Stuttgart / Buenos Aires – En marzo, el gobierno alemán dio a conocer el llamado “Capital generacional”: se trata de un modelo por el cual el Estado alemán invierte un monto de capital exclusivamente en acciones. El objetivo: generar ingresos adicionales para reforzar el régimen legal de pensiones. Para financiar el modelo, el gobierno federal contraería créditos. Mientras el rendimiento de la cartera de acciones supere a largo plazo los costes de financiación -y esto es de suponer-, el fondo de pensiones generará beneficios. A través de este aporte adicional que generaría en el mercado financiero, el Estado pretende estabilizar las cotizaciones al seguro de pensiones. Un dato no menor es que el “capital generacional” se invierte a largo plazo y que el capital acumulado se mantenga de forma permanente. Sólo los beneficios se destinrían a ayudar a financiar las pensiones. Sin embargo, es mi visión que el capital generacional no puede considerarse más que un complemento “homeopático”.
El régimen legal de pensiones está en problemas
Es bien sabido que Alemania envejece rápidamente. Hay demasiadas personas nacidas en los años 60 -los denominados baby boomers- quea su vez han generado colectivamente pocos hijos. Es un hecho que esto amenaza la sostenibilidad financiera de la financiación de las pensiones en el sistema de reparto alemán. Para recordar: el denominado sistema de reparto se basa en que la generación activa pague mediante cotizaciones periódicas las pensiones que jubilados y jubiladas reciben. Las cifras evidencian el reto que genera el desequilibrio demográfico alemán en este sentido: mientras que tres jóvenes seguían manteniendo a una persona mayor en 2020, menos de dos jóvenes tendrán que hacerlo en 2040 (ver gráfico).
Según las estimaciones de la agencia de calificación S&P Global, el coste del seguro de pensiones alemán aumentará del 10,6% del PIB (2022) al 12,5% en 2060. En cambio, en el conjunto de las economías desarrolladas, los costos sólo aumentarán del 8,4% al 9,6%. Sin contramedidas, la deuda total del Estado alemán crecería hasta más del 125% del PIB a lo largo de los años (con el supuesto de obtener un 2% de interés sobre la deuda pública). Por lo tanto, es evidente que el sistema requiere un refuerzo – urgente.
Demasiado poco y demasiado tarde
Sin embargo, el modelo del “capital generacional” llega demasiado tarde y es demasiado poco para cambiar fundamentalmente el tambaleante sistema público de pensiones. En otras palabras, no alcanza. El envejecimiento de la sociedad ya está demasiado avanzado para reajustar fundamentalmente el rumbo.
La razón es simple: el gasto total del seguro de pensiones asciende a casi EUR 400.000 millones. Más de una cuarta parte de este monto hoy se financia con subvenciones del presupuesto federal. Las compras de acciones anuales previstas por un monto de EUR 12.000 millones, corresponden al 3% de este monto. Además, como sólo los ingresos de las inversiones en acciones se destinarían a sostener el régimen de pensiones, la contribución real a los gastos de pensiones es aún menor. Por tanto, el capital generacional represente más un añadido homeopático que un cambio del sistema. Nadie puede reunir el capital necesario para ello.
Más personas trabajando, durante más tiempo
Urge reformar y estabilizar el sistema de pensiones. Los responsables deberán crear incentivos más fuertes para que más gente trabaje más tiempo. Para ello deben vincular la edad de jubilación a la esperanza de vida y facilitar la inmigración selectiva. Además, hay que movilizar a la mano de obra potencial infrautilizada -pienso ahí sobre todo en quienes hoy están regímenes de tiempo parcial, especialmente entre las mujeres-. Estos deben ser los protagonistas de la reforma de pensiones. En comparación, el capital generacional sólo desempeña un papel secundario.
Dr. Moritz Kraemer
Economista Jefe y Director de Investigación
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