El reconocido maestro, periodista y escritor austríaco Niki Glattauer eligió poner fin a su vida este 4 de septiembre mediante un procedimiento de suicidio asistido, recientemente legalizado en Austria. Antes de partir, quiso contar su experiencia públicamente en una entrevista para abrir un debate sobre la autonomía y el derecho a una muerte digna.
A sus 66 años, Glattauer enfrenta un cáncer de vías biliares en estado avanzado. En lugar de prolongar el sufrimiento, tomó la decisión de cerrar su historia con serenidad y control. Su caso refleja la evolución de un tema delicado que divide a sociedades y parlamentos: la posibilidad de decidir el final de la propia vida cuando una enfermedad incurable avanza sin remedio.
Una vida ligada a la docencia y el periodismo
Glattauer creció en un barrio popular de Viena y desde joven se destacó como un docente con vocación por el compromiso social. En paralelo, construyó una carrera como periodista y escritor. Colaboró con medios de relevancia y publicó libros que llegaron a ser leídos en escuelas austríacas.
Su estilo directo lo convirtió en una voz reconocida en el debate educativo. Siempre sostuvo que enseñar no era solo transmitir conocimientos, sino también formar ciudadanos críticos. En la prensa, firmó columnas con tono irónico y reflexivo, donde cuestionaba tanto a la política como a la propia burocracia escolar.
En lo personal, fue padre, pareja, amigo y colega cercano de periodistas que lo acompañaron en distintas redacciones. Sus textos lograron un alcance amplio en Austria y Alemania, lo que le dio una presencia constante en el debate cultural.
La enfermedad y la decisión
En 2023 recibió el diagnóstico de un cáncer de vías biliares. Desde entonces, su estado se deterioró de forma progresiva. Rechazó la quimioterapia porque, según explicó, el tratamiento le habría quitado calidad de vida sin ofrecerle una expectativa real de recuperación.
En Austria, el suicidio asistido se legalizó en 2022 tras un fallo del Tribunal Constitucional que declaró inconstitucional la prohibición absoluta. La ley vigente permite acceder al procedimiento a mayores de edad con enfermedades terminales o permanentes y con sufrimientos insoportables. Es necesario pasar por evaluaciones médicas y ratificar la voluntad frente a un notario.
Glattauer cumplió con cada paso. Dos médicos confirmaron su diagnóstico y su plena capacidad de decisión. Luego, un notario certificó que actuaba por voluntad propia, sin presiones externas. El proceso le otorgó la certeza de que podía morir de manera legal, acompañada y sin violencia.
El escritor recordó que, durante su vida, había visto a familiares sufrir durante mucho tiempo por cáncer. Esa experiencia lo marcó. Quiso evitar un final lleno de dolor físico y emocional, tanto para él como para sus seres queridos.
Un mensaje antes de partir
Glattauer decidió dar entrevistas en los últimos días de agosto. Lo hizo con dos periodistas cercanos: Christian Nusser, con quien compartió redacciones durante años, y Florian Klenk, director del semanario Falter. Pidió expresamente que el texto se publicara antes de su muerte, junto con la esquela que él mismo preparó.
“El suicidio asistido no es un tabú, es una opción que existe y que debe discutirse con respeto”, afirmó. Para él, el silencio solo prolonga prejuicios y miedos.
También habló de su visión del cáncer. No lo ve como un enemigo, sino como parte de su cuerpo. Expresó que la vida había sido generosa con él y que no necesitaba alargarla artificialmente. Comparó su existencia con un concierto ya concluido, sin necesidad de repeticiones.
En los últimos meses viajó a Tailandia para despedirse de su pareja y para volver a sentir el mar. Regresó a Viena sabiendo que la fecha de su muerte estaba marcada: la mañana del 4 de septiembre, acompañado por una médica y una enfermera de la Asociación Austríaca para una Muerte Humana.
El debate en Austria y en Europa
El caso de Glattauer reabre la discusión en Austria, donde en 2022 se registraron las primeras solicitudes bajo la nueva legislación. Según datos del Ministerio de Salud, en 2024 se autorizaron unas 80 asistencias al suicidio en todo el país. En comparación, en Suiza —donde esta práctica es legal desde hace décadas— la organización Exit informó que en 2024 acompañó más de 1.000 procedimientos.
Alemania también modificó su marco legal después de un fallo judicial en 2020, aunque el debate parlamentario sobre la reglamentación todavía sigue abierto. En Bélgica y Países Bajos, la eutanasia y el suicidio asistido se encuentran regulados desde principios de los 2000.
En todos los países europeos donde existe, los requisitos son estrictos: diagnóstico médico, consentimiento libre, supervisión profesional y, en la mayoría de los casos, la presencia de una segunda opinión.
Un recuerdo de palabras y preguntas
Más allá de su muerte anunciada, Glattauer quiso dejar un mensaje reflexivo. En sus declaraciones insistió en que la sociedad debe aceptar que la autonomía incluye también la decisión sobre el final de la vida.
“Antes de nacer estábamos muertos, y después de morir volveremos a estarlo. Eso no tiene por qué dar miedo”, repitió, recordando una frase que escuchó de un niño.
En su casa de Viena, entre libros y fotografías, recibió a quienes lo entrevistaron con serenidad. Dijo que deseaba mirar por última vez el parque de su infancia antes de acostarse y recibir la medicación.
Su historia conmueve porque pone en palabras lo que muchas familias atraviesan en silencio: cómo enfrentar la enfermedad terminal y qué significa realmente morir con dignidad.
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