciones bloqueos en la vía pública como sus acciones en museos, exposiciones de arte y aeropuertos, los activistas han puesto en vilo a la opinión pública de las principales ciudades de esos países.

Última Generación, Anja Windl, Múnich
Anja Windl, del grupo “Última Generación”, bloqueando una avenida en la ciudad de Múnich. (Foto: IMAGO/ZUMA Wire)

En lo que a Alemania se refiere, “Última Generación” tiene tres reivindicaciones principales: la sanción de un límite de velocidad de 100 km/h en las Autobahnen (autopistas); un ticket universal económico para el transporte público nacional y la conformación de “consejo social” con 160 miembros seleccionados, que elaborará un plan para acabar con el uso de combustibles fósiles en Alemania para 2030.

A principios de noviembre de 2022, miembros de “Última Generación” irrumpieron en el Palazzo Bonaparte, en la ciudad de Roma, y arrojaron sopa sobre la pintura “El sembrador” de Vicent Van Gogh. Modalidad que repitieron en distintos museos para captar la atención de los medios y las redes sociales y poder visibilizar aún más sus reclamos.

Austria también ha sido escenario de las protestas llevadas a cabo por miembros del colectivo “Última Generación”. La activista alemana Anja Windl es una de las cientos de jóvenes que han participado en los diferentes bloqueos de calles y puentes de ese país. Allí exigen que el Parlamento debata una nueva ley -la anterior expiró en 2020- que regule las emisiones de dióxido de carbono (CO2).

Cómo se financian y qué consecuencias tienen sus acciones

Además de las protestas en Berlín o Múnich, los miembros de “Última Generación” –cuyas edades oscilan entre los 20 y 40 años– han sido acusados de haber organizado distintas campañas en Internet e impulsado colectas por € 1,4 millones (US$ 1,5 millones) destinadas a financiar las eventuales disputas legales del colectivo. También se los señala por haber intentado sabotear el oleoducto Trieste-Ingolstadt que atraviesa Baviera, una obra de infraestructura crítica, según las autoridades.

En julio pasado, siete integrantes de “Última Generación” pegaron sus manos al asfalto y bloquearon la autopista A13 a la altura del Paso del Brennero, cruce internacional que divide Austria de Italia. La medida generó una hora de demora y una cola de vehículos de más de cuatro kilómetros.

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Activistas del grupo “Última Generación” protestan “pegándose” al asfalto de la pista de aterrizaje de un aeropuerto de Múnich. (Foto: Reuters)

Con sus acciones para interrumpir o cortar el libre tránsito en las ciudades, las acciones de estos activistas pueden ser considerados casos de “coerción”. según la ley alemana. Estos son castigables con una pena máxima de hasta tres años de cárcel, según lo define el Artículo 240, del Código Penal de la RFA. Peor es el caso de las protestas generadas en los aeropuertos: el artículo 315, reglamenta que “quien menoscabe la seguridad del tráfico ferroviario, ferroviario suspendido, marítimo o aéreo (…) y con ello ponga en peligro la vida o la integridad física de otra persona o bienes de valor significativo para otra persona podrá ser condenado a una pena privativa de libertad de seis meses a diez años”.

“Última Generación” y las elecciones en Baviera

Sus acciones cobran especial peso en Baviera. El Land (Estado), más grande de la República Federal celebra elecciones el 8 de octubre. De acuerdo con los jóvenes activistas, el gobierno regional, liderado por el conservador Markus Söder y potencial candidato a Canciller alemán en las próximas elecciones nacionales (N.d.l.R: las próximas elecciones generales se celebran en 2025), hace grandes anuncios sobre la protección del clima y el medioambiente, pero no los concreta en la práctica.

A nivel nacional, entre sus exigencias los activistas piden que se fije una velocidad máxima de 100 kilómetros por hora en las autopistas —Alemania es el único país europeo donde algunos tramos de las autovías no tienen límite de velocidad— y que se cree un boleto de €9 (US$ 9,75) al mes para viajar en transporte público.

Más allá de la respuesta de las fuerzas de seguridad, a lo largo de los meses, las protestas llevadas a cabo por los representantes de “Última Generación” despertaron todo tipo de reacciones en la sociedad alemana. Algunos sectores, más preocupados por el calentamiento global y el cuidado del medioambiente, apoyan las medidas más allá de las demoras o molestias que conlleven en el tránsito. Como contrapartida, otros sectores las rechazan de plano: se han visto situaciones con los que automovilistas particulares han quitado con violencia a los activistas del lugar.

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