miércoles, 17 de julio de 2024

Buenos Aires (AT) – El Bunker St. Pauli, un antiguo refugio nazi subterráneo en Hamburgo construido durante la Segunda Guerra Mundial por trabajadores forzados, reabrió tras una renovación de EUR 100 millones. Ahora se presenta como una nueva atracción turística y un oasis verde, descrito como un centro cultural y gastronómico. El lugar incluye un hotel Hard Rock Reverb, cuatro restaurantes, un jardín en la terraza y una sala de conciertos.

Este monumento de casi 50 metros de altura es el mayor bunker de Hamburgo. Hay planes para instalar un memorial en honor a las víctimas del régimen nazi.

“Mucha gente aún no conoce toda la historia aquí”, dijo Urte Ußling de Hilldegarden eV, una asociación local que promueve la participación pública en el proyecto, en una entrevista con The Guardian.

Bunker St. Pauli
El Bunker St. Pauli renace como un vibrante centro cultural en Hamburgo.

La renovación más reciente, inaugurada el 5 de julio, transformó el bunker con una estructura de cinco pisos en la parte superior, añadiendo una nueva imagen a este monumento de hormigón. Desde 2019, se han creado espacios para la cultura, el ocio y la restauración en estos nuevos niveles, mientras que se han plantado 23.000 árboles, arbustos y plantas perennes en las áreas expandidas.

Un aspecto destacado es el nuevo camino de montaña que comienza desde el nivel del suelo y llega hasta el jardín en la terraza, ofreciendo vistas panorámicas en todas direcciones. Anteriormente, el bunker fue utilizado como vivienda temporal y centro de transmisión de televisión antes de convertirse en un lugar de música.

Bunker St. Pauli: historia y transformación

Bunker St. Pauli
Desde el nuevo camino de montaña hasta la azotea, se disfruta de vistas únicas en todas direcciones.

El Bunker St. Pauli, también conocido como Bunker Feldstraße, fue construido en 1942 por los nazis como una respuesta a los intensos bombardeos aliados sobre Hamburgo. Originalmente diseñado como un refugio antiaéreo, el búnker fue construido con paredes de concreto de hasta 3,5 metros de espesor, lo que lo hizo prácticamente indestructible. El edificio podía albergar hasta 18.000 personas, proporcionando un refugio seguro contra los bombardeos.

Durante la guerra, el Bunker St. Pauli no solo funcionó como refugio para los ciudadanos de Hamburgo, sino también como un centro de comunicaciones. La estructura albergaba equipos de radio y otros dispositivos de comunicación cruciales para las operaciones militares nazis. Además, contaba con instalaciones médicas y de suministro de alimentos para garantizar la supervivencia de los refugiados durante los ataques aéreos prolongados.

Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, el búnker quedó en desuso, pero debido a su construcción robusta, no se demolió. Durante los años de la posguerra, el edificio sirvió como almacén y depósito para varias empresas locales. Sin embargo, su tamaño y ubicación lo convirtieron en un espacio valioso que eventualmente atrajo el interés de la comunidad artística y cultural de Hamburgo.

En la década de 1990, el Bunker St. Pauli comenzó a transformarse en un centro cultural alternativo. Artistas, músicos y organizadores de eventos vieron el potencial del espacio y empezaron a utilizarlo para diversas actividades. En sus primeros años como centro cultural, el búnker albergaba estudios de arte, salas de conciertos y espacios para eventos alternativos.

Uno de los hitos importantes en la transformación del búnker fue la creación del Uebel & Gefährlich, un club nocturno y sala de conciertos que se inauguró en 2006. El club se ha convertido en uno de los lugares más emblemáticos de la vida nocturna de Hamburgo, atrayendo a artistas y DJ internacionales.

El Bunker St. Pauli no es solo una estructura física, sino también un símbolo de la resiliencia y la capacidad de adaptación de la comunidad de St. Pauli. A lo largo de las décadas, el búnker ha sido testigo de la transformación de un barrio que ha pasado de ser una zona devastada por la guerra a un vibrante centro cultural y artístico.

La revitalización del búnker tiene un impacto positivo en la economía local, atrayendo a turistas y generando oportunidades de empleo. Además, sirve como un espacio inclusivo donde se celebran eventos que promueven la diversidad y la creatividad.

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