Buenos Aires (AT) – Desde 1890, cada 1º de mayo se conmemora internacionalmente el Día del Trabajador. Esta fecha fue establecida en el Congreso de la Segunda Internacional, llevado a cabo en París en 1889, con el propósito de realizar una manifestación a nivel mundial el 1º de mayo del año siguiente para exigir la implementación de la jornada laboral de ocho horas.
Se escogió este día en memoria de los eventos de Haymarket en Chicago, ocurridos en mayo de 1886, que culminaron con la ejecución de varios defensores de los derechos de los trabajadores, más tarde conocidos como los Mártires de Chicago. El Día del Trabajador se ha convertido en una jornada global de lucha por los derechos laborales y de unión fraterna entre los trabajadores.
Los Mártires de Chicago y el atentado de Haymarket
Los denominados Mártires de Chicago eran activistas y anarquistas implicados en el movimiento obrero que abogaba por la reducción de la jornada laboral a ocho horas en Estados Unidos. Fueron juzgados y sentenciados en el contexto de las protestas que tuvieron lugar en mayo de 1886.
El punto culminante de estas manifestaciones fue el 4 de mayo, conocido por el trágico suceso del atentado de Haymarket en Chicago, donde una explosión durante una concentración en la plaza Haymarket resultó en la muerte de varios policías y manifestantes. Este incidente fue precedido por una serie de protestas que comenzaron el 1 de mayo, marcando un momento decisivo en la lucha por los derechos laborales.
Durante un período marcado por intensas luchas por los derechos de los trabajadores y agitaciones sociales, ocho individuos fueron detenidos por las fuerzas del orden. Se les imputaron cargos de conspiración y agitación violenta. Los implicados en el caso fueron August Spies, Albert Parsons, Adolf Fischer, George Engel, Louis Lingg, Michael Schwab, Samuel Fielden y Oscar Neebe. Aunque no existían pruebas concluyentes que los vincularan directamente con el atentado con bomba, su juicio se llevó a cabo en un ambiente de animadversión hacia el sindicalismo, especialmente contra sus elementos más extremistas.
De los procesados, cuatro (Spies, Parsons, Fischer y Engel) recibieron la pena capital y fueron ejecutados, otro (Lingg) se quitó la vida en la cárcel antes de la ejecución, y los tres restantes (Fielden, Schwab y Neebe) enfrentaron extensas penas de prisión. Posteriormente, en 1893, el gobernador de Illinois, John Peter Altgeld, les concedió el indulto, cuestionando la justicia del proceso y la ausencia de pruebas que los relacionaran directamente con el crimen.
El “Verein Vorwärts”
La conmemoración inicial del Día del Trabajador en Argentina se remonta a cuando exiliados políticos de Alemania, huyendo de la persecución del régimen de Otto von Bismarck, se asentaron en el país. El 1 de enero de 1882, estos inmigrantes fundaron un club socialista denominado “Verein Vorwärts”.
El club adoptó la denominación “Vorwärts” (Adelante), que corresponde al diario oficial del Partido Socialdemócrata de Alemania (Sozialdemokratische Partei Deutschlands – SPD), con el objetivo de promover las doctrinas socialistas en la nación, alineándose con las directrices del SPD, que en aquel momento representaba la fuerza más destacada y en ascenso dentro de la corriente socialista a nivel mundial.
Su sede se ubicó en lo que era la calle Comercio 880, actual Humberto I, en Buenos Aires. Desde allí, emprendieron una vigorosa labor en pro de los derechos laborales, un área que hasta entonces había sido ignorada.
Argentina se convirtió en el hogar de un significativo flujo migratorio, cuya influencia fue clave en la estructuración de la clase trabajadora. Los inmigrantes importaron de Europa las estrategias necesarias para la operación efectiva de los sindicatos.
En 1890 el “Verein Vorwärts” adoptó la resolución del Congreso Obrero Internacional de París para celebrar el 1° de mayo en todos los países como la “fiesta internacional de obreros”. Este evento marcó el inicio de la formación de una federación obrera nacional y el lanzamiento de una publicación periódica.
