Buenos Aires (AT) – Desde que Donald Trump dejó la presidencia en 2020, muchos europeos creían que las relaciones transatlánticas volverían a la normalidad. Sin embargo, la posibilidad de un regreso de Trump a la Casa Blanca está generando alarma en las instituciones europeas, que ya se enfrentaron a una relación tensa y llena de desencuentros durante su primera administración. Ante un posible “Trump 2.0”, la Unión Europea busca preparar estrategias para enfrentar lo que consideran una amenaza directa a la estabilidad comercial y política del bloque.
La candidatura de Trump es un tema candente en Bruselas, donde algunos diplomáticos y líderes políticos, como Viktor Orbán, primer ministro húngaro, ya han expresado su apoyo a una reelección de Trump. Durante una visita reciente al Parlamento Europeo, Orbán afirmó que celebraría la victoria del republicano con “varias botellas de champán” y elogió al expresidente estadounidense como “presidente de la paz”. La cercanía entre ambos líderes, conocidos por su rechazo al liberalismo político y su postura crítica hacia la Unión Europea, subraya una realidad incómoda para la UE: el regreso de Trump contaría con aliados dentro del propio continente, entre ellos, partidos de extrema derecha en países como Italia y Eslovaquia.
Para el líder del Partido Popular Europeo, David McAllister, la posibilidad de una nueva presidencia de Trump sería una prueba más para las relaciones entre la UE y Estados Unidos, en particular en temas de seguridad y cooperación con la OTAN. Según McAllister, la última administración de Trump trajo “cuatro años difíciles”, mientras que la administración actual de Biden-Harris ha sido “sólida y cooperativa”. La situación en Ucrania es uno de los temas más sensibles, ya que Trump ha sido crítico de la ayuda militar a este país. “Trump ha prometido resolver el conflicto en Ucrania en 24 horas, aunque nunca ha explicado cómo lo haría”, subraya McAllister.
El comercio transatlántico, en la cuerda floja
Para la Unión Europea, Estados Unidos sigue siendo su principal socio comercial, incluso por encima de China. La estabilidad en las relaciones comerciales es crucial, especialmente en países como Alemania, que en 2023 alcanzó un superávit comercial récord de 63 mil millones de dólares con EE. UU. Sin embargo, Trump considera este déficit como un problema similar al que Estados Unidos mantiene con China, y en sus promesas de campaña ha indicado su intención de imponer aranceles de entre el 10% y el 20% a las importaciones europeas.
El Centre for European Reform (CER) advierte que mientras Kamala Harris, actual vicepresidenta, considera el déficit con Europa como un asunto secundario, Trump lo ve como una prioridad. Durante su primer mandato, ya impuso aranceles a productos europeos, como el acero y el aluminio, y en el caso de ganar, se teme que busque aplicar tarifas adicionales a las importaciones de automóviles europeos.
El Instituto de la Economía Alemana (IW) calcula que si la administración estadounidense establece aranceles, las pérdidas económicas de EE. UU. serían de al menos un 1.3% para 2025. No obstante, las repercusiones para la economía europea serían aún más graves, ya que el continente no contaría con la misma capacidad de recuperación que Estados Unidos.
“Europa ha aprendido de los conflictos comerciales de la era Trump”, afirmó Bernd Lange, presidente del Comité de Comercio Internacional en el Parlamento Europeo, quien añadió que la UE ahora dispone de un “kit de herramientas” para proteger sus intereses comerciales y responder con medidas de represalia en caso de ser necesario.
Preparativos para un “Trump 2.0”: una Task-Force especial
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha tomado la iniciativa de crear una “Trump-Task-Force”, un equipo compuesto por altos funcionarios de diversas áreas —comercio, competencia, energía y asuntos exteriores—, quienes están diseñando respuestas estratégicas para una posible segunda administración de Trump. Bajo la dirección de la secretaria general Ilze Juhansone, este grupo ha elaborado medidas de emergencia, incluidas posibles tarifas de represalia contra productos estadounidenses si la administración de Trump decide imponer aranceles a bienes europeos.
