Buenos Aires (AT) – Una bandeja de sushi fotogénico con soporte para celular, un gráfico que mide las emisiones de una milanesa, y un embutido vegetal que se desarma en la sartén. La escena no pertenece a un laboratorio, sino al Zukunftsmuseum de Núremberg, donde se inauguró recientemente la exposición especial “Essen neu denken. NewFoodSystems”, centrada en cómo podría transformarse nuestra alimentación en las próximas décadas.
La exposición ha reunido los últimos desarrollos científicos del programa NewFoodSystems, que estudia nuevas formas de producción, distribución y consumo. El recorrido parte de una idea sencilla pero provocadora: así como cambió lo que comíamos en los 80 o los 2000, también cambiará en el futuro. “La comida hoy no solo tiene que ser rica o nutritiva. También tiene que verse bien y ser posteable”, explicó Jana Grasser, curadora de la muestra, citada por la agencia DPA.
De hecho, uno de los platos exhibidos fue diseñado para eso: una ensaladera con soporte integrado para el celular, pensada para capturar la imagen perfecta antes de comer. Según Grasser, hasta un tercio de los contenidos en redes sociales gira en torno a la comida.

Impacto ambiental y tecnología aplicada
Pero la estética no es todo. La exposición también invita a reflexionar sobre el impacto ambiental de lo que llega al plato. Un panel compara, por ejemplo, la huella hídrica y de carbono entre un kilo de carne vacuna y uno de arvejas. El primero implica 100 kilos de CO₂, 2.700 litros de agua y 326 m² de tierra. El segundo, apenas 1 kilo de CO₂, 400 litros de agua y 7 m².
Por eso, parte del recorrido está dedicado a formas de cultivo más eficientes, como el vertical farming, que permite producir sin depender del clima ni de pesticidas. También se exploran tecnologías para reducir desperdicios desde la etapa de cultivo, e incluso alternativas al packaging tradicional.

El desafío de los sustitutos
Una de las secciones más técnicas aborda los límites actuales de los alimentos alternativos. Leonie Fink, investigadora del programa NewFoodSystems, explicó que los embutidos veganos aún tienen problemas no resueltos: “Los ingenieros alimentarios lograron imitar el sabor, pero no la textura. En el caso de la salchicha vegetal que mostramos, la cubierta no resistió el calor de la sartén y se desarmó”.
El caso del cultured meat o carne de laboratorio también fue tratado con cautela: su producción masiva sigue siendo lejana, pero representa una posibilidad concreta para reducir el impacto ambiental del ganado.

¿Y los insectos?
Otra de las propuestas expuestas fue el uso de insectos como fuente de proteína. Si bien su eficiencia productiva es alta, su aceptación social depende en gran parte de la cultura alimentaria. “El rechazo a lo nuevo es muchas veces más emocional que racional”, explicaron los curadores.
La muestra no busca imponer soluciones, sino abrir preguntas: ¿Qué aceptamos comer? ¿Qué estamos dispuestos a cambiar? ¿Qué peso le damos a la estética, al precio o al impacto ecológico?

Una experiencia para todos los sentidos
Además de la muestra visual, el museo ofrece un programa interactivo: se puede aprender a cultivar hongos, fabricar seitán o explorar la exposición con una audioguía diseñada para personas con discapacidad visual. La exposición estará abierta al público hasta el 1° de marzo de 2026.




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