Buenos Aires (AT) – El gobierno de Suiza atraviesa un momento tenso tras el anuncio de Estados Unidos de imponer un arancel adicional del 39% a cerca del 60% de sus exportaciones. La medida, que entra en vigencia el 7 de agosto, fue comunicada por Washington sin previo aviso y generó un cimbronazo tanto en Berna como en los sectores industriales afectados.
El Consejo Federal suizo se reunió el lunes y decidió encarar una nueva etapa en las negociaciones con un enfoque más conciliador. En un comunicado oficial, manifestó su intención de presentar una propuesta más atractiva, que tenga en cuenta las inquietudes del gobierno estadounidense y apunte a reducir las tarifas impuestas.
La noticia tomó por sorpresa al sector exportador, que enfrenta ahora un panorama incierto. Los productos suizos quedarán en desventaja frente a sus competidores directos: las exportaciones de la Unión Europea y de Japón afrontan un arancel del 15%, mientras que las del Reino Unido pagan solo un 10%. En este nuevo esquema, Suiza queda en clara inferioridad de condiciones para competir dentro del mercado norteamericano.
Los productos más afectados serán los relojes de lujo, los equipos médicos de alta tecnología, los productos químicos especializados y ciertos componentes industriales de precisión. Todos forman parte del núcleo duro de las exportaciones suizas a Estados Unidos.
Una relación comercial sólida en riesgo

La relación económica entre ambos países es de larga data. Durante los últimos veinte años, el comercio bilateral entre Suiza y Estados Unidos se multiplicó por cuatro. Hoy, Suiza es el sexto mayor inversor extranjero en territorio estadounidense. Además, encabeza el ranking mundial en inversión directa en investigación y desarrollo dentro de Estados Unidos, por encima incluso de potencias como Alemania o Japón.
El volumen comercial entre ambas naciones supera los EUR 130.000 millones anuales. Solo en 2023, las exportaciones suizas a EE. UU. representaron EUR 41.000 millones. En el mismo período, las empresas estadounidenses vendieron a Suiza productos por un valor de EUR 19.000 millones, generando un superávit comercial para Suiza que ahora puede verse comprometido.
Según cifras oficiales del Departamento Federal de Economía, cerca de 250.000 empleos en Suiza dependen directa o indirectamente del comercio con Estados Unidos. Una carga impositiva extra del 39% sobre la mayoría de esos productos podría traducirse en recortes de producción, cierre de líneas de exportación e incluso pérdida de puestos de trabajo.
A pesar de este escenario preocupante, el gobierno suizo descartó por el momento la adopción de represalias. “No es el momento de tomar contramedidas”, declaró una fuente del Ministerio de Economía. La estrategia oficial se centra en el diálogo diplomático, con el objetivo de restablecer condiciones equitativas de comercio bilateral.
Un conflicto con antecedentes y consecuencias abiertas

El nuevo conflicto comercial no surge en el vacío. Durante los últimos años, Estados Unidos ha endurecido su política arancelaria con varios socios económicos. Aunque el gobierno actual se presenta como más previsible que el anterior, las tensiones comerciales persisten. En este caso, Washington argumenta que el modelo suizo de subsidios encubiertos y protecciones fiscales perjudica la competencia justa.
Fuentes cercanas a la Oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos señalaron que la medida busca presionar a Suiza para revisar ciertos acuerdos internos que afectan a empresas norteamericanas que operan en Europa. Entre los puntos críticos mencionados figuran la transferencia tecnológica obligatoria, las barreras no arancelarias y los beneficios fiscales para multinacionales suizas.
En paralelo, Estados Unidos intenta fortalecer acuerdos bilaterales con países considerados estratégicos en su política comercial global. Las ventajas otorgadas a la Unión Europea, Japón y el Reino Unido responden a esa lógica. Suiza, al no formar parte de estos bloques, queda en una posición aislada y vulnerable.
Organismos como la Cámara Suiza de Comercio Internacional y economistas de la Universidad de Zúrich coincidieron en que la imposición de este arancel puede impactar con fuerza en el mediano plazo. Algunos analistas alertan que podría desatar una reacción en cadena, con desvíos de inversiones hacia países con mejor acceso al mercado norteamericano.
Por ahora, las autoridades suizas confían en poder presentar, en los próximos días, una propuesta que combine apertura económica y salvaguardas para sus industrias sensibles. La negociación será compleja y rápida: el nuevo arancel entra en vigencia en menos de una semana.
A la espera de una salida diplomática, el sector exportador se mantiene en alerta. Para muchas empresas, especialmente las pequeñas y medianas, el acceso al mercado de Estados Unidos resulta vital. Sin cambios, la nueva tarifa del 39% puede marcar un antes y un después en la relación económica entre dos de los países más interdependientes del mundo occidental.



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