Buenos Aires (AT) – Tres diputados del partido Los Verdes en Berlín solicitaron de manera formal que las heladerías ofrezcan, al menos, un sabor de helado a un precio accesible: EUR 0,50 para niños de familias en situación de pobreza. La iniciativa fue impulsada por Benedikt Lux, Tuba Bozkurt y Marianne Burkert-Eulitz, miembros del parlamento estatal, quienes enviaron una carta a Dehoga, la asociación que representa al sector hotelero y gastronómico de Alemania.
En el escrito, los legisladores plantearon que el objetivo sería “hacer que el verano sea más agradable para todos”, y se mostraron abiertos a discutir detalles con los representantes del rubro. “Nos alegraría conversar sobre esta idea y evaluar si puede aplicarse en nuestra hermosa ciudad”, afirmaron en el documento.
El precio del helado se convirtió en tema de debate en los últimos años. Según un relevamiento realizado por el sitio coupons.de, que encuestó a 176 heladerías, una bocha cuesta en promedio EUR 1,81. Ese valor representa un aumento del 11,7% respecto a 2023. Además, un sondeo realizado por la agencia dpa el 7 de julio indicó que dos de cada tres alemanes consideran que los precios actuales del helado son demasiado altos.
Si bien el costo puede reducirse en supermercados como Lidl —donde se ofrecen cinco palitos por EUR 2,22—, la experiencia de comprar un helado en una heladería tradicional forma parte del paseo veraniego en muchas ciudades, sobre todo para familias con niños. En ese contexto, la propuesta despertó reacciones diversas.
Respuestas desde el sector y cruces políticos
Desde Dehoga, el organismo que agrupa a los comercios gastronómicos, la respuesta inicial fue moderada. Su vocero, Gerrit Buchhorn, declaró al diario Berliner Zeitung que no descartan abrir una mesa de diálogo. “La expresión ‘control de precios’ no es la más afortunada. Pero cuando se trata de niños y jóvenes desfavorecidos, podemos hablar”, sostuvo.
Sin embargo, otros sectores reaccionaron con ironía o rechazo directo. Rainer Zitelmann, autor y empresario, cuestionó la idea con sarcasmo: “¿Tendrán que llevar el recibo de sueldo de los padres a la heladería para obtener su bocha de ayuda social?”, escribió. Luego agregó: “Verde es otra forma de decir demencia económica total”.
Simon Betschinger, inversor y columnista, calificó la propuesta como “una gran idea socialista”. Como respuesta irónica, sugirió que los miembros de Los Verdes trabajen gratis en las heladerías para que los precios puedan bajar.
La polémica también despertó comparaciones con promesas del pasado. Algunos usuarios en redes recordaron las declaraciones de Jürgen Trittin, exministro del partido ecologista, quien en 2004 prometió que la transición energética verde no costaría más que “una bocha de helado” por mes a cada hogar alemán. En la práctica, el proceso de transformación energética resultó mucho más costoso. Alemania tiene hoy la segunda tarifa eléctrica más alta de Europa para hogares, con un valor promedio de EUR 0,34 por kilovatio hora, según datos de Statista.
El autor Kolja Barghoorn retomó esa idea con ironía: “Se cierra el círculo. Tal vez no era que la transición energética sería tan barata como una bocha de helado, sino que una bocha de helado sería tan cara como la transición energética”.
Detrás del precio del helado
La discusión sobre el helado no se limita a una cuestión anecdótica. El precio final de una bocha incluye una serie de factores que afectan directamente a los costos operativos de los negocios. Entre ellos: aumento en el precio de la leche y el azúcar, subas en los alquileres comerciales, tarifas eléctricas elevadas y mayores costos laborales.
Un informe del Instituto Alemán de la Economía (IW) publicado en mayo de este año advirtió que el sector gastronómico atraviesa un contexto complejo. Muchas pequeñas heladerías y cafés aún arrastran deudas acumuladas durante la pandemia. A esto se suman cambios en el comportamiento de consumo, impulsados por la inflación y la pérdida de poder adquisitivo.
En paralelo, varias ciudades alemanas registraron temperaturas récord durante junio y julio. La demanda de helado aumentó, pero eso no implicó mayores ganancias para todos los comercios. Algunos locales debieron reducir su oferta o acotar horarios por falta de personal.
El calor como contexto urgente
Europa atraviesa una ola de calor sin precedentes. Una masa de aire caliente quedó atrapada bajo un sistema de alta presión, formando una “cúpula de calor” que impide la formación de nubes y deja pasar más radiación solar. Como resultado, el calor se acumula en superficie, elevando las temperaturas a niveles extremos.
En países como España, Portugal y Francia se registraron máximas superiores a los 40 °C. Algunas ciudades superaron los 45 °C durante varios días consecutivos. Alemania no quedó al margen: muchas regiones alcanzaron entre 38 y 40 °C. La situación obligó al cierre de escuelas, la suspensión de actividades al aire libre y generó alertas sanitarias en toda la región.
En este escenario, el helado deja de ser un simple postre. Para muchas familias, se transforma en una forma de alivio inmediata ante el calor.
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