sábado, 12 de abril de 2025

Por Julia Wobken (*)

Buenos Aires (AT) – Hace unos años fui a un cumpleaños de un amigo. Su hermano, pastelero profesional recién recibido, hizo una torta. “Selva negra”, me decía mi amigo con sonrisa conspirativa, cómo para decir: sos alemana, esa te va a gustar.

La Selva Negra estaba hecha con cerezas confitadas, la crema llevaba gelatina y mucha azúcar. Mi paladar, aún no refinado con dulce de leche, no estaba acostumbrado a tanto dulce. La Selva Negra clásica no lleva gelatina ni cerezas confitadas, sino guindas de frasco, no es tan dulce.

Argentina tiene una pastelería muy diversa con sus facturas y alfajores. Pero con las tortas de cafetería mi paladar alemán siempre estuvo en guerra. Cremas repletas de gelatina. Tortas cubiertas de fondant, azúcar en exceso. Y siempre las mismas variedades: cheesecake, crumble de manzana, balcarce, rogel, matilda, y una y otra vez la sagrada chocotorta.

El dulce que reinventa todo

Alemania tiene una inmensa cultura de tortas. Llevan de todo: nueces, frutas, crema, diferentes tipos de alcohol, chocolate, mazapán, requesón, vainilla o especias y mucho más. Mi cafetería favorita en Alemania ofrece 34 distintos tipos de torta. Cualquier panadería de pueblo, tiene entre 15 y 20 variedades en sus ofertas. La panadería en mi esquina en Buenos Aires vende chocotorta y torta de ricota.

Crecí con tortas caseras alemanas, y quería compartirlas. La primera vez que hice una torta me preguntaron si el bizcochuelo era el de cajita. Otros se quejaban de que les faltaba dulce a mis intentos pasteleros, aunque seguía a pie y letra las recetas alemanas.

Chocotorta, Julia Wobken
La Chocotorta sagrada. (Foto: JW)

Lo que no tiene Alemania, es el dulce de leche, ese invento tan fantástico que hace que todo tenga mejor sabor. ¿Se podría conectar lo bueno de ambas culturas? ¿Era esa la clave? Tenía que reinventarme a mí y a la repostería alemana. En el cumpleaños de mi pareja presenté mi nuevo invento: Torta selva negra argentinizada: La receta original, pero la crema mezclada con cacao y una capa con dulce de leche. Fue un éxito.

Ingredientes que abren posibilidades

Hoy sigo mezclando recetas. Aprendí que los ingredientes disponibles marcan las posibilidades; acá no venden el estabilizante de crema que se consigue en Alemania, tampoco requesón o grajeas con sabores. Los cambio por alternativas o traigo de allá. Hice un alfajor gigante, tortas frutales, una sopa inglesa.

Pero la que más elogios recibió, la más querida, la más comida, aún después de tantos intentos, fue una chocotorta. En la pastelería como en la vida no hay una única forma correcta de hacer las cosas. Y contra lo sagrado, ni la mejor Selva Negra tiene chances.

(*) Julia Wobken visitó la Argentina a los 19 años por primera vez. Aprendió español en Tucumán y trabajó como voluntaria en la Fundación León. Tiempo más tarde estudió en Buenos Aires, donde vive, trabaja y escribe desde hace nueve años. En su columna para el Argentinische Tageblatt comparte pequeñas y grandes experiencias (y desafíos) cotidianas que marcan la vida de una joven inmigrante alemana en la Argentina de este acelerado Siglo XXI.

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