El manifiesto publicado establecía metas claras: establecer una jornada de trabajo de 8 horas para adultos, prohibir el empleo de menores de 14 años, eliminar el trabajo nocturno excepto en procesos productivos continuos, vetar el trabajo femenino, garantizar un descanso semanal ininterrumpido de 36 horas, clausurar industrias nocivas para la salud laboral, erradicar el trabajo por pieza y subcontratación, y exigir una inspección rigurosa por parte del Estado y trabajadores en fábricas y talleres. Además, demandaban la implementación de estas normas mediante legislación internacional.
El evento fue organizado por: José Winiger, periodista y escritor; Guillermo Shülze, carpintero; Gustavo Nohke, zapatero; Augusto Kühn, tipógrafo; y Marcelo Jackel, relojero. Su tarea consistía en coordinar con las agrupaciones laborales para preparar el programa del evento.
Durante la celebración, se revelaría la creación de una nueva federación laboral local, el lanzamiento de un periódico dedicado a la defensa de los trabajadores y se presentaría una petición al Congreso para la aprobación de un conjunto de leyes en beneficio de los trabajadores.
La tensión era palpable: existía una clara división entre los trabajadores comprometidos con la lucha por mejoras laborales y sociales, y aquellos que negaban la existencia de problemas laborales.
El primer acto por el Día del Trabajador
El acto se llevó a cabo en un espacio al aire libre llamado “Prado Español” ubicado sobre la actual Quintana, entonces avenida República, entre Junín y Ayacucho, en La Recoleta. Un lugar que en la Buenos Aires de fines del Siglo XIX era muy diferente al elegante barrio que conocemos hoy.
El evento se inició a las tres de la tarde del jueves 1° de mayo de 1890, con una concurrencia estimada de entre 1500 y 2000 personas, una cantidad significativa para aquel tiempo. Aunque no era obligatorio, se vendían entradas en el ingreso al lugar, cuya recaudación se destinaba a sufragar los costos del evento.
Se montó un escenario decorado con banderas rojas, donde se encontraban alrededor de treinta líderes obreros, liderados por Winiger. A pesar de algunas reservas, también se sumaron al acto varios militantes anarquistas.
El evento contó con la participación de aproximadamente 20 ponentes, incluyendo a varios extranjeros de nacionalidades alemana, francesa, italiana y española. Cada ponente dispuso de 20 minutos para su exposición. Winiger ofreció un resumen de las acciones realizadas por el comité y proclamó la búsqueda de la emancipación social a través de medidas legislativas y la unión internacional de trabajadores. Se planteó como meta la creación de una confederación de trabajadores en Argentina.
Debido a que los empleadores habían advertido previamente que descontarían el día a los empleados que asistieran al evento, y en muchos casos, los despedirían, se inició una recolección de fondos para apoyar a los que se vieran perjudicados por esta situación.
Las consecuencias del acto del Día del Trabajador
Las demandas presentadas durante el evento, que se articulaban en torno a un esquema de justicia social, se sometieron a la consideración de la Cámara de Diputados. Sin embargo, este órgano legislativo no las abordó y, en agosto de 1892, el expediente fue definitivamente archivado.
Como consecuencia de la asamblea, se tomó la decisión de publicar un periódico denominado “El Obrero”, cuyo primer número apareció el 12 de diciembre de 1890. A través de sus artículos, se condenó la inaceptable explotación que padecían los obreros en las regiones más alejadas del país.
Dentro del círculo de colaboradores destacados se encontraba Germán Avé Lallemant, un ingeniero de origen alemán que arribó a Argentina en el año 1870. Tras una breve estancia en Buenos Aires, Lallemant decidió establecerse en San Luis, donde emprendió la exploración y extracción de oro y petróleo. Se le reconoce por ser pionero en la utilización de dinamita en el país para dichos fines.
En los últimos días de abril de 1894, tres de los más influyentes colectivos socialistas de Argentina: “Les Egaux”, “Fascio dei Lavoratori” y “Les Fulmi et Ago” se congregaron con el propósito de unificar fuerzas y constituir el Partido Socialista Obrero Internacional (PSOI). A esta convocatoria también se sumó “Verein Vorwärts”, aunque inicialmente declinó participar, argumentando que la imposibilidad de voto para los inmigrantes hacía inútil la creación de un partido político. No obstante, este grupo terminó incorporándose al PSOI unos meses más tarde.
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