La ciudad suiza de Lausana, ubicada a orillas del lago Lemán, atraviesa un estallido social pocas veces visto. Dos noches seguidas de enfrentamientos entre jóvenes y fuerzas de seguridad transformaron las calles céntricas en un escenario de batalla. El desencadenante de las protestas fue la muerte de Marvin M., un inmigrante de 17 años de origen argelino, que perdió la vida al escapar de la policía en un scooter robado.
El episodio no sólo desató disturbios con barricadas, incendios y ataques a la policía. También reabrió un debate profundo sobre discriminación, abuso policial y la relación de Suiza con las comunidades migrantes.
Dos noches de caos en las calles
El domingo por la noche, cerca de cien jóvenes con el rostro cubierto prendieron fuego a contenedores de basura y destruyeron un colectivo. Al día siguiente, la violencia se intensificó: entre 150 y 200 manifestantes levantaron barricadas en las avenidas principales, arrojaron molotov y lanzaron piedras contra los agentes. La policía respondió con cañones de agua, balas de goma y gases lacrimógenos.
Las autoridades confirmaron que se dispararon 54 granadas de gas sólo durante la segunda noche. Un colectivo terminó completamente calcinado y varios locales sufrieron daños. Hubo siete detenidos.
El concejal de seguridad Pierre-Antoine Hildbrand calificó la situación como “escandalosa”. Según él, parte de los disturbios no guardaban relación directa con la muerte del adolescente, sino que aprovecharon el hecho para atacar a la policía.
La prefectura del cantón de Vaud, donde se encuentra Lausana, desplegó refuerzos para evitar una tercera noche de violencia. Sin embargo, el clima de tensión se mantiene.
El caso Marvin y el trasfondo de discriminación
El accidente que originó la crisis ocurrió el domingo de madrugada. Marvin conducía un scooter que había sido denunciado como robado. La policía lo seguía a distancia cuando perdió el control en una zona limitada a 30 km/h y murió en el acto. La fiscalía afirmó que “no existió contacto entre el patrullero y el vehículo” y que la distancia era considerable.
La familia rechaza la versión oficial. Su madre declaró al diario 24 Heures que su hijo era inocente. Su hermano publicó un mensaje en redes sociales lamentando la pérdida y afirmando: “Vos deberías estar conmigo, en nuestra habitación, como siempre”. Sus amigos lo describieron como un joven que soñaba con dedicarse al rap y dijeron que la violencia en las calles no reflejaba su carácter.
El caso se sumó a otros incidentes recientes. En junio, una chica de 14 años murió en un accidente similar mientras huía de la policía en moto. En total, desde 2016 murieron siete personas en Lausana y en el cantón de Vaud durante intervenciones policiales. Cinco de ellas eran de origen africano. Este patrón alimenta denuncias de discriminación racial dentro de las fuerzas de seguridad.
La tensión aumentó por otro escándalo paralelo: la fiscalía reveló mensajes racistas, sexistas y discriminatorios en grupos de WhatsApp de policías en servicio. Cuatro agentes fueron suspendidos y podrían sumarse más en las próximas semanas. El propio alcalde, Grégoire Junod, reconoció que “existe un problema sistémico de discriminación en la fuerza que requiere un cambio cultural urgente”.
Migración y violencia: el espejo europeo
El estallido en Lausana sorprendió porque Suiza había logrado mantenerse al margen de los disturbios ligados a tensiones migratorias que afectaron a otros países europeos. Sin embargo, analistas advierten que lo ocurrido puede marcar un quiebre.

Organizaciones como Visegrád 24 señalaron que estos episodios recuerdan a los disturbios en barrios periféricos de Francia, donde jóvenes de origen migrante protagonizaron enfrentamientos similares durante los últimos años. La hipótesis es que existe un “efecto contagio” cultural en ciudades fronterizas como Lausana.
La crisis local coincide con situaciones críticas en distintos países de Europa:
- En los Países Bajos, el asesinato de Lisa, una joven de 17 años, atribuido a un solicitante de asilo nigeriano, generó protestas masivas y un fuerte debate sobre la política migratoria.
- En Suecia, la violencia de bandas ligadas a comunidades inmigrantes produjo en 2024 más de 400 tiroteos y más de 60 explosiones en zonas urbanas, según datos oficiales.
- En el Reino Unido, más de 32.000 solicitantes de asilo viven en hoteles financiados con fondos públicos, lo que supone un gasto de miles de millones de EUR y desata protestas en pueblos y ciudades.
- En España, las islas Baleares reportan desembarcos casi diarios de embarcaciones precarias con migrantes. Italia, por su parte, cerró un acuerdo con Albania para trasladar solicitantes de asilo fuera de su territorio.
La suma de estos episodios muestra que la discusión sobre migración y seguridad está en el centro de la agenda política europea. Lausana, que hasta ahora había permanecido ajena, se suma al mapa de ciudades atravesadas por la tensión.
Una ciudad entre la rabia y la desconfianza
La imagen de los últimos días es la de una ciudad bajo fuego. Calles bloqueadas, colectivos destruidos y un clima de hostilidad entre jóvenes y fuerzas de seguridad. Lo que comenzó como un duelo por la muerte de un adolescente terminó en un conflicto más amplio sobre racismo, abuso policial y falta de confianza en las instituciones.
El desafío ahora es doble. Por un lado, restablecer el orden y evitar que se repitan los disturbios. Por otro, recuperar la confianza entre la población migrante y la policía, dañada por los últimos casos y por los mensajes discriminatorios descubiertos en la fuerza.

Las autoridades insisten en que la violencia no se justifica. Sin embargo, voces de organizaciones sociales advierten que ignorar el trasfondo de desigualdad y discriminación sólo profundizará la brecha.



Hacé tu comentario