En Viena se repartieron este año más de 100.000 guías telefónicas impresas. El dato sorprendió porque en 2023 la cifra había sido mayor, con 155.000 ejemplares, y en 2017 rondaba los 200.000. El retroceso es constante, pero la publicación sigue viva en pleno siglo XXI, cuando la mayoría de los contactos se gestionan desde un celular.
La distribución está a cargo de A1 Telekom Austria junto con la Herold-Verlag. Según explicó el vocero de A1, Jochen Ohnewas-Schützenauer, entre un 15 y un 25 por ciento de los usuarios renuncia cada año al envío, aunque la tendencia varía y no se observan diferencias claras entre zonas urbanas y rurales. Más allá de la baja en la tirada, el dato llamativo es que cada vez menos personas quieren figurar en esas páginas: la edición de 2024 resultó medio centímetro más delgada que la anterior.

Un objeto que no desaparece
El libro telefónico se entrega sin cargo a quienes mantienen una línea fija, tanto en hogares como en empresas. La distribución sí tiene un costo: EUR 5,30 (US$ 6,20) por ejemplar. Los ingresos provienen sobre todo de la publicidad de pequeñas y medianas empresas, que pagan alrededor de EUR 120 (US$ 140,3) por los llamados “fetteinträge” (avisos destacados).
La utilidad práctica es discutida. Para la empresa, se trata de un complemento frente a las plataformas digitales, en las que la búsqueda de personas “suele estar subrepresentada”. Sin embargo, se han detectado casos en los que los listados incluyen direcciones de personas fallecidas hace años, lo que evidencia las dificultades para mantener actualizada la base de datos.
El directorio no solo fue herramienta práctica: también sirvió para investigaciones históricas y hasta para hallar nazis prófugos.
Críticas desde el ambientalismo
En varios países europeos, el libro ya es parte del pasado. Suiza dejó de imprimirlo en 2021 y los Países Bajos en 2018. Desde Greenpeace piden que Austria siga el mismo camino. La especialista en consumo de la organización, Madeleine Drescher, sostuvo que las guías “son un residuo de la era analógica y hoy una carga ambiental innecesaria, dado que existen alternativas digitales de acceso masivo”. Para ella, la salida pasa por soluciones bajo demanda y por capacitar a quienes todavía no se sienten cómodos con el mundo digital.

El argumento de los mayores
En el extremo opuesto, el Pensionistenverband Österreichs (PVÖ) considera que una eventual eliminación sería un acto de discriminación. Su secretario general, Christian Rösner, advirtió: “Una abolición sería un claro caso de discriminación digital y etaria. Personas sin internet perderían la posibilidad de buscar teléfonos de médicos, clubes o servicios básicos de forma autónoma”.
Según datos de la organización, el uso de internet desciende drásticamente con la edad. Entre los mayores de 85 años, apenas un tercio está conectado. Para ese grupo, la guía sigue siendo una herramienta cotidiana.
El primer directorio telefónico de Viena apareció en 1881 con apenas 154 abonados.
Una historia vienesa
La primera versión del directorio apareció en diciembre de 1881 como un listado de 154 abonados de la Primera Compañía Telegráfica Privada de Viena. Con el tiempo se consolidó como un producto cultural propio, al punto que muchos lo consideran “un vienés más”.
El libro incluso fue decisivo en investigaciones históricas. En un juicio por la restitución de un cine expropiado en 1938, la clave estuvo en un ejemplar de 1925 que permitió identificar al propietario original. También se utilizó para rastrear a criminales nazis refugiados bajo otras identidades.

Entre la nostalgia y el delito
El teléfono fijo ya no es el centro de la vida doméstica, pero el libro conserva un aura de objeto de época. No faltan los recuerdos de hogares donde servía de asiento improvisado para niños o de apoyo para equilibrar muebles. Incluso inspiró canciones, como la “Telefonbuchpolka” de Georg Kreisler, que enumeraba decenas de apellidos vieneses.
Pero el directorio también puede ser usado con fines delictivos. Estafadores que llaman desde el extranjero suelen elegir nombres que revelan edad avanzada, aprovechando la confianza de quienes aparecen en esas páginas. El propio PVÖ reconoció el problema y asegura trabajar junto con la policía y las oficinas de protección al consumidor para advertir a sus socios sobre estas maniobras.
El libro amarillo llegó a convertirse en archivo histórico y prueba en juicios sobre bienes confiscados por los nazis.
Un futuro incierto
El libro sobrevive, aunque cada vez más delgado y con menos usuarios que lo reclaman. El alcalde de Viena, Michael Ludwig, lo defendió en el prólogo de la última edición como una “fuente de información confiable y un equilibrio frente a un mundo saturado de estímulos”. Desde la administración municipal admiten, sin embargo, que la gestión moderna no se apoya ya en el directorio, sino en los datos que las personas proveen al comunicarse con las oficinas públicas.
Por ahora, quienes no lo quieren pueden pedir su exclusión, mientras que quienes lo esperan cada año encuentran en él una mezcla de herramienta práctica, símbolo de otra época y hasta pieza de museo.

¿Qué pasó con las guías telefónicas en la Argentina
El debate austríaco recuerda discusiones similares en la Argentina. Guías como la de Páginas Blancas y Páginas Amarillas perdieron peso en la última década, desplazadas por las búsquedas en internet y los directorios online. Sin embargo, todavía subsisten en formatos acotados y generan un dilema: ¿cómo acompañar a quienes quedaron rezagados en la transición digital sin mantener sistemas costosos y ambientalmente cuestionados?
La experiencia de Viena muestra que el teléfono de papel resiste como símbolo, aunque la utilidad objetiva se diluya. En un país como la Argentina, donde las brechas de conectividad son notorias entre regiones y sectores sociales, la pregunta es si vale la pena mantener estos sistemas impresos o si el esfuerzo debería concentrarse en ampliar el acceso a internet para todos.




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