El objetivo de la Task-Force es estar preparada para negociar con Trump desde una posición de fuerza, aunque el equipo mantiene en secreto las posibles represalias. “Estamos bien preparados, con planes detallados”, afirmó un diplomático de la UE. Aun así, la meta principal sigue siendo evitar un conflicto comercial a gran escala, aunque, como señaló otro diplomático, “Trump es un negociador, y podríamos ofrecerle no solo una reducción de aranceles, sino también una alianza estratégica contra China”.
La política hacia China y sus repercusiones para la UE
Trump también ha prometido un endurecimiento de su política contra China, un movimiento que afectaría a Europa de forma indirecta. Si Estados Unidos decide imponer un arancel de hasta un 60% a todos los productos chinos, como ha planteado Trump, muchos de esos productos podrían terminar en el mercado europeo, forzando a la UE a responder con aranceles para evitar una sobreoferta que perjudique a las empresas locales.
Aunque los demócratas también han adoptado una postura crítica hacia China, la administración Biden-Harris ha preferido la vía de la cooperación con Europa, como lo demuestra la creación del Consejo de Comercio y Tecnología entre la UE y EE. UU. Sin embargo, Trump podría desestabilizar esta relación, lo que pondría a la UE en una situación de dependencia, tanto comercial como militar, con respecto a EE. UU., especialmente en lo que se refiere a la defensa y la seguridad en el contexto de la OTAN.
Una Europa dividida ante la política de seguridad y defensa
El posible regreso de Trump plantea otro desafío para Europa: la necesidad de reforzar su capacidad de defensa. Según McAllister, “la UE deberá asumir mayores responsabilidades en la defensa europea si Trump es reelegido”, ya que el republicano no ve a la OTAN como una alianza de valores, sino como un compromiso financiero en el que cada país debe aportar una contribución justa. En 2023, EE. UU. cubrió dos tercios del gasto en defensa de la OTAN, mientras que el resto fue financiado por Europa y Canadá. Algunos países europeos ya están aumentando sus presupuestos de defensa, pero el panorama general sigue siendo incierto.
El especialista en relaciones transatlánticas, David Sirakov, del Atlantic Council en Alemania, también advierte que “independientemente del resultado de las elecciones en EE. UU., Europa deberá fortalecer su estrategia de defensa y asumir un papel más autónomo”. Para Sirakov, la política estadounidense seguirá orientándose hacia el Pacífico, con foco en China, y Europa debe estar preparada para garantizar su propia seguridad.
Un retorno de Trump que podría dividir a Europa
El estilo político de Trump, descrito como “divisivo y transaccional”, podría agrietar la cohesión de la UE en temas sensibles como la inmigración, el comercio y la cooperación militar. Con aliados dentro del continente, Trump podría promover divisiones en la Unión. Además de Viktor Orbán, otros líderes de derecha, como Giorgia Meloni en Italia y Robert Fico en Eslovaquia, han mostrado simpatías hacia Trump y estarían dispuestos a apoyar políticas que, en la práctica, debiliten la cohesión europea. El peligro, advierte Liana Fix del Council on Foreign Relations, es que “Europa carece de una estrategia común para hacer frente a una presidencia de Trump y podría quedar vulnerable a su capacidad de dividir para negociar”.
¿Está la UE lista para un cambio en la Casa Blanca?
La posible elección de Kamala Harris traería menos turbulencias para Europa, ya que la actual vicepresidenta es vista como un continuismo de la política de Biden. Sin embargo, en palabras de Sirakov, un triunfo de Harris podría hacer que Europa caiga en una “postura complaciente” que limite el desarrollo de sus capacidades de defensa.
Para Bruselas, cualquier resultado en las elecciones estadounidenses tendrá repercusiones profundas en la política exterior europea. La creación de una Task-Force y las medidas de contingencia muestran una Europa más preparada, aunque aún dividida, frente a la posibilidad de una política exterior estadounidense menos cooperativa y más impredecible. Sin importar el resultado electoral, el mensaje es claro: Europa debe estar lista para defender sus propios intereses.
Donald Trump: La UE se prepara para su posible vuelta:
- El comercio transatlántico, en la cuerda floja
- Preparativos para un “Trump 2.0”: una Task-Force especial
- La política hacia China y sus repercusiones para la UE
- Una Europa dividida ante la política de seguridad y defensa